sábado, septiembre 7, 2024
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Por presión electoral, Biden intenta frenar el caos que creó en la frontera sur

WASHINGTON- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este martes «ciertos límites» en inmigración como parte de su campaña electoral, después de tres años de un caos gigantesco en la frontera sur del país y sin importarle las exigencias ni las presiones directas de los republicanos en el Congreso en Washington D.C.

Biden, detrás del expresidente Donald J. Trump en todas las encuestas nacionales entre otras cosas por el desastre de su política en inmigración, anunció el «cierre» temporal de la frontera con México, cuando la cifra de entradas de personas al país sea excesiva de forma sistemática durante una semana.

La medida es vista como drástica por la extrema izquierda y dentro del Partido Demócrata, pero tibia y extremadamente tardía para los republicanos y millones de votantes que han pedido desde el 2021 el control en la frontera.

Además del desastre en seguridad nacional, el costo adicional en Inmigración impuesto por Biden supera los 600.000 millones de dólares de forma directa e indirecta en sus más de tres años de mandato.

Casi 2,5 millones de migrantes cruzaron la frontera sur en 2023. La mayor parte proviene de Centroamérica y Venezuela. Muchos huyen de la pobreza, la violencia y la falta de posibilidades.

La cifra de inmigrantes ilegales en la frontera sur alcanzó un récord de entre 10.000 y 13.000 migrantes por día en diciembre, pero la cantidad ha caído en los últimos meses por las intensas acciones en el Congreso contra Biden y contra el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, a quien los republicanos pidieron la renuncia y un juicio político que no fructificó en el Senado bajo el control de los demócratas.

El objetivo es sólo electoral
El propósito de este ligero cambio es sólo electoral y bajo la presión del presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, quien llegó a un acuerdo con la Casa Blanca para aprobar el paquete de más de 60.000 millones de dólares a Ucrania. Una de las peticiones de Johnson fue frenar el caos en la frontera. Únicamente así, llegó la reacción del gobierno de extrema izquierda en Washington D.C.

Ni a Biden ni a los demócratas les había interesado antes el desastre de seguridad nacional en la frontera sur, por el contrario. Frente a las peticiones de representantes y senadores conservadores indignados, las dos respuestas siempre fueron la indiferencia o la ratificación de que la Casa Blanca mantendría su política de «Puertas Abiertas». Según ellos, no «había ninguna razón para cambiar esa estrategia» y todos los intentos de los republicanos por revertirla terminaron en la frustración, hasta ahora, que deciden amortiguar el nefasto impacto en la población estadounidense revelado en todas las encuestas.

En estos momentos, Trump lleva una ventaja de hasta 12 puntos por encima de Biden en intención de voto, incluso en estados clave para las presidenciales de noviembre. Y esa es la razón fundamental del cambio.

Durante tres años Biden ha hecho caso omiso a las presiones republicanas, incluso frente a un eventual cierre del gobierno federal respecto al techo de la deuda y la congelación del envío de ayuda a Ucrania, una estrategia utilizada por los conservadores que tampoco funcionó hasta última hora. El cambio formó parte del acuerdo con Johnson y un grupo de legisladores republicanos para dar luz verde a los fondos para Volodimir Zelenski.

Biden firmó una orden ejecutiva que «rechaza» de cierta manera a los migrantes solicitantes de asilo que crucen ilegalmente la frontera sur en momentos en que sigue el gran volumen de llegadas diarias.

La orden entra en vigor cuando el promedio de siete días de cruces fronterizos diarios supere los 2.500 por los puertos de entrada, dijeron funcionarios de la administración, lo que significa que entrará en vigor de inmediato.

La nueva política representa una pequeña curita de interés electoral al caos creado por el gobierno de Joe Biden en la frontera sur de EEUU, muy parecida a otra propuesta anterior bloqueada por los republicanos en la Cámara Baja con el apoyo de demócratas moderados.

No obstante, ahora Biden camina sobre una cuerda floja tras la orden, un cambio específico en los derechos de asilo, que según los funcionarios de la Casa Blanca no es comparable a las medidas que implementó la administración Trump durante su mandato.

