Saúl Hernández Bolívar,
Colombia es el país donde pasa de todo, pero no pasa nada. Ahora resulta que un ladrón del tamaño de Daniel Quintero Calle se podría salvar hasta de ser investigado si es enviado como embajador a cualquier parte por el gobierno de Petro.
Alias ‘Pinturita’ renunció a la Alcaldía de Medellín por varias razones que no son excluyentes: una, hacerle campaña a su imberbe candidato en medio del desespero por la derrota épica que va a sufrir; dos, evitar un engorroso empalme con Federico Gutiérrez, donde se destaparán muchas cosas que no podrá explicar; tres, abandonar un barco medio hundido que ya ni siquiera tiene presupuesto para operar los últimos meses del año; y cuatro (puede haber más), preparar su escape a las investigaciones y las condenas.
Si bien es cierto que las encuestas suelen equivocarse, una cosa es voltearlas cuando las diferencias son de unos pocos puntos y otra cuando los resultados de varias de ellas muestran de manera consistente una ventaja descomunal de más de 40 o 50 puntos. Ese es el caso de ciudades como Medellín y Barranquilla, donde los candidatos Char y Gutiérrez les sacan grandes diferencias a sus competidores.
En gracia de discusión habría que decir que las grandes ventajas en las encuestas pueden provocar pereza en los electores, muchos de los cuales no saldrían a votar tras considerar que el triunfo es seguro y está cantado. En el otro lado puede ocurrir una situación contraria, motivando el voto de muchos para evitar una paliza. Además, algunos candidatos podrían estar siendo víctimas de la vergüenza de los electores, pues hay muchos que quieren votar por ellos pero les da pena reconocerlo.
En el caso de Medellín, hay que recordar que Quintero Calle compró muchas fidelidades, principalmente en los barrios más pobres. El caso más visible es el de los computadores portátiles que les regaló a estudiantes de bachillerato de los colegios oficiales. Fueron más de 100.000. Con ello debería granjearse el agradecimiento de los padres de cada beneficiario, de los abuelos, de los tíos y de otras personas. Esos son muchos votos.
Por otra parte, los contratistas de la administración Quintero han proliferado en gran número, y cada contrato también supone muchos votos. Como si fuera poco, el discurso de este demagogo siempre ha girado en torno de un populismo barato, con mentiras como bajar los servicios públicos y el pasaje del metro. Y eso cala.
De ahí que la diferencia podría no ser tan grande, lo que facilitaría manipular los resultados. Por eso, la campaña de Federico Gutiérrez debería desplegar un ejército de testigos electorales para hacer presencia en cada mesa de cada puesto de votación en al menos las comunas más populares. Es decir, Gutiérrez y su campaña no pueden relajarse pensando que el triunfo está asegurado por la notable ventaja en las encuestas que, aunque son resultados tranquilizadores, no constituyen garantía de éxito.
Sacar del poder a un individuo que le ha hecho tanto daño a Medellín es el primer paso para hacer lo mismo con un psicópata como Gustavo Petro, que tanto daño le está haciendo a Colombia.