Oriana Rivas,
En junio del año pasado, el dictador venezolano Nicolás Maduro recibía a su homólogo iraní, Ebrahim Raisí, en Caracas. Aprovecharon de rechazar las sanciones internacionales y de defender sus ansias de crear un mundo multipolar, donde su alianza sea más poderosa que Estados Unidos. Luego, Raisí siguió hacia Cuba y Nicaragua.
Su gira por la región solo es la punta del iceberg de un asunto mucho más complejo y que se relaciona con el reciente ataque iraní contra Israel, por más de que algunos habitantes de América Latina piensen que se trata de un conflicto aislado. En total, el régimen islámico lanzó más de 300 drones y misiles balísticos contra el Estado judío este fin de semana. La cúpula de hierro repelió el 99 % junto a misiles estadounidenses y británicos. Aún así, el episodio deja alertas para América Latina.
La razón es que Teherán se ha encargado de tejer una red de alianzas que incluye no solo pactos políticos, sino económicos con la actuación, además, del grupo terrorista Hezbolá —financiado por Irán— en países de la región y en zonas entre Venezuela, Colombia y Panamá con un esquema de lavado de dinero basado en el comercio, tal como retrató el Centro para una Sociedad Libre y Segura (Center for a Secure Free Society, SFS). También hay otros episodios, como el hallazgo del ministerio de Defensa israelí sobre envíos ilegales oro entre Irán y Venezuela, el cual serviría para financiar las actividades de los extremistas.
Opciones de Irán en América Latina
América Latina se convirtió en una gran plataforma no solo para Irán sino para sus compañeros del “eje del mal”: China y Rusia. Pero, ¿cuál es el peligro ahora y qué tiene que ver el ataque contra Israel? Que el régimen islámico podría considerar extender el conflicto en dicha región.
Un nuevo Informe de Situación (SITREP) del SFS destaca que “no tienen ninguna información específica que sugiera que Irán tomará este curso de acción”. Sin embargo, destacan “movimientos relevantes en las últimas semanas y meses que sugieren que Irán se ha preparado para tener una opción en América Latina si es necesario”.
El régimen islámico tiene actualmente 11 embajadas en América Latina: Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Brasil, Ecuador, Uruguay, Chile, México, Colombia y Argentina. “Al menos seis de ellos albergan a un agregado de defensa iraní”, afirma. Algo que no es descabellado si se tiene en cuenta que Bolivia se considera puerta para la influencia militar de Teherán en la región.
Así el informe retrata cuatro opciones de Irán en suelo latinoamericano. La primera, “un ataque terrorista y/o asesinato contra objetivos israelíes, judíos y/o estadounidenses”. Le sigue la “desestabilización de aliados clave de América Latina patrocinada por Irán a través de protestas sociales con desinformación digital”. Tercero, “acciones subversivas en la frontera sur de Estados Unidos para disuadir el curso de acción de Washington de ayudar a defender a Israel”. Y por último, activar “ataques anfibios asimétricos militares venezolanos contra la vecina Guyana en el Atlántico/Caribe”.
La respuesta de Israel
Las hipótesis —cuyo estudio será ampliado próximamente— surgen en medio de un escenario tenso en Medio Oriente luego del ataque iraní contra Israel. El primer ministro Benjamín Netanyahu se ha reunido con su equipo de seguridad para determinar acciones mientras que su embajador en la ONU, Gilad Erdan, declaró que “se reservan el derecho legal a responder”.
Por lo pronto, la Administración Biden descartó unirse a represalias, posiblemente avizorando un conflicto que escale a dimensiones que se vuelvan incontrolables entre ambos bandos. Mientras que Maduro critica “la irracionalidad” de Jerusalén.
De lo que sí se tiene total certeza, es que Irán no desaprovecharía su posicionamiento en América Latina usando sus nexos con totalitarismos que anhelan su supremacía por encima de Estados Unidos.