El lado autoritario del presidente colombiano, Gustavo Petro, comenzó a brotar. La sanción de la Reforma Tributaria que golpeará los bolsillos de la población en general y de empresas financieras y de hidrocarburos; el proyecto de una reforma política que permitirá la reelección indefinida de los congresistas, e incluso, su nombramiento como ministros en el mismo periodo legislativo; y el ferviente apoyo al exmandatario peruano, Pedro Castillo, acusado de rebelión y conspiración por intentar perpetrar un golpe de Estado, ha llevado a aliados y miles de usuarios de las redes sociales a bautizarlo como un «dictador» más.
Petro está “pasando la línea” de la tolerancia entre sus partidarios. Hay quienes ya lo hacen saber públicamente. “Tengo dolor, vergüenza y una profunda decepción”, confesó la congresista del partido Alianza Verde, Katherine Miranda, tras la aprobación de una reforma política en la plenaria auspiciada por Petro, la cual facilitará alianzas entre los partidos grandes y minorías.
“Me duele profundamente que en este gobierno, con el aval de ustedes, estén acabando con las minorías en este país. Tengo que decirle al país que esto no es por lo que yo, y millones de colombianos votamos, por acabar las minorías», expresó tajantemente.
Aliados decepcionados
Miranda usó el micrófono sin filtro. No tiene jefe político y tampoco le regalaron su curul, asegura en Twitter, donde promete defender la democracia ante la “incoherencia de un gobierno que dice ser el cambio».
Con su declaración deja tácita la percepción de Petro como «dictador» al interior de sus filas, y las voces en esta dirección aumentan con el paso de las horas. Jennifer Pedraza, del partido Dignidad, también rechaza la disposición que pasó al quinto debate de los ocho que requiere para convertirse en ley.
En su intervención recordó que Petro, durante su rol como senador en octubre de 2018, fustigó la reforma política del expresidente Iván Duque, calificándola como un castigo a las minorías que mantenía la elección politizada del Consejo Nacional Electoral.
“Todas las veces que en Colombia, en su historia, se ha querido usar un poder mayoritario para exterminar una minoría la respuesta no ha sido sino dos siglos de guerra permanente”, decía Petro en aquel momento, pero ahora cambió de opinión.
Más impuestos en marcha
El repudio a las iniciativas de Gustavo Petro que vuelve tendencia en redes su talante de «dictador» se profundiza en medio de la promulgación de la Reforma Tributaria del mandatario, que pretende recaudar unos 20.000 millones de pesos (4,1 millones de dólares) durante 2023.
El presidente colombiano ya firmó el documento que gravará a empresas extranjeras con presencia económica significativa en Colombia como Netflix, Amazon o Uber, entre otras, así quedó establecido en el artículo 12 que ordena el 20 % de impuestos sobre la renta correspondiente a dividendos o participaciones percibidos por sociedades u otras entidades extranjeras sin domicilio principal en el país, así como por personas naturales sin residencia en Colombia, y por sucesiones ilíquidas de causantes que no eran residentes en Colombia.
La medida tendrá consecuencias en la inversión. Gremios estadounidenses, a través de una extensa carta, alertaron hace un par de meses al gobierno de Joe Biden del revés que tendrán las exportaciones de bienes y servicios de Estados Unidos debido a «la imposición de impuestos a los no residentes únicamente sobre la base de ‘tener una interacción deliberada y sistemática’ con usuarios o clientes en Colombia, teniendo en cuenta una determinada cantidad de ingresos brutos, el número de clientes o usuarios colombianos o el uso de precios con la aceptación de pagos en la moneda local», lo cual quedó asentado en el artículo 57 de la reforma.
Sin soluciones a largo plazo
«Esta reforma hace lo mismo que todas, cargan a quienes siempre han pagado pero no logra ser lo que se necesita. En el caso de Colombia hay 60 % de vacío de personas que trabajan informales, hay mucha evasión y también siguen sectores como los del azúcar sin pagar impuestos», dijo Andrés Moreno, analista y asesor financiero de la Universidad del Rosario, en conversación con PanAm Post.
En su opinión, para que una reforma tributaria resulte óptima «todos tienen que poner y el gobierno tiene que tener los mecanismos para devolver en beneficios a los sectores pobres ese dinero, pero eso no se logró. No tiene sentido que algunos sí paguen y otros no cuando cada uno tiene que pagar en justa proporción. En dos años se necesitará otra reforma».
Una defensa polémica
El exguerrillero del M-19 sacrifica su imagen de demócrata por un aliado. En Twitter ya han bautizado a Gustavo Petro como «dictador» por las reformas que parecen catapultarlo a la tiranía con solo cuatro meses en la Casa de Nariño. Además, la defensa activa del expresidente peruano, Pedro Castillo, quien salió del poder como golpista y corrupto, también lo empuja en esa dirección.
Insiste en que «la crisis en el Perú, el apresamiento, sin juez y sin defensa, de un presidente elegido popularmente ha puesto en serio cuestionamiento el papel de la Convención Americana en el ordenamiento jurídico Latinoamericano». Pocos lo han defendido con tanta vehemencia e incondicionalidad.
Esta es su tercera mediación por Castillo a una semana de su detención por declarar un Estado de excepción que disolvía al Congreso, tras sumarse al comunicado conjunto de Argentina, México y Bolivia, en el que exigen garantías y protección judicial para el destituido presidente y solicitan a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) medidas cautelares, victimizando así al mandatario peruano que salió del poder por la puerta de atrás por intentar mantenerse en el cargo con medidas antidemocráticas. Defender a Pedro Castillo en esas condiciones no ayuda a la imagen de quienes parecen meter las manos en el fugo por quien pasó a la historia como un golpista que pretendió convertirse en dictador.