Ni ambientalista ni indigenista. El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, no hace el menor esfuerzo por pegarse a la ola progresista de la izquierda. En su caso no es más que un tirano que en la región tiene como principales aliados a los otros dos regímenes autoritarios latinoamericanos: el venezolano de Nicolás Maduro y el cubano que hoy dirige Miguel Díaz-Canel. Pero ante la miseria en estos dos países y la reducida capacidad de apoyo económico desde Caracas y La Habana, sus ojos están puestos en el otro lado del mundo. A Ortega le interesa más estrechar relaciones con China y Rusia, tal como lo ha demostrado en los últimos meses. Y como una muestra más está la entrega de una concesión minera a una empresa china en una zona indígena, que se traducirá en mayores daños al medioambiente y vulnerabilidad de la comunidad aborigen que allí habita.
Se trata de dos lotes que suman 15400 hectáreas concedidos a la compañía china Zhong Fu Development S.A., subsidiaria de Zhong Fu Invest Gruop, con sede en Pekín, los cuales se ubican en la Región Autónoma del Caribe Norte de Nicaragua, según informó este domingo la agencia EFE citando una denuncia de la Plataforma de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de Nicaragua.
“Extractivismo, violencia y genocidio”
Y es que uno de estos lotes, el Columbus I, de 14000 hectáreas, “se encuentra en el cerro Miramar, el cual es fuente de agua potable para la comunidad indígena de Sahsa”; mientras el segundo, el Twi Wauhpasa, de 1400 hectáreas, está ubicado en la comunidad indígena Llano Sur, según la declaración de la mencionada agrupación indígena que advierte que “la continuación de las actividades extractivistas” afectarán a la etnia miskitu.
“Ambos proyectos de exploración no han sido debidamente consultados con las comunidades indígenas que habitan estos territorios”. Según la denuncia, la actividad minera de esta empresa china viene a profundizar “el extractivismo y la creación de condiciones para mayor violencia, colonización y genocidio de los pueblos que habitan estos territorios en la Moskitia” nicaragüense.
El dominio chino en Latinoamérica
La Plataforma de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de Nicaragua advierte cuál es el plan del régimen de Daniel Ortega: “En un primer momento se ocupan las tierras de forma ilegal. Luego se empieza actividades de ganadería, deforestación, minería, entre otras actividades. Luego el gobierno invierte en infraestructura para quienes recién han llegado a colonizar y extraer su producción (…) Este es el plan para toda la Moskitia: desplazando comunidades enteras, deforestando bosques, y debilitando el proyecto de Autonomía de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes”.
Esto definitivamente no impide que el dictador sandinista siga entregando Nicaragua a los intereses del comunismo chino, tal como viene haciendo también en Bolivia el gobierno de Luis Arce, que puso en manos de Pekín todo el espectro radioeléctrico del país andino mediante un acuerdo entre la Autoridad de Telecomunicaciones y Transporte (ATT) y la empresa del gigante asiático Piesat. En ese mismo orden de ideas, Bolivia ha empezado a sustituir el dólar por el yuan para sus operaciones internacionales por concepto de comercio exterior, alcanzando desde marzo 278,8 millones de yuanes (unos 38,8 millones de dólares) en sectores que van desde la exportación de minerales como plata o zinc, pasando por materias primas hasta carne.
Nicaragua con los ojos en China
Nicaragua ya viene transitando también este camino. En diciembre de 2021, Pekín confirmó la reanudación de relaciones diplomáticas con Managua, justo después de que la dictadura sandinista anunciara la ruptura de sus lazos con Taiwán, activos desde 1990, y reconociera el principio territorial de “una sola China”, que promulga el régimen comunista. Desde entonces sobran las muestras de acercamientos cada vez más estrechos.
En enero de 2022, Daniel Ortega firmó con su homólogo Xi Jinping un convenio para la financiación de un “programa de viviendas” en Nicaragua. Y a mediados de este mes, envió a su hijo Laureano Ortega Murillo a buscar recursos en China, pues el viaje al gigante asiático tuvo como norte afinar detalles para concretar el Tratado de Libre Comercio (TLC) que le permitirá a Managua aumentar las importaciones y exportaciones desde y hacia territorio chino sin aranceles, sin olvidar además los elogios y el interés en la Nueva Ruta de la Seda.