Hace poco más de 30 días que Gustavo Petro asumió la presidencia de Colombia y ha sido tiempo suficiente para dejar zanjada la discusión respecto a si el ex integrante del M-19 pertenecería a la izquierda “vegetariana” o la “carnívora”.
Basta colocar algunas noticias sobre la gestión de Petro en este breve período, para que usted mismo saque sus conclusiones:
El 11 de agosto Petro, propuso legalizar la marihuana, cuyo cultivo y comercialización ya está permitido en el país, pero exclusivamente con fines medicinales. «¿Qué pasa -preguntó- si se legaliza el cannabis en Colombia sin licencias? Como sembrar maíz, como sembrar papa», dijo durante un encuentro con alcaldes del suroeste del país, donde abundan las plantaciones ilegales de marihuana. Por declaraciones como estas ofrecidas durante la campaña electoral Petro fue señalado como “el caballo de Troya” del narcotráfico.
El 20 de agosto, Petro expidió un decreto para suspender órdenes de captura y extradición a integrantes del terrorista Ejército de Liberación Nacional (ELN) e invitó a quienes hacen vida en grupos paramilitares a abrir su disposición al diálogo. Estas supuestas negociaciones lo que esconden en realidad es un perdón unilateral, como ocurrió en el mal llamado proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que para nada pacificaron al país, sino que brindó impunidad a los criminales.
Dos dias despúes, el 22 de agosto, la Cancillería informó que Colombia se retiraba de la Declaración del Consenso de Ginebra que luchaba contra el aborto. Ninguna sorpresa puesto que, durante la campaña electoral, el Pacto Histórico se pronunció en favor del aborto.
El 30 de agosto, el ahora embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, confirmó que Petro podría revertir la denuncia interpuesta por Colombia -junto a un grupo de países- por delitos de lesa humanidad en contra de Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional.
Iniciándose el mes de septiembre, la revista SEMANA reveló el contenido de una carta enviada por 279 extraditables presos al presidente Petro, mediante la cual “se comprometen con el desmonte del narcotráfico y piden repatriación de los colombianos presos en Estados Unidos”. Cualquier persona con mediana experiencia sabe que el compromiso de narcotraficantes no tiene valor alguno.
Ese mismo día, Petro anunció que eliminará en Colombia los permisos especiales de porte de armas que le permite a la ciudadanía defenderse de la delincuencia que no necesita autorización oficial para atracar o asesinar.
El 2 de septiembre, se confirmó la asistencia de miembros de la “primera línea” al Congreso para hacer “recomendaciones” sobre manejo de la protesta. La primera línea agrupa a los vándalos que destruyeron centenares de comercios en el año 2021, y quienes fueron judicializados por sus crímenes. Ahora Petro pretende lavarles la cara, al igual que lo hace con el ELN.
La condescendencia de Petro respecto a los grupos terroristas armados y los narcotraficantes, contrasta con su rigurosidad ante las Fuerzas Militares, puesto que en su primer mes de gobierno pasó a retiro a más de 50 generales, sin explicación alguna, disminuyendo de esta manera la capacidad operativa de la institución castrense.
En cuanto a su desempeño internacional, Petro intervino en los asuntos internos de Argentina atacando a los jueces y fiscales que adelantan el juicio contra Cristina Kirchner, señalada de desfalcar al país por un monto de mil millones de dólares. Y, posteriormente, tuvo otra injerencia indebida en Chile al condenar los resultados del plebiscito del 4 de septiembre, lo cual le trajo numerosas críticas.
De la desastrosa gestión de Petro da cuenta la economía, puesto que según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), durante el mes de agosto el Índice de Precios al Consumidor registró una variación de 10,84% en comparación con agosto de 2021. Una cifra no vista desde abril de 1999.
Y esto apenas es el comienzo. El proyecto de reforma tributaria, los ataques contra el sector petrolero, la incapacidad de su tren ministerial, la amenazas en contra de la propiedad y la falta de inversión privada, anticipan peores índices económicos en los próximos meses. Al parecer el mandatario colombiano se desgastará muy rápidamente, como le ocurrió ya a sus colegas Pedro Castillo y Gabriel Boric.