martes, noviembre 19, 2024
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Presencia militar de Estados Unidos en el Caribe: «Maduro encarcela a opositores para evitar una invasión»

El pasado 1 de abril, el presidente estadounidense Donald Trump sorprendió al mundo con una noticia que asustó a unos, pero entuasiamó a otros: «Hoy Estados Unidos está lanzando una operación antinarcóticos mejorada en el hemisferio occidental», anunció a la prensa en la Casa Blanca. Según Washington, ese «despliegue antinarcóticos” incluye más destructores de la Armada, barcos de combate, aviones, helicópteros, guardacostas y aeronaves de vigilancia de la Fuerza Aérea, con lo que se duplica las capacidades en la región.
A pesar del impacto que generó la noticia, «no se trata de un bloqueo naval frente a las costas de Venezuela, se trata de un aumento significativo de la presencia militar en todo el Caribe por parte de Estados Unidos y 22 de sus aliados”, explica a DW el sociólogo y analista venezolano Tulio Hernández, coeditor de Ávila/Monserrate, una publicación de una asociación colombovenezolana del mismo nombre que análiza con «compromiso democrático” la crisis de Venezuela que amenaza con desestalibizar la región.
Algunos observadores han partido de que el anuncio del refuerzo militar en el Caribe se debe a que Trump ha querido desviar la atención de sus errores en el manejo de la crisis causada por la propagación del coronavirus. Shannon O’Neil, experta en América Latina del taller de pensamiento Council of Foreign Relations, dijo en esa ocasión a DW que «debido a la gran importancia de Florida a la hora de ganar las elecciones presidenciales del próximo noviembre, Trump quiere cautivar al electorado de procedencia latinoamericana”. O’Neil concluye además que «esas acciones de línea dura de la administración Trump no son una estrategia bien pensada para terminar con el régimen autoritario de Maduro en Venezuela».
«Una invasión no es la solución”
Pero para Hernández ha habido «una lectura equivocada” de los movimientos militares anunciados por Trump, que eran vistos como «un preámbulo de una invasión similar a la ejecutada en Panamá».
La invasión a Panamá, ordenada por George W. Bush, empezó el 20 de diciembre de 1989 y concluyó 42 días más tarde con la captura del presidente militar Manuel Noriega, acusado de narcotráfico. Noriega jugaba un doble juego: era colaborador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), a la vez que hacía negocios con la Cuba de Fidel Castro. Justamente de narcotráfico y alianza con grupos terroristas acusa Washington a Caracas.
Si bien Hernández considera que «se tendría que ser muy ingenuo para creer que Trump no busca distraer de algún modo la atención, la verdad es que el actual despliegue militar es otra más de las fases de una estrategia de presión que Washington emprendió contra el régimen de Venezuela desde enero de 2019”.  Una estrategia que también incluye el envío de fuerzas militares adicionales al océano Pacífico oriental, como lo ratificó ante la prensa el mismo Secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper. Venezuela empero, sigue en la mira del Comando Sur de Estados Unidos, con sede en la ciudad de Doral, Florida.
El hecho de que no haya habido hasta la fecha (18 de abril de 2020) ningún desembarco de tropas estadounidenses en playas venezolanas ni de sus aliados no quiere decir que el anuncio de Trump fuera mera «propaganda”, ni que el narcotráfico haya cesado. «Desde luego que las acusaciones de narcotráfico contra el régimen y los militares venezolanos siguen siendo uno de los argumentos válidos para la presencia militar estadounidense en el Caribe”, apunta Hernández, y acota que «no es el Ejecutivo en Washington el que eleva las acusaciones de narcotráfico sino la Justicia estadounidense y eso desde hace varios años”.
Pero mientras Washington aumenta la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro sin cruzar la línea amarilla de la invasión militar, este la ha aumentado sobre su propia población: «Aprovechando la licencia que otorgan las leyes para el control de la pandemia, hoy se puede entrar a todo teléfono y casa sin permiso”, denuncia Hernández, quien agrega que, «desde el día en que empezó la cuarentena – el 17 de marzo – van 50 presos, más de 30 de ellos periodistas, pero también médicos y ciudadanos que sencillamente informan espontáneamente sobre un paciente con coronavirus en su barrio”.

¿Fabricará Estados Unidos «mártires» venezolanos?
El ajedrez político entre Washington y Caracas tiene como peones a los venezolanos: Trump emplaza buques de guerra en el Caribe y Maduro responde poniendo presos a cada vez más ciudadanos. «Maduro está convirtiendo así a la oposición política en rehén para evitar una presunta invasión”, es la conclusión de Hernández.
A pesar de todo, asegura Hernández, la oposición política en Venezuela le apuesta a una salida negociada, «porque es lo único que nos permitirá suturar las heridas abiertas por el régimen». El sociólogo, autor del libro Una nación a la deriva, no pierde las esperanzas de que el cerco naval haga entrar en razón a Maduro y acepte el fin de todo este juego que cuesta vidas humanas: la realización de elecciones libres en Venezuela.
Pero al analista lo inquieta lo que sabe de las fichas con poder de decisión. Él conoce muy de cerca a varias figuras del régimen venezolano y concluye que, en realidad, «una invasión sería un regalo para ellos”. ¿Por qué? «Porque su extremismo es patológico y les gustaría morir por una bala estadounidense para poder ser recordados como mártires al lado del Che o Allende”, responde.
Fuente: Dw

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