OMAR ESTACIO Z.,
Un oficial de la Armada de Estados Unidos habría sido detenido de manera arbitraria, en Venezuela, según cuatro funcionarios estadounidenses familiarizados con el asunto.
El ilegal encarcelamiento, se habría producido el 30 de agosto en Caracas y según uno de los informantes, el infortunado marine, habría quedado a la orden del SEBIN, en alguna de sus ergástulas, quizás El Helicoide, la más tenebrosa de todas.
La causa de este nuevo secuestro, sin importar, la edad, raza, profesión u oficio, género del secuestrado es lo de menos. Lo de más, es, que no sea un niño, adolescente o anciano provecto, porque a más sevicia, mayor gozo para el cabeza de mando de los secuestradores.
La represalia por la confiscación, días atrás, apenas, ordenada por la Fiscalía norteamericana del jet, en el que su viajero más frecuente, iba de aquí para allá y de allá para acá —Cuba, Rusia, Irán, la manigua del Chocó colombiano— a recibir órdenes de Raúl Castro, Putin, Masoud Pezeshkian, de sus narcojefes del ELN, quedó desmentida desde un principio por el propio correveidile.
—¿Y? —habría respondido, este último, displicente, indiferente, encogiéndose de hombros, al ser informado de la requisa de la aeronave— total, como esos reales no salen de mi bolsillo sino de la sangre del Pueblo, ya he ordenado la compra de un Bombardier Global 6000, que es más grande, veloz, más caro y sobre todo, más bonito.
Tome, usted, amable lector, amable lectora, un Código Penal y todas las leyes criminales vigentes en Venezuela. Cierre los ojos, abra, una de las respectivas gacetas oficiales —la que sea— y coloque al azar, su dedo índice derecho sobre cualquiera de sus artículos o preceptos legales y ¡record nacional absoluto! Corroborará que el “suciodicho” viajero frecuente ha infringido, tal artículo o inciso, no una sino varias veces, porque el hombre ha perpetrado todas las infracciones o pecatas, posibles de cuanta norma legal le pasa por sus bigotudas narices.
La represión de la disidencia política en Venezuela es la más mortífera de los últimos años, según la ONG, Human Rights Watch. La Convención Internacional contra la toma de rehenes define tal infracción, como el hecho de apresar a otra persona y amenazar con matarla, herirla o mantenerla detenida, para obligar a un tercero a determinada acción u omisión como condición explícita o implícita para la liberación del rehén.
Ya que el narcoviajero frecuente, ha violado, uno a uno, el total de los preceptos penales locales, tal parece que se ha propuesto hacer lo mismo con cuánta, convención internacional exista y visto que ya se ha aseado, donde la espalda pierde su decente nombre con los tratados de la Corte Penal de La Haya, contra la Delincuencia Organizada Multinacional y la Toma de Rehenes, muy pronto se alzará con el campeonato mundial del delito.
El cronista, por cuestión de principios, presume la buena fe de toda persona. Hecha tal salvedad, para terminar, por hoy, con el enojoso tema central de la presente crónica, quedaría por hacerle dos preguntas, apenas, al marine sometido a situación de rehén y una exhortación a sus comandantes:
¿No sabía usted, mister mariner, que las autoridades de su país, le han advertido a sus paisanos, no viajar a Afganistán, Bielorrusia, Burkina Faso, Birmania, República Centroafricana, Haití, Irán, Irak, Libia, Malí, Ucrania, la franja de Gaza y Venezuela.?
¿Qué se le perdió en Caracas que pese a tales advertencias, en lo adelante, míster Biden o su sucesor se verá compelido a intercambiarlo a usted, por uno o varios de los, altopanas, carnales y compinches de su narcosecuestrador, presos en las cárceles de Estados Unidos?
Hummm, ¡Ese cautiverio del marino gringo apesta a componenda con el narcotirano!
Y ahora la anunciada exhortación: La próxima vez, que el Comando Sur, ejecute la confiscación de uno de los jets, de la flotilla presidencial, que carguen con su pasajero frecuente, y de allí, directo, a la SuperMax de Florence, Colorado a compartir cárcel, con “El Chapo” Guzmán y “El Chapito” Ovidio Guzmán, “El Guero”, “El Marro”, “El Mata Amigos” y demás narcotraficantes muy redomados.