Pero aun así, la coalición oficialista pierde la mayoría calificada de dos tercios de las bancas -necesaria para realizar reformas constitucionales-, que tiene actualmente con un total de 333 escaños.
«Es una derrota de López Obrador, no abrumadora, pero sí lo debilita a él y a su proyecto porque requiere de reformas constitucionales», dijo a la AFP el politólogo e historiador José Antonio Crespo.
La mayoría calificada es clave en la cruzada del mandatario izquierdista, que pretende devolver al Estado el control del sector energético, a contracorriente de leyes que abrieron la puerta a los privados en 2014.
La nueva Cámara Baja, que se elige cada tres años, entrará en funciones el 1 de septiembre. El Senado, también dominado por Morena, se renueva cada seis años.
El domingo fueron elegidas, además, 15 de 32 gobernaturas y más de 21.000 cargos locales. Morena habría conquistado al menos ocho gobernaciones, lo que representa un progreso pues actualmente dirige seis estados, según conteos rápidos.
Avance opositor
Los comicios representaron un avance para la oposición.
Los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática, que se presentaron en alianza, totalizarán entre 181 y 213 escaños. En la actualidad suman 139.
«Es un triunfo importante de la oposición porque pudo capitalizar el descontento, aunque la realidad es que votaron contra López Obrador, no por ellos», apuntó Crespo.
Morena también perdió el control de varias alcaldías de Ciudad de México que siempre había controlado, según conteos oficiales preliminares. La izquierda gobierna la capital desde 1997, pero la alcaldía central no estaba en disputa.
Los capitalinos fueron sacudidos el 3 de mayo por un accidente en el metro que dejó 26 muertos.
AMLO, acrónimo con el que es conocido el gobernante, tiene una popularidad superior al 60% que cimenta en vastos programas sociales, según encuestas. El mandatario fue elegido en 2018 para un período de seis años.
Desde 1997, las parlamentarias han reducido o arrebatado las mayorías a los partidos gobernantes.
Violencia macabra
Las elecciones se celebraron tras los devastadores efectos de la pandemia y una escalada de violencia que dejó 91 políticos asesinados, 36 de ellos candidatos o precandidatos, según la consultora Etellekt.
El domingo, desconocidos abandonaron dos cabezas y otros restos humanos en puestos de votación de Tijuana (noroeste, fronteriza con Estados Unidos), duramente golpeada por el narcotráfico, informó la Fiscalía.
La víspera, cinco indígenas que transportaban material electoral murieron en una emboscada en el estado de Chiapas (sur), reportaron las autoridades.
Esa violencia se enmarca en el baño de sangre que sufre el país desde 2006, cuando el gobierno de la época lanzó un operativo militar antidrogas.
Pese al miedo reinante en localidades de estados como Guerrero y Jalisco, la jornada, a la que estaban convocados 95 millones de electores, tuvo una participación de entre 51,7% y 52,5%, de acuerdo con el INE.
Voto polarizado
Aunque México es uno de los países más golpeados por el coronavirus, la perspectiva de un voto de castigo no era clara ante el retroceso de la epidemia, según encuestas.
«Desgraciadamente vino la pandemia. Sin ella, el ejercicio del gobierno habría sido mejor. No tengo queja, por eso estoy aquí», declaró a la AFP Tania Calderón, empleada de 37 años, antes de sufragar en Ciudad de México.
Por el contrario, Alejandra Bernal, estudiante de derecho de 22 años, expresó su inconformidad en las urnas.
«México tuvo oportunidad de tomar medidas previas y no se hizo. Pero esta responsabilidad es de gobernantes y ciudadanos. Mi voto fue para la derecha», afirmó la joven.
El país, de 126 millones de habitantes, acumula casi 229.000 muertes por covid-19 -cuarto en el mundo en números absolutos- y su tasa de mortalidad es la vigésimoprimera por 100.000 habitantes.
Fuente: Diario las Américas