martes, noviembre 19, 2024
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Ortega consolida su régimen de partido único mientras aprovecha los envíos de dinero desde el exterior

Las remesas se han convertido en uno de los principales ingresos para Nicaragua, un rubro que sigue en alza a medida que miles de nicaragüenses siguen migrando ante la falta de oportunidades, el alto costo de la vida, la corrupción y la represión.

Paradójicamente, esas mismas remesas se han convertido en un colchón para la dictadura de Daniel Ortega, debido a que los migrantes con su trabajo ayudan a mejorar la calidad de vida de sus familias y contribuyen con la economía del país, quitándole presión al tirano.

Nicaragua, con 6.7 millones de habitantes, es un país con una trayectoria de conflictos políticos, bélicos, y poca estabilidad social, que se convirtió en una de las naciones más pobres de Hispanoamérica tras la llegada del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1979, partido que ha gobernado con mano dura durante dos regímenes autoritarios, y que causó destrucción y caos en los 16 años que estuvo en la oposición.

La falta de oportunidades y la represión, como en la década de los ochenta, están obligando a la población a migrar. Una de las primeras tareas al llegar al país de destino para los nicaragüenses es buscar trabajo para enviar remesas. Así las cosas, a medida que aumenta la migración, también los envíos de dinero.

El monto de las remesas durante los tres trimestres de 2022 —enero a septiembre— fue de 2.258,4 millones de dólares, cifra que ya superó la cantidad que la economía nicaragüense recibió durante el año 2021, que fue de 2.146,9 millones de dólares. Las proyecciones indican que la economía podría recibir 3.000 millones de dólares al finalizar el 2022, en concepto de remesas familiares.

El monto de envíos de dinero es similar a las recaudaciones y las donaciones. El sociólogo Oscar René Vargas, explicó en su blog que en los últimos tres años los ingresos en el país han crecido gracias a las remesas y al impuesto sobre la renta.

El presupuesto General de la República de Nicaragua de 2023, prevé un gasto de 2.924 millones de dólares. Mientras que los ingresos a través de recaudaciones y donaciones que el país recibirá son de 3.055 millones de dólares. Esas cifras dejan un superávit de 131.22 millones, sostiene. Las políticas de Ortega han ahuyentado la cooperación internacional desde 2008. Millones de dólares y euros destinados a proyectos de ayuda han sido cancelados por los fraudes electorales, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos.

Para 2023 Nicaragua recibirá apenas 25 millones de dólares en donación; mientras que el financiamiento externo se estima en casi 450 millones de dólares, una reducción sustancial en comparación a años anteriores, pero que se sumará al ya elevado endeudamiento del país, que según estimaciones de expertos supera los 18.000 millones de dólares.

“Entre el 2018 al 2021, la cooperación internacional (préstamos y donaciones) al sector público alcanzó el monto de 3.464,4 millones de dólares. De los cuales 3.107,1 millones de dólares han sido facilitados por los organismos financieros internacionales BCIE, FMI, BID y Banco Mundial, equivalente al 89.68% del total. Es decir, el financiamiento internacional ha ayudado a sostenerse a la dictadura”, subraya el sociólogo.

Los datos reflejan que las cifras en concepto de remesas son similares al monto que suman las recaudaciones y donaciones. “El peso político de los migrantes nicaragüenses es nulo a pesar de que aportan a la economía nacional más que cualquier actividad económica que se genera en el país”, apuntó Vargas.

La migración sigue en ascenso

Se ha vuelto común entre los nicaragüenses escuchar historias de endeudamiento de propiedades y bienes para financiar sus viajes a Estados Unidos, cuyo costo podría oscilar entre los 4.000 y 5.000 dólares.  A diario los nicaragüenses parten en buses con destino a Guatemala, país desde donde continúan su ruta a Estados Unidos. La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), reportó el ingreso de casi 164.600 nicaragüenses durante el periodo fiscal de octubre 2021 a septiembre de 2022.

Y mientras miles de nicaragüenses buscan emigrar, el dictador sandinista sigue consolidando su poder a través del fraude electoral y las armas. Del mismo modo, Ortega continúa encarcelando opositores: detuvo a 31 en el contexto de las elecciones municipales del 6 de noviembre, siendo que 20 de ellos  continúan en la cárcel actualmente, según el organismo Urnas Abiertas, que afirma que más del 82% de los nicaragüenses se abstuvo de votar.

Un sistema de partido único

En los fraudulentos comicios del domingo pasado el tirano se adjudicó el 100% de las alcaldías dejando sin “premio” a los micropartidos que colaboran con el régimen sandinista. Con esa última acción ilegal, que viola la Constitución, Ortega concreta la instauración del sistema de partido único en el país igual que los regímenes de Cuba, Corea del Norte y China.

Meses antes de las elecciones, el hijo del dictador sandinista, Juan Carlos Ortega Murillo, adelantó los planes de la tiranía al escribir en su cuenta en Twitter que el “sistema de partidos políticos debe reinventarse o tomar el camino más sano, que es hacerlo desaparecer y establecer el modelo de partido único, empoderando a los gobiernos locales con mayor capacidad de gestión sobre el gobierno nacional”.

Mientras que en marzo de 2020 escribió que la democracia, según él, tiene “diferentes interpretaciones”. “Usted conoce la liberal burguesa. Yo apuesto por la democracia directa basada en un modelo de partido único”.

Así, Ortega Murillo, con el término de “democracia directa” disfraza la consolidación de la dictadura criminal de sus padres.

Fuente: La Gaceta de la Iberosfera

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