El presidente izquierdista de Colombia, Gustavo Petro, insistió el martes en su tesis de abandonar el enfoque de persecución a los productores de hoja de coca y marihuana durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, que se lleva a cabo en Nueva York esta semana, al mismo tiempo que utilizó dicho evento para defender la tiranía encabezada por Miguel Díaz-Canel.
En medio de su alocución el mandatario llegó a calificar a la hoja de coca como la «planta sagrada de los incas», haciendo ver como víctimas de los Estados Unidos a quienes se han dedicado por años a su cultivo.
«Para destruir la planta de coca arrojan venenos y glifosato en masa que corre por las aguas, detienen a sus cultivadores y los encarcelan. Por destruir o poseer la hoja de la coca mueren un millón de latinoamericanos asesinados y encarcelan a dos millones de afros en América del norte. Destruid la planta que mata, gritan desde el norte, destruidla, pero la planta no es sino una planta», dijo el jefe de Estado hispanoamericano.
En un enfoque absolutamente perverso Petro vinculó su discurso pro-legalización de estas drogas con una supuesta apología al ecologismo y a la lucha contra el cambio climático, queriendo hacer ver que la erradicación de sus sembradíos causa un daño irreversible a vastas porciones del Amazonas.
En tal sentido, llamó a «excluir» la hoja de coca y la marihuana de la política «prohibicionista», enfatizando nuevamente que la guerra contra las drogas a nivel mundial ha «fracasado», como lo demuestra la entrada con fuerza del consumo masivo de fentanilo en los Estados Unidos.
«El pilar climático del mundo desaparece con toda su vida (…) La selva salvadora es vista en mi país como el enemigo a derrotar, como la maleza a extinguir. El espacio de la coca y de los campesinos que la cultivan, porque no tienen más que cultivar, es demonizado. Para ustedes mi país no les interesa sino para arrojarle venenos a sus selvas, llevarse a sus hombres a la cárcel y arrojar a sus mujeres a la exclusión», continuó el presidente colombiano.
Otro de los puntos álgidos de la intervención del mandatario sudamericano ante la Asamblea General de Naciones Unidas fue su abierta defensa de la tiranía de Cuba, un país que en su criterio está «injustamente bloqueado».
«Llegué a La Habana, país injustamente bloqueado al que un presidente de mi país logró que se le incluyera en la lista de países terroristas solo porque (Cuba) había ayudado a hacer la paz en Colombia», señaló en clara referencia a la intermediación que ha ejercido el régimen castrista en las polémicas negociaciones de paz desarrolladas en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y recientemente con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Así, es evidente que Petro ha terminado convirtiéndose en el alfil del Foro de Sao Paulo para promover una agenda de despenalización del cultivo de ciertas drogas -que arranca en la hoja de coca y la marihuana, pero que no se sabe dónde podría terminar- bajo meros pretextos ambientalistas y de «realismo», al mismo tiempo que no tiene empachos en convertirse en uno de los principales promotores del blanqueamiento de tiranías como la cubana y la venezolana en la región. Su respaldo al régimen Maduro desde hace meses arroja suficiente evidencia de esto último.