Un fenómeno inusual ocurre en materia internacional. Por una parte, la Administración de Joe Biden levanta todo tipo de sanciones a la tiranía de Maduro; mientras que Rusia, por la otra, fortalece cada vez más las relaciones con Venezuela.
El pasado 11 de octubre, una nota de TeleSur reseñó el encuentro sostenido en Moscú entre el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Carlos Faría, con su homólogo de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, «con el propósito de fortalecer las relaciones bilaterales y pasar revista a los acuerdos de cooperación conjuntos».
Ambos funcionarios acordaron seguir coordinando numerosos formatos multilaterales en materia de política, para «construir un orden internacional más justo y democrático, fundamentado en el respeto a los principios y normativas del derecho internacional»; frase que es impudica, considerando la guerra de exterminio que Rusia libra contra Ucrania y los delitos de lesa humanidad que comete Nicolás Maduro.
Tres semanas antes, Serguéi Lavrov había entregado a Carlos Faría la «Orden de la Amistad» en el marco de las reuniones que se produjeron durante la celebración de la 77 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.
La Orden de la Amistad es una distinción otorgada en Rusia desde el 2 de marzo de 1994, en reconocimiento a las personas extranjeras cuyos trabajos, actos y esfuerzos se han dirigido a mejorar las relaciones con la Federación rusa y su pueblo. Y la verdad es que Maduro ha hecho mucho más que «mejorar las relaciones» con el pueblo ruso, en detrimento del venezolano. La tiranía encabezada por él se ha encargado de entregar a Putin un territorio desde donde Rusia puede amenazar la seguridad y defensa del hemisferio occidental.
Ahora bien, Estados Unidos no es el único país que pretende blanquearle el rostro a Maduro. El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares también se reunió con Carlos Faría, el mismo día que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU confirmaba, en un nuevo informe, las violaciones de los derechos humanos en Venezuela por parte del régimen chavista.
Cuando los gobiernos pasan por encima de la ética y de la moral, para hacer negocios con una tiranía, como ocurre con Estados Unidos y España, terminan pagándola muy caro; porque fortalecen a un monstruo (con varias cabezas) que después se los devora.