El presidente de Rusia, Vladímir Putin, pretende seguir haciendo de las suyas en la guerra que inició contra Ucrania hace casi 10 meses. Por ello, durante una ceremonia de entrega de medallas en el Kremlin, levantó una copa de champán mientras admitía los ataques contra la red energética ucraniana. “Sí, lo hacemos, ¿pero quién comenzó?”, dijo a los presentes.
Con esa frase llena de ironía, el mandatario justifica la grave crisis energética que padece el país gobernado por Volodímir Zelenski. Asegura que «nadie ha dicho una palabra sobre esto en ninguna parte», respecto al ataque contra el puente de Crimea en octubre pasado o el suceso tras haber «hecho saltar las líneas eléctricas de la central nuclear de Kursk». Pero Putin se equivoca. Cada episodio de la guerra ha trascendido internacionalmente al punto que la Unión Europea (UE) aseguró recientemente que existen “fuertes indicios” de crímenes de guerra rusos.
Putin enfatizó que ese «silencio» no impediría que Rusia lleve a cabo «misiones de combate», según reseñó la agencia EFE. Lo cual augura que pretende continuar con una guerra de por sí larga y que no le ha reportado victorias. De hecho, el violento avance que habían tenido sus tropas al sureste de Ucrania, quedó sin efecto por la efectiva contraofensiva del ejército ucraniano que las hizo retroceder.
Por estos días, autoridades de Kiev también anunciaron que próximamente la mitad de la región se quedará sin luz. Es decir, 50 % de los 1,8 millones de habitantes, debido a los ataques rusos. El gobierno de Zelenski recomendó cancelar cirugías y hospitalizaciones de carácter no urgente.
Sin apoyo dentro y fuera de Rusia
Desde el Kremlin el plan es continuar con los ataques. El portavoz Dmitri Peskov, incluso aseguró que «queda mucho trabajo de liberación de territorios». Adicionalmente, el Instituto de Estudio de la Guerra (ISW, en inglés) reveló que Putin «está condicionando a las audiencias nacionales rusas a esperar una guerra prolongada y agotadora en Ucrania que continúa buscando la conquista de territorio ucraniano adicional».
Las estimaciones no hacen más que confirmar el actual escenario de la guerra y algo que ya había adelantado el Pentágono: la invasión durará mucho más. El problema es que se desconoce cuánto tiempo va a pasar hasta que termine.
Mientras tanto, sobre las espaldas del gobierno ruso pesan sanciones internacionales que Putin busca evadir aprovechando su amistad con regímenes autoritarios como los de Irán y China. A la par, los ciudadanos rusos apoyan la idea de dialogar con Ucrania. Una encuesta reciente del Centro Levada lo demostró. 68 % de los jóvenes entre 18 y 24 años de edad que participaron en el sondeo dijeron estar a favor de conversar con el Gobierno ucraniano.
Otro abuso a los derechos humanos
Aunque Moscú brinde con las copas en alto por los ataques contra la red energética ucraniana, sus victorias son pocas. El pasado 6 de diciembre, el ejército ucraniano logró atacar dos bases aéreas rusas de enorme importancia estratégica. El episodio marcó una nueva escalada porque «es la primera vez que Ucrania consigue adentrarse a más de 600 kilómetros dentro de Rusia», según BBC. La hazaña se habría logrado usando armas soviéticas modernizadas por ingenieros ucranianos.
En paralelo, las tropas del Kremlin aseguran que continúan avanzando en la región de Donetsk. Según el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konashénkov, en esa región resultaron abatidos «más de 60 efectivos ucranianos». Sumado a eso, Moscú prepara otra «provocación» desde la central nuclear de Zaporiyia, informó Energoatom, la empresa estatal de energía nuclear de Ucrania.
En consecuencia, Putin reafirma que poco le importa cometer abusos contra los derechos humanos en el marco de este conflicto. Lo que hace con la red energética ucraniana de por sí califica como crimen de guerra, de acuerdo con el artículo 8 del estatuto de la Corte Penal Internacional. Este detalla que se incurre en dicho delito cuando se comenten «actos inhumanos que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física».