“Celebro que el querido pueblo peruano enfrente el futuro en democracia, con solidez institucional”. Con esas palabras, el poco diplomático Alberto Fernández festejaba el triunfo de Pedro Castillo en Perú, un hombre que dejaba en evidencia que no era apto para la presidencia de ningún país. Sin embargo, para el kirchnerismo, los jefes de Estado se dividen entre amigos y enemigos. Y que sean absolutamente impresentables no es motivo para que no figuren entre la lista de los aliados. Hoy, luego del intento de golpe de Estado que se lo llevó puesto, la Cancillería argentina emitió un curioso comunicado, donde no se hace referencia a la actitud golpista del aliado de izquierda.
Claro que el Ministerio de Relaciones Exteriores que preside Santiago Cafiero no empezó hoy con sus tropelías y doble standard. Permanentemente, la «diplomacia» del actual peronismo ha incurrido en demasiados papelones para tres años de gobierno. Ahora, luego de haber intentado dar uno de los golpes de Estado más burdos de la historia, la Cancillería argentina se limitó a lamentar una «crisis política».
«Argentina lamenta y expresa su profunda preocupación por la crisis política que atraviesa la hermana República del Perú, y hace un llamado a todos los actores políticos y sociales a que se resguarden las instituciones democráticas, el Estado de Derecho y el orden constitucional», señaló el comunicado.
Claro que en los casos donde el gobierno argentino considera la existencia de un «golpe de Estado», como lo sucedido en Bolivia con Jeanine Áñez, la retórica es absolutamente distinta y repetitiva. Pero, como ocurre siempre en el kirchnerismo, hay que ver primero al pecador para saber si es pecado.
En la misma sintonía de la Cancillería peronista, el diario ultraoficialista Página/12 evitó la mención a cualquier supuesto golpe de Estado. En la noticia que hace mención a lo ocurrido en Perú, el pasquín se limita a decir que Castillo “había anunciado el cierre del Parlamento”, pero que casi todo el gabinete «rechazó la iniciativa del flamante presidente». «Castillo no era un presidente corrupto, pero no logró crear un apoyo político que le permitiera generar un cambio profundo», comentan desde el diario K. Una vergüenza total.