Los paros generales en Argentina tienen diferencias y similitudes. Entre las cuestiones en común, está lo que seguramente veremos este miércoles a última hora: un sindicalismo haciendo gala de un supuesto alto acatamiento y un gobierno que minimiza el impacto de la medida. Esto es lo que suele suceder, más allá del nivel de éxito de cada convocatoria. Lo que cambia siempre es el contexto. Cuando el peronismo es el que está en el gobierno, las movilizaciones escasean. A veces ni siquiera ocurren, como sucedió durante la gestión de Alberto Fernández, que se caracterizó por la pérdida del poder adquisitivo del salario de los trabajadores. Cuando en la Casa Rosada hay una gestión de diferente orientación política, la Confederación General del Trabajo muestra menos paciencia y reincide más en materia de paros. Igualmente, nunca en la historia se vio lo que van a hacer: el paro con movilización más rápido en la historia argentina.
Lo cierto es que la cita no arranca de la mejor manera para los Moyano y compañía. Varios gremios ya aclararon que no acompañarán y la jornada no contará con el respaldo oficial del peronismo, que puede no querer quedarse pegado a lo que podría terminar siendo un fracaso. Muchos incluso, más afines con los sindicatos que con el gobierno, advierten el error estratégico de poner toda la carne al asador en una medida de fuerza a mediados de enero, con medio país de vacaciones. Pero el apuro (que es más desesperación que otra cosa) tiene sentido: los gremialistas prebendarios se están jugando un pleno a cara o seca: o voltean al gobierno y a sus dos principales iniciativas (el DNU y la ley Bases) o esperan la muerte inevitable de sus privilegios, que la nueva gestión pretende suprimir, en favor de los verdaderos trabajadores.
Resultado en New Hampshire ratifica a Trump como favorito de los republicanos
Resultado en New Hampshire ratifica a Trump como favorito de los republicanos
23 ENERO, 2024
El apuro y la desesperación no son buenos consejeros. Es evidente que la CGT va a todo o nada y así le puede salir la apuesta. Es por esto que el sindicalismo tiene mucho más para perder mañana que el gobierno de Javier Milei, que no modificará el rumbo de su gestión, a pesar del acatamiento que tenga la jornada del 24 de enero de 2024.
La opinión pública en su mayoría no se siente identificada con los jefes sindicales, que mañana convocarán en nombre de una representación que no tienen. Las fotos de las numerosas manifestaciones de mañana evidenciarán más “aparato” que trabajadores de a pie, mientras muchos ya adelantan que no pararán en sus obligaciones el día de mañana. Si la CGT logra un buen nivel de acatamiento, lo cierto que en lo concreto no conseguirá mucho más que una escueta manifestación de poder callejero. Es probable que no haya muchos legisladores que pongan a consideración su voto, dependiendo de lo que suceda mañana. Por lo tanto, si el paro es “exitoso”, el sindicalismo no ganará demasiado y el jueves todo estará más o menos igual que ahora.
Ahora, si la convocatoria es un fracaso, sin dudas el fallido puede convertirse en el tiro de gracia para una corporación no representativa que no tiene como objetivo cuidar los derechos de los trabajadores, sino que persiguen la única finalidad de mantener sus propios beneficios. Por eso están más nerviosos que el mismo gobierno, que enfrentará mañana el paro con movilización más rápido de la historia.