No se sabe quiénes dirigirán instituciones claves para los inversionistas, como el Ministerio de Economía o el Banco Central, cuyo presidente Julio Velarde ha dirigido la entidad por más de 14 años y ha dicho hace algunas semanas que “va a pensar” la propuesta de Castillo para continuar en el cargo.
Los empresarios no conocen al presidente electo y lo miran con desconfianza. Oscar Caipó, presidente del gremio más importante de empresarios en Perú, dijo a la televisora pública que para seguir “creciendo se necesita inversión, que requiere estabilidad, confianza y estado de derecho”.
La agencia de calificación crediticia Fitch Ratings dijo que la victoria del profesor rural “aumenta la incertidumbre de la política económica, ya que el presidente electo aún no ha definido las prioridades políticas claves de su amplia plataforma de campaña, de tendencia izquierdista”.
A diferencia de los expresidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Venezuela, Hugo Chávez, que tuvieron amplio apoyo en el Legislativo para sus gestiones, Castillo llega débil. Ni siquiera lidera a los legisladores del partido Perú Libre, por el cual fue elegido, porque es un invitado en esa agrupación.
El fundador de Perú Libre es el neurocirujano marxista Vladimir Cerrón, quien cumple en libertad una condena de cuatro años de cárcel por corrupción mientras fue gobernador en 2019. Aunque Castillo ha mencionado varias veces que en su gestión a Cerrón “no lo van a ver ni siquiera de portero”, el médico formado en Cuba es activo en las redes sociales y controla a su partido.
Los analistas afirman que lo primero que Castillo debe evitar es ser destituido del cargo en un país donde hubo cuatro presidentes desde 2016. Para seguir en su puesto el profesor debe asegurar al menos 44 votos de los 130 integrantes del congreso unicameral. Perú Libre obtuvo 37 sillas y si Castillo se acerca al centro, podría conseguir siete votos claves de otros partidos.
Una vez asegurado su sillón, Castillo debe cumplir con su promesa de “no más pobres en un país rico” que provocó un alud de votos, sobre todo en las zonas rurales del país y entre los pobres. El presidente electo, que no tiene experiencia en el manejo de los asuntos públicos, pero sí habilidades desarrolladas como dirigente del sindicato magisterial, ha prometido que su gobierno será «inclusivo».
Castillo, dejó entrever el martes que su gobierno lo conformarán figuras provenientes de diversas tiendas políticas, en sus primeras declaraciones a la prensa al día siguiente de ser proclamado por el jurado electoral.
«Estamos estructurando un equipo de trabajo y veo que hay personas bastante interesadas en contribuir en el apoyo a este gobierno, de todas las tiendas políticas, personas que también no son políticos que hoy las he visto [y] que tienen toda la disponibilidad», aseguró Castillo.
«Estamos haciendo una convocatoria a todos los técnicos, a las personas más distinguidas y comprometidas por el país» para que se sumen al equipo del nuevo gobierno, dijo Castillo a los periodistas al salir de la oficina del Registro Nacional de Identificación y Registro Civil (Reniec), en el centro de Lima.
La incertidumbre sobre quién sería el nuevo presidente de Perú luego de las acusaciones de fraude sin pruebas de la candidata perdedora Keiko Fujimori, han reducido a sólo una semana el usual mes de plazo que dispone un presidente electo para conformar su gabinete antes de asumir el poder. Castillo no tendrá descanso porque Fujimori, que tiene 24 parlamentarios y otros 25 posibles legisladores aliados de partidos derechistas, aceptó a regañadientes el triunfo “ilegítimo” del profesor y auguró, sin dar detalles, que su victoria “tendrá graves consecuencias para nuestro país”.
Una de las primeras batallas que Castillo enfrentará es su deseo de cambiar la Constitución promulgada en 1993. Fujimori afirma que Castillo buscar destruir la actual constitución “para tomar el poder de forma definitiva”. El presidente electo ha negado esa posibilidad y le ha pedido a Fujimori no poner “más obstáculos para sacar adelante este país”.
Otra de las amenazas de la presidencia de Castillo es seguir la ruta de Cuba, Venezuela y Nicaragua, gobernados por dictaduras socialistas.
Fuente: Diario las Américas