Las aclaraciones de la Casa Blanca
“Hay varias diferencias entre las acciones que estamos tomando hoy y las políticas de la era Trump», dijo bajo anonimato un alto funcionario de la Casa Blanca a periodistas.

De cualquier forma, la aclaración no ha colado entre los extremistas de izquierda y tampoco apaciguará la presión de los conservadores. Así que en estos momentos, Biden se encuentra entre dos paredes que lo aprisionan, ante la inexistencia de alguna salida efectiva inmediata a un desastre de más de tres años en inmigración y con la entrada de casi 10 millones de ilegales detectados en el cruce de la frontera entre México y EEUU.

Si se suma un promedio hipotético de personas NO detectadas y que han entrado al país de manera ilegal, la cifra por supuesto es mucho mayor.

La orden de Biden también enfrentará desafíos legales, así como las críticas dentro del Partido Demócrata, permeado por la extrema izquierda, que ya afirma que Biden se hace eco ahora de las medidas de Trump contra el sistema de asilo.

El núcleo de la nueva política es la capacidad de negar la entrada a la mayoría de los extranjeros que cruzan la frontera sin autorización previa.

Para efectos de la ley de inmigración, un ciudadano extranjero ingresa a los Estados Unidos cuando es admitido legalmente por un funcionario estadounidense; La nueva política impedirá que los funcionarios fronterizos admitan nuevos solicitantes de asilo mientras esté activa.

La orden final fue emitida por el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y el fiscal general, Merrick Garland, y actúa cuando el promedio de siete días de encuentros diarios en la frontera suroeste y las fronteras costeras del sur supere los 2.500.

Cuando esto ocurra, los agentes fronterizos estadounidenses dejarán de hacer entrevistas de miedo creíble para las solicitudes de asilo y trabajarán para expulsar rápidamente a los extranjeros que hayan cruzado la frontera por los puertos de entrada.

Cualquier persona que exprese miedo creíble o la intención de buscar asilo será examinada por un oficial de asilo de Estados Unidos, pero con normas más estrictas que las que se utilizan actualmente. Si la persona aprueba el proceso, podrá buscar vías más limitadas de protección humanitaria, incluida la Convención contra la Tortura de la ONU.

Prohibición de cinco años para reingresar
Los migrantes que sean expulsados en virtud de la orden recibirán una prohibición mínima de cinco años para reingresar a Estados Unidos y potencialmente serán procesados penalmente.

Los registros de inmigración indica que actualmente el número de entradas irregulares diarias es mucho mayor que el fijado en el decreto. El promedio sobrepasa las 5.000 entradas diarias

El texto oficial prevé la reapertura de la frontera cuando la cantidad de solicitantes de asilo sea inferior a 1.500 al día.

A pocos meses de las elecciones presidenciales, Biden trata de «virar» su política migratoria después de que los sondeos de opinión revelan desde hace meses que este asunto tendrá mucho peso en noviembre en su revancha contra el expresidente republicano Donald Trump (2017-2021).

El equipo de campaña de Trump desestimó en un comunicado esta iniciativa al considerar que no está diseñada «para la seguridad fronteriza», y repitió el mensaje del republicano que constantemente insiste en que los inmigrantes irregulares son responsables del aumento de los delitos violentos en Estados Unidos, acusación sin base en datos oficiales.

El cortejo a los votantes indecisos
Biden pretende ahora cortejar a los votantes indecisos alarmados por la situación migratoria en la frontera.

Pero su plan seguramente enojará a miembros y militantes del ala extremista del Partido Demócrata y es casi seguro que será impugnado por grupos de derechos civiles.

El gobierno de Biden, en un año electoral decisivo, ha tratado en los últimos dos meses de frenar los cruces en coordinación con México y otros países para reducir los flujos migratorios mediante políticas económicas y aplicación de leyes un poco más restrictivas, pero las encuestas revelan que para los votantes esas medidas ya son demasiado tarde.

El gobierno de Biden ha causado el mayor problema de seguridad nacional en la frontera sur de EEUU en la historia de la nación.

Fuente: Diario Las Américas

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