Gustavo Petro ha concretado el martes su primera reunión formal desde que es presidente de Colombia con el tirano venezolano Nicolás Maduro. El encuentro no ha podido tener peor timing, si se tiene en cuenta que, justamente al producirse, el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, ha solicitado la reapertura de la investigación al régimen chavista por estar presuntamente incurso en delitos contra la humanidad.
El papel del presidente izquierdista colombiano es verdaderamente estelar, pues se ha propuesto de manera firme regresar a Maduro a la comunidad internacional luego de que el dictador chavista ha pasado un par de años en el ostracismo causado por la manipulación de las elecciones presidenciales de 2018, en las que se adjudicó fraudulentamente un nuevo mandato.
Petro despunta como el presidente en ejercicio dentro de la región que ha asumido con mayor entusiasmo el rol de cabildero de los intereses Maduro. Incluso, no es de extrañar que el exguerrillero, ahora trocado en jefe de Estado, esté siendo utilizado como puente por la Administración Biden para aproximarse al caso venezolano, con miras a entablar una eventual reestructuración de relaciones entre el gigante del norte y el país caribeño.
Así, el Gobierno de los Estados Unidos dejó entrever el martes en una declaración que aspiran que Petro pueda convertirse en un factor de “promoción” de la democracia en Venezuela. «Los venezolanos merecen las mismas oportunidades que tienen los colombianos y otros pueblos de la región para elegir de forma democrática a sus líderes», reza parte del comunicado.
Entre los temas conversados entre Petro y Maduro el martes se deslizó que se podría trabajar en el regreso de Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones (CAN), una instancia de integración económica regional basada en principios básicos de libre comercio y que está conformada por Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. La nación presidida hoy por Maduro decidió abandonar intempestivamente la CAN en 2006, bajo el mandato del fallecido Hugo Chávez.
El país que hasta hace poco vivió la peor etapa de su historia moderna en términos económicos, con una hiperinflación galopante y una brutal devaluación de su moneda -en medio de la aplicación cabal de un paquete de medidas socialistas impulsadas por el chavismo-, estaría ahora haciendo el paripé de querer abrazar al mercado y a los libres intercambios comerciales con el mundo. Todo de la mano de Petro, quien fungiría como valedor de la tiranía venezolana. Así como suena.
Sin embargo, la realidad siempre es más cruel que la ficción: el fiscal jefe de la CPI Karim Khan ha solicitado a la Sala de Cuestiones Preliminares del tribunal internacional que prosiga en sus investigaciones por violaciones de derechos humanos en Venezuela, dado el “alcance insuficiente” que han tenido las presuntas pesquisas de la justicia chavista para esclarecer delitos cometidos contra opositores al régimen al menos desde el año 2014.
“(…) En la actualidad, la evaluación independiente y objetiva de mi Oficina es que estos esfuerzos y reformas siguen siendo de alcance insuficiente o aún no han tenido un impacto concreto en los procedimientos potencialmente relevantes”, señala en su petitorio Khan a propósito de lo que en la corte es conocido como el caso “Venezuela I”.
Vale recordar, además, que hace poco más de un mes una misión independiente adscrita a la Organización de Naciones Unidas (ONU) divulgó un informe en el que calificó la situación venezolana bajo el chavismo como una en la que se han cometido delitos contra la humanidad mediante cuerpos represivos adscritos al Estado, donde además existe una estructura jerárquica encabezada por el propio Maduro, quien tiene pleno conocimiento y poder de mando en tales excesos.
De tal modo resulta indignante que mientras todo esto está en desarrollo Petro pase por Venezuela a blanquear a la dictadura de Maduro y pretenda -faltaba más- insertarla nuevamente en el contexto regional como si nada hubiese pasado. Recientemente el propio embajador de Colombia en Caracas, Armando Benedetti, dejó entrever la posibilidad de que su país podría retirar la denuncia ante la CPI contra Venezuela por la comisión de este tipo de delitos.
Esta jugada solo puede entenderse en clave de la complicidad propia de organizaciones como el Foro de Sao Paulo, que además ahora se sienten envalentonadas con el regreso de personajes como Lula da Silva al poder en el Brasil. Y vendrán cosas peores, dice la Biblia…