domingo, noviembre 17, 2024
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Profesores universitarios venezolanos, los peor pagados del continente

Son lejanos los días en que ser profesor universitario en Venezuela era sinónimo de bienestar y poder adquisitivo. Las universidades de este país sudamericano, en particular las administradas por el Estado, tienen los salarios docentes más bajos de América Latina y el Caribe.
Un estudio reciente difundido por el Observatorio de Universidades de Venezuela (OBU), que compara data del país con la de otras naciones de la región es concluyente. Incluso Haití, un país que tradicionalmente ocupaba los últimos lugares en los índices regionales, aparece ahora por encima de Venezuela.
«La precarización del salario se ha profundizado en Venezuela en los últimos nueve años, en el caso de los docentes universitarios», asegura a DIARIO DE CUBA el sociólogo Carlos Meléndez, coordinador de OBU.
En 2001, el sueldo de un profesor en el nivel instructor (el más bajo del escalafón universitario), equivalía a unos 900 dólares, mientras que el del rango titular (el más alto y de mayor antigüedad) superaba los 2.600 dólares mensuales. Hoy, un titular recibe unos 100 dólares al mes, el salario más bajo de los docentes en América Latina y el Caribe, señala el reporte difundido por OBU.
Con estos ingresos es imposible cubrir ni siquiera la alimentación de una familia en Venezuela. En mayo pasado, el Observatorio Venezolanos de Finanzas (OVF) estimó que se requerían 382 dólares al mes solamente para comprar alimentos.
«Los académicos venezolanos gozaron de condiciones económicas y sociales para el desarrollo de la educación superior en el país, en el período democrático», recalca Meléndez.
El coordinador de OBU es categórico: «Los profesores venezolanos gozaron de bienestar ejerciendo la docencia. Hoy se han convertido en una población vulnerable en el contexto de la crisis humanitaria que atraviesa a Venezuela».
El Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación», fundado en 2015, ha venido monitoreando la escala salarial en la región. Este centro, afiliado al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), ha documentado que un profesor universitario en Cuba percibe 123 dólares al mes y en Haití 174.
Entre los países que mejor remuneran a los profesores universitarios están Chile y Panamá. Los puntos de partida se ubican en el equivalente a 3.245 y 2.200 dólares respectivamente, para profesionales que están en el inicio de su carrera docente.
OBU, por otra parte, ha documentado con una serie de encuestas la situación dramática que viven los docentes universitarios de Venezuela. «Más de un tercio come menos de tres veces al día, más de 40% sufre de enfermedades crónicas. Respecto a los servicios públicos, el 66% de los docentes no cuentan con servicio de agua constante y el 59% no recibe suministro de gas doméstico», precisa Meléndez.
El deterioro generalizado que vive el sector universitario, según OBU, ha incentivado la emigración. «Algunas universidades han podido estimar la fuga de cerebros. La Universidad de Carabobo estima que el 40% de sus docentes salieron del país, en tanto en la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado se estima un 60%», explica Meléndez.
El coordinador de OBU se lamenta, al ser preguntado por DIARIO DE CUBA, de la ausencia de políticas de acogida e inserción de los profesores universitarios venezolanos en los países a donde migraron, en su gran mayoría forzados por el significativo deterioro de sus condiciones de vida.
«Estos profesores no fueron a insertarse en el sector educativo, la gran mayoría han sido migrantes en situación de precariedad, especialmente a partir de 2013. Fueron profesores o investigadores universitarios y hoy son trabajadores informales, repartidores de comida, diversas actividades, todas ellas fuera del campo universitario», detalla Meléndez.
Para OBU resulta lamentable que otros países de la región no hayan sabido aprovechar ese capital humano, ya formado, en muchos casos con postgrados, para fortalecer al sector universitario de esos países que les acogieron como migrantes, pero sin estatus para la docencia o investigación.

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