La soberanía popular que –según el artículo 5 de la Constitución venezolana– reside “intransferiblemente en el pueblo”, quien la ejerce “mediante el sufragio”, es un “error”, para el presidente colombiano, Gustavo Petro, pues así calificó las elecciones presidenciales celebradas el pasado 28 de julio en Venezuela. Con esto, el mandatario del vecino país no solo pisotea la democracia venezolana y justifica que se viole la Carta Magna sino que además enciende las alarmas en Colombia, donde corresponde la realización de elecciones presidenciales en 2026 y con estas declaraciones durante una entrevista en Brasil, donde asistió a la cumbre del G20 que se celebra en Río de Janeiro, los temores que pueda manifestar la oposición colombiana al respecto no serán exagerados.
“Creo que fue un error las elecciones”, respondió Petro ante la pregunta de cómo debe tratar el tema de Venezuela a partir de ahora. Según su nefasto comentario, el problema no fue el fraude cometido por el régimen chavista, ni las inhabilitaciones inconstitucionales ni los bloqueos a las postulaciones. “No hay un voto libre si hay un bloqueo”, fue su inaudita respuesta que asomó su intención de pasar la página y mirar para otro lado, como adelantó su gobierno hace un par de semanas cuando recibió con honores en Colombia al canciller de la dictadura venezolana, Yván Gil, para su participación en la COP16 que se celebró en Cali, desde donde negó descaradamente la existencia de presos políticos y atacó a la oposición.
Petro además lamentó el hecho de que él fue “partidario de que se hicieran” las elecciones en Venezuela, ignorando que según la Constitución corresponden cada seis años. ¿Avala entonces el presidente colombiano el secuestro de la soberanía popular y la toma del poder por la fuerza? ¿Se atreverá a argumentar un disparate similar en su país? Esto sin duda eleva las preocupaciones en la oposición colombiana, más aún cuando Petro se dio a conocer como guerrillero del M-19, que en 1985 tomó con el uso de las armas el Palacio de Justicia, dejando este hecho un saldo de 101 muertos, entre ellos 11 magistrados.
El comportamiento “oscuro” de Maduro y el lobby de las petroleras
Intentando matizar su polémico comentario, Gustavo Petro agregó inmediatamente que “el comportamiento del gobierno venezolano fue oscuro” porque “no generó una claridad sobre lo que ellos afirman, que ganaron las elecciones, y dejó ese mapa oscuro al no mostrar las actas”. Sin embargo, consideró que “la exigencia de un cambio radical en el gobierno no es realista” y haciendo a un lado el hecho de que los venezolanos ya se expresaron en las urnas, sugirió que “el pueblo debe ponerse de acuerdo”, trasladando además la responsabilidad del fraude cometido el 28 de julio a “agentes nocivos de los poderes mundiales más interesados en el petróleo que en otra cosa”.
En esto último tiene parte de razón, pues la política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela ha estado en cierta forma secuestrada por el lobby de las petroleras que solo buscan cuidar sus intereses económicos como Chevron, que gracias a una licencia otorgada por el Gobierno de Joe Biden desde finales de 2022, proyecta un aumento de la producción en 35 % para 2025 en tres empresas conjuntas con la estatal venezolana PDVSA. Solo en los primeros ocho meses de 2024 se han enviado 53 millones de barriles de petróleo venezolano a EE. UU., superando ya la cifra total de 2023, que cerró en 48,3 millones. Esta es la razón por la cual la Casa Blanca, a pesar de la implosiones de sanciones individuales a miembros de la cúpula chavista, no se atreve a perjudicar los intereses de las petroleras.
El desafortunado comentario de Gustavo Petro generó natural preocupación en la oposición y la prensa de su país. Así, la directora del periódico El Colombiano, Luz María Sierra, pidió al Congreso no equivocarse con la elección de los magistrados de la Corte, temiendo por el “concepto de democracia” de Petro al calificar como un “error” las pasadas elecciones en Venezuela.