miércoles, noviembre 27, 2024
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¿Qué nos dice el alza del oro? (y la caída de los billetes emitidos por las bancas centrales)

Marcelo Duclos,

Aunque la noticia de hoy sobre el alza del oro parece no ser más que otra información sobre diversos activos financieros, lo cierto es que la cuestión dice otras cosas entre líneas. En la jornada de este martes, el metal superó los 2000 dólares por onza. Esto significa que está cerca de su máximo histórico de 2075, registrado en agosto de 2020. El pico de hoy, que tocó los 2043, estuvo en sintonía con la valoración de otro clásico metal: la plata, que también se incrementó en un 4,5 %.

Como ocurre con monedas de pésimo desempeño, por ejemplo el peso argentino frente al dólar estadounidense, los papeles emitidos por la Reserva Federal también muestran su verdadero valor ante los bienes que no se pueden imprimir libremente. Si uno mira el desempeño en el tiempo de todas las monedas estatales alrededor del mundo, la única conclusión que puede sacar es que, desde la irrupción de la banca central, no hay casos de éxito. Es solamente una cuestión de contextos entre «Guatemala» y «Guatepeor».

En casos como la Unión Europea y su banco central, al tener que acordar entre varios países las políticas de emisión, los incentivos mejoran levemente en comparación a un solo gobierno que recurre a la «maquinita» para financiarse. Aunque la evidencia empírica entre emisión descontrolada e inflación está corroborada por más de 4000 años de historia, las administraciones irresponsables, además de devaluar la moneda de los ciudadanos, inventan extravagantes teorías económicas para explicar como la ley de la oferta y la demanda escapa a sus papelitos de colores. Desafortunadamente, esto ya no pasa solamente en países como Venezuela o Argentina. El gobierno de Joe Biden en Estados Unidos y la coalición izquierdista en España entre el PSOE y Podemos han recurrido a estos delirios. Por esas latitudes ya responsabilizan a los «formadores de precios» y a soluciones esotéricas como los controles de precios.

Aunque el oro y la plata surjan nuevamente como reservas de valor a futuro, ante un público que ya no confía ni en las monedas fiduciarias más sólidas para el ahorro en largo plazo, lo cierto es que el misterio de la problemática monetaria está resuelto desde hace tiempo. En el pasado. Cuando se inventaron las monedas.

Vale recordar que, aunque los bancos centrales no lo admitan, la aparición del dinero no es otra cosa que un invento más del mercado y del sector privado. Es decir, de los individuos buscando soluciones y no de la planificación centralizada. A la economía de la autosubsistencia del hombre de las cavernas, el paso siguiente en la evolución que significó un avance considerