Escritor Invitado,
“La propaganda anti-liberal, desde luego, lejos de evocar el capitalismo cuando alude a la prodigiosa elevación del nivel de vida de las masas, la cita sólo cuando denuncia las tan lamentables realidades generadas precisamente por las limitaciones impuestas a la sistemática liberal”.
Ludwig von Mises
Como nota introductoria sería pertinente hacer alusión a una importante reflexión del escritor Roberto Salinas León, aparecida en su artículo titulado “El temperamento liberal”. Según este, “el liberalismo, ha sido y es objeto permanente de críticas. Provenientes de políticos, candidatos presidenciales, miembros de la intelligentsia, periodistas, miembros de la clase corporativista, líderes clericales, de la derecha, de la izquierda-estos, y varios otros”. Roberto Salinas, “La reinvención del liberalismo en México” (1990-2014), México, Editorial Taurus.
Estos ataques señalados por el citado autor, han tenido una especial acogida en la tierra del perfecto idiota latinoamericano, parafraseando la obra titulada. Manual del perfecto idiota latinoamericano, ensayo de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, publicado en 1996. No obstante, a esto cabría señalar que tales ataques no han sido privativos de las sociedades latinoamericanas, sino en que han estado muy presentes en el espectro político y socioeconómicos del continente europeo y los Estados Unidos, en especial a partir del año 2008, y en el marco del actual escenario de confrontación geoeconómica y política global.
¿Quién teme al liberalismo?
Nos planteamos, a la luz de lo arriba expuesto por el citado autor, las siguientes interrogantes: ¿Cuáles serían los verdaderos intereses que estarían detrás de todos estos cuestionamientos, sean ideológicos, económicos y políticos, que han impulsado a los enemigos del liberalismo como corriente de pensamiento económica y política, a cuestionar al mismo? ¿Y por qué estos cuestionamientos han tenido una amplia acogida en el ideario cultural y social de las sociedades latinoamericanas en especial?
Uno de los ataques más comunes al ideario político liberal, ha sido el de la supuesta exclusión y opresión política, que éste genera en detrimento de los menos desposeídos y a favor de la clase económica y política dirigente, según sus detractores. Nada más falso e inadmisible, pues la defensa de la libertad como un derecho natural e inmanente a la naturaleza humana, ha sido uno de los principales postulados del liberalismo. Al respecto, Giovanni Sartori, prominente teórico de la democracia, ha sostenido que la libertad política es la protección contra el poder autoritario y por ende despótico.
Amenaza al control estatal
Donde por antonomasia, según Sartori, «la situación de libertad, es aquella en la que la protección sustentada en un estado de derecho, les permita a los gobernados oponerse al abuso de poder por parte de los gobernantes». Esta es la naturaleza de una sociedad por la cual aboga el liberalismo. En ella imperan la pluralidad política, el respeto al derecho ajeno, y de propiedad. También la libertad individual como un derecho natural del ser humano.
Esto nos obliga a plantearnos la siguiente interrogante, ¿es que acaso el liberalismo no representa una amenaza para los fundamentos totalitarios y de dominación social, de ideologías que van desde de la izquierda marxistaleninista pura, hasta las propuestas populistas sean de izquierda o de derecha?
Tal vez allí está la verdadera motivación de descalificación que emana de los espectros políticos señalados hacia el liberalismo. Pues el cuestionamiento que implícitamente le hace este, a esos modelos de control social y político respecto a los grados de libertad que los individuos deberían de poseer como un derecho natural inmanente a los mismos, representan un peligro para los idearios políticos de estas corrientes ideológicas.
Contra los monopolios mercantilistas
Otras de las grandes falacias esgrimidas contra el liberalismo ha sido, la ya reiterada y trillada idea marxistoide, y pseudo populista, que rotula al liberalismo como exponente primigenio del capitalismo, defensor de ciertos valores, como la libertad de los mercados, la propiedad privada y un individualismo egoísta. Valores y principios que indefectiblemente, según sus detractores, generan riqueza sólo para una clase económica en detrimento y a costa de las grandes mayorías sociales históricamente desposeídas y explotadas por el capitalismo.
Nada más falso que eso, pues podemos encontrar en la historia contemporánea, económica y política de las naciones, que ha sido el propio estado en el último siglo, en sus variantes populistas, totalitarias, marxistas-leninistas, autoritarias y keynesianas, él que históricamente ha creado las condiciones y distorsiones económicas estructurales en sus respectivas sociedades, que han coadyuvado a la generación de pobreza, falta de oportunidades para los estratos más pobres, y a la aparición de mercados capitalistas imperfectos.
En ellos, los grupos oligopólicos y monopolios mercantilistas, han nacido y crecido, bajo la sombra del favoritismo y los privilegios del poder, que la corrupción política de los estados excesivamente controladores e interventores les ha permitido explotar. Estos detractores suelen ubicarse en lo que Roberto Salinas de León denomina la clase corporativista. Clase que solo buscan defender sus intereses sectoriales a costa de las grandes mayorías sociales.
Confusión con el mercantilismo
Situación esta que le ha hecho mucho daño a la causa del liberalismo. Sus críticos de oficio han identificado muy eficazmente al liberalismo-capitalista con el mercantilismo capitalista y Keynesiano. Son estructuras pseudo capitalistas estas, que se amparan en un círculo vicioso de relación político-clientelar, de empresarios, gremios de cualquier especie, y una excesiva intervención gubernamental. Frente a este escenario, el liberalismo representa una amenaza, pues, él mismo tiene como uno de sus postulados básico la libre competencia, sin la intervención distorsionadora del Estado en favor de ningún sector o grupo económico en cuestión, en función del bienestar de la masa de consumidores de bienes y servicios.
Sería pertinente citar para los efectos de la gravedad y efecto pernicioso que ha tenido para la causa liberal los señalamientos arriba descritos, la siguiente reflexión hecha por el premio Nobel de Literatura 2010 y prominente escrito peruano Mario Vargas Llosa, en el marco de la clausura del 25° aniversario del Centro de Divulgación Económica (CEDICE) de Venezuela, llevado a cabo en la ciudad de caracas los días 28 y 29 de mayo del 2009, al abogar por mejorar y eliminar la mala imagen de «insolidaridad social» como textualmente lo llamo el citado escritor, que se ha ganado el liberalismo, y según él «Si queremos cambiar a la sociedad lo que tenemos que cambiar son las ideas equivocadas que están detrás de las políticas que atrasan y subdesarrollan a nuestros países«.
Igualdad ante la ley
En consonancia con la destacada reflexión de Vargas Llosa, es importante resaltar que el libre mercado ha sido el sistema más efectivo que ha desarrollado la humanidad para generar el mayor número posible de riqueza en términos de igualdad de oportunidades y condiciones para todos los estratos de una sociedad. En especial para aquellos que por los avatares de tipo histórico, económico, político, social y cultural han quedado renegados a vivir en condiciones de miseria e injusticia social.
De igual forma, el liberalismo político defiende a ultranza la igualdad de todos frente a la ley, sin importar su origen social, étnico-religioso, credo político, o estrato social, a través, de un estado de derecho independiente que defienda los derechos naturales más elementales del hombre. Idearios estos que echan por tierra todos los falsos y perniciosos cuestionamientos hacia el liberalismo como corriente de pensamiento económico y político a lo largo de su historia.