Cada vez que se quiera analizar la realidad presente de Venezuela y las consecuencias del paso del chavismo por el poder nunca hay que olvidar que el país vivió el auge petrolero más grande y extenso de la historia de la economía moderna. Entre 2003 y 2014 el precio internacional del barril de petróleo creció año tras año (con una sola pausa) y con ello el ingreso de los petrodólares. Ocurrió de una manera fenomenal, sin precedentes y en cualquier otra época anterior hubiese parecido ciencia ficción.
La cotización promedio por año del barril de exportación de Venezuela pasó de 25 dólares en 2003 a 86 en 2008. En algún momento llegó al increíble precio de 126 dólares. Luego, en 2009, se produjo una baja como consecuencia de la crisis económica mundial, pero se recuperan en 2010 hasta montarse en alrededor de los 100 dólares, cuando finalizó el clico alcista.
Durante ese periodo, exportadores de petróleo como Noruega o Arabia Saudita ahorraron enormes cantidades de divisas en fondos soberanos de inversión. Más de 900.000 millones de dólares el primero y 700.000 millones el segundo.
Uno de los países que no ahorró fue Venezuela. De ese modo no pudo prepararse para la etapa de las vacas flacas. No conforme con gastarse el gigantesco excedente petrolero, el régimen chavista multiplicó por seis la deuda externa del país. Así que dada la debacle en la que ha caído Venezuela hay que preguntarse a dónde fueron a parar esos increíbles ingresos.
Una parte está en cuentas en Suiza, Andorra, Panamá, Turquía y Rusia. Otra en inmuebles en España y Estados Unidos. Pero un pedazo muy importante de ese boom petrolero fue a dar directamente a Cuba.
Entre 1999 y 2014 Venezuela envió a la isla un promedio de 120.000 barriles diarios de petróleo. Todo a fondo perdido. Con eso Hugo Chávez le cumplía a Fidel Castro la promesa que le hiciera en la Universidad de La Habana en diciembre de 1994.
En su pico más alto, el vital suministro petrolero de Caracas a La Habana se estimó en 4.000 millones de dólares anuales, un 60% de las necesidades energéticas de Cuba y un 20% del PIB.
Cuando la caída de la producción petrolera venezolana comenzó a hacerse más pronunciada, en 2016, los despachos de crudo a Cuba se vieron afectados aunque nunca interrumpidos. Todavía en 2018, Nicolás Maduro y Petróleos de Venezuela, PDVSA se las arreglaron para enviar 45.000 barriles diarios, pese a que buena parte de Venezuela ya padecía los rigores del desabastecimiento de gasolina, así como la escasez de alimentos y medicinas.
Ese año PDVSA compró a crédito 440 millones de dólares de crudo a Rusia para enviarlo directamente a Cuba sin pasar por Venezuela. PDVSA se siguió endeudando con firmas chinas, rusas y suizas para sostener el suministro a la isla. Deudas que Venezuela nunca le cobraría a Cuba.
Esa cuenta es por solo concepto de trasferencias directas de petróleo crudo que el régimen castrista usó en parte para satisfacer las necesidades de su país y otra para la reventa en el mercado mundial (como en otra época hizo con el petróleo que en las mismas condiciones le despachaba la Unión Soviética) como si fuera un país exportador de hidrocarburos. De hecho, si se revisan los datos de los flujos comerciales cubanos se observará que el segmento correspondiente a las exportaciones de petróleo y refinados fue cada vez más importante hasta 2014. Justo cuando explotó la crisis venezolana empezó a decaer.
De modo que es incuantificable la magnitud de recursos totales que Venezuela le transfirió a Cuba durante 20 años. Por lo tanto cualquier cubano o venezolano puede perfectamente preguntarse: ¿Qué hizo Cuba con todo ese dinero?
A la vista de los hechos la respuesta es nada o muy poco en función de las condiciones de vida en Cuba. Mucho sí en sostener al castrismo. No queda duda que la Venezuela chavista ha sido la imprescindible bombona de oxígeno del sistema comunista cubano.
Hoy Cuba sigue siendo como lo era hace dos décadas, una de las sociedades más pobres y atrasadas de Latinoamérica. Los apologistas del castrismo suelen comparar la situación social y económica cubana con Haití. Pero en 1959, cuando la revolución tomó el poder en La Habana, los inmigrantes italianos y españoles dudaban entre si ir a trabajar y vivir a Argentina, a Venezuela o a Cuba.
Con una economía sometida a todo tipo de carencias, incapaz de haber resuelto durante todos estos años las colas para comprar los alimentos más esenciales, son miles de familias cubanas que hoy siguen dependiendo de las remesas que se les envían desde el otro lado del estrecho de la Florida.
La economía cubana ha venido funcionando como un parásito de los recursos petroleros venezolanos, al extremo tal que cuando los despachos de PDVSA empezaron a disminuir progresivamente en 2016 la isla entró en una recesión de la cual aún no ha salido.
El gobierno se vio obligado a implementar restricciones en el alumbrado público y en el uso de aires acondicionados por primera vez desde el final del Periodo Especial en 1999.
En 2007 el expresidente Hugo Chávez confesó que «en el fondo somos un solo Gobierno». Cuba y Venezuela. Ha sido así. Los dos regímenes se beneficiaron del mismo auge petrolero aunque en el primer país hay muy poco petróleo. Los dos no lo aprovecharon sabiamente, por decir lo menos. En realidad los dos “como un solo gobierno” lo malbarataron.
En 2019 se impusieron otros recortes en el uso del transporte público, a la producción industrial y se “animó” a la población a aprovechar al máximo la luz natural. También regresaron las colas para comprar pan y otros alimentos en La Habana, así como las largas filas de autos en las estaciones de combustible.
En 2007 el expresidente Hugo Chávez confesó que «en el fondo somos un solo Gobierno». Cuba y Venezuela. Ha sido así. Los dos regímenes se beneficiaron del mismo auge petrolero aunque en el primer país hay muy poco petróleo. Los dos no lo aprovecharon sabiamente, por decir lo menos. En realidad los dos “como un solo gobierno” lo malbarataron.
Y ahora ambos pueblos pagan las consecuencias del mesianismo delirante de los difuntos Fidel Castro y Hugo Chávez, que se fueron al otro mundo dejando a los demás pagando las facturas.
Por supuesto, no faltan las excusas de ocasión de los dos regímenes, repetidas por la mayoría de los medios internacionales: la culpa de la crisis en cada país es de las sanciones estadounidenses. De las sanciones a Venezuela de la cuales Cuba es la víctima colateral. Obviando el hecho de que el gobierno cubano desperdició dos décadas de subsidios venezolanos que pudo haber aprovechado para seguir los pasos de sus camaradas chinos y vietnamitas.
Chavismo y castrismo, un solo gobierno, un mismo fracaso.
Fuente: AlNavi0