Uno de los grandes impedimentos para atacar la desnutrición crónica desde temprana edad es la condición de pasar «desapercibidos», casi invisible ante los ojos de los adultos que rodean al menor.
Mientras que Guatemala es el país de América Latina y el Caribe con mayor desnutrición crónica o retraso en el crecimiento infantil, Panamá lidera este problema en las comarcas indígenas o «áreas rezagadas», con unas cifras «alarmantes» para ambos países.
Estos son algunos de los resultados del informe «El Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina y el Caribe 2020» de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que hace énfasis en la «brecha entre las áreas rezagadas y las que no», dijo a EFE el Oficial de Nutrición del organismo mundial, Israel Ríos.
Mientras que Guatemala es el país de América Latina y el Caribe con mayor desnutrición crónica o retraso en el crecimiento infantil, Panamá lidera este problema en las comarcas indígenas o «áreas rezagadas», con unas cifras «alarmantes» para ambos países.
Estos son algunos de los resultados del informe «El Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina y el Caribe 2020» de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que hace énfasis en la «brecha entre las áreas rezagadas y las que no», dijo a EFE el Oficial de Nutrición del organismo mundial, Israel Ríos.
Podemos decir que los datos de Panamá resultan ser alarmantes. La desnutrición crónica refleja que el problema se enfoca en las áreas más comarcales», explicó Ríos.
El sobrepeso y obesidad también afectan a los niños indígenas, pues «1 de cada 3 en las escuelas de las comarcas tiene excesos de peso, y hasta el 15 % en los menores de 5 años».
Esto es lo que llamamos la mala carga de la malnutrición. Las comarcas indígenas de Panamá representan valores por sobre el 40 %, lo que significa un problema de salud pública y requiere urgentemente transformar ese sistema alimentario», explicó.
«NO SON MÁS CHIQUITOS»
Uno de los grandes impedimentos para atacar la desnutrición crónica desde temprana edad es la condición de pasar «desapercibidos», casi invisible ante los ojos de los adultos que rodean al menor.
«Es una condición que pasa muy desapercibida en los hogares por el bajo conocimiento de la madre, el poco acceso a los alimentos saludables, lo ven como que los niños que están un poco más chiquitos en talla», explicó Ríos.
Pero son en estos «contextos indígenas donde se mezclan varios elementos, entre ellos la pobreza», el desconocimiento de los padres o la falta de educación, entre otros.
PÉRDIDA DE LA TRADICIÓN GASTRONÓMICA
El retraso del crecimiento o la desnutrición crónica es «un problema complejo que conlleva múltiples factores» pues comienza desde «un ciclo de malnutrición en las madres, que en la etapa pre y gestacional presentan anemia».
Una de las razones por las que se da esta condición en las áreas comarcales es la pérdida de los patrones culturales gastronómicos, ya que estas sociedades están modificando sus dietas hacia otras más occidentales en las que existen productos ajenos a su tradición.
En las comarcas indígenas existe un «consumo elevado de bebidas azucaradas, fritos, ultraprocesados», y tienen dos grandes consecuencias: un impacto ambiental y la «doble carga» dispar, pues en un mismo hogar hay sobrepeso u obesidad y desnutrición o anemia, según el especialista.
ENFERMEDADES CRÓNICAS Y TRABAJOS MAL REMUNERADOS
«Nuestros niños indígenas no solo están rezagados socialmente y económicamente, sino además presentan diversas manifestaciones de malnutrición, y a futuro no tiene un buen pronóstico, con enfermedades como diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares», añadió.
Según explicó Ríos, el retraso de crecimiento tiene «efectos severos» en aspectos cognitivos y en el sistema inmunológico, lo que desemboca en «una menor capacidad de aprendizaje en la escuela».
Hay «estudios en Guatemala que revelan que algunos niños con desnutrición crónica tienen menos probabilidad de adquirir un empleo justo».
Algunas de sus consecuencias pueden ser inmediatas, como es la anemia, sobre todo en los grupos poblacionales menores de cinco años, una situación que puede agravarse en el actual contexto de la pandemia de la covid-19: «Un contagio puede resultar nefasto».
«RESCATAR» Y «REEDUCAR» LA GASTRONOMÍA TRADICIONAL
Para Ríos, una de las claves para afrontar el problema en las áreas indígenas es «rescatar» y «reeducar» las tradiciones de los pueblos ancestrales.
Desde la FAO «intentamos los sistemas tradicionales de producción de alimentos, rubros que se han perdido porque no hay un relevo», pero este problema de las comarcas «requiere una atención de todos los niveles», sobre todo a través de «normativas municipales para favorecer la alimentación saludable y regular el consumo de aquellos alimentos no tan sanos».
Por desgracia, este tipo de alimentos «suelen representar una condición social superior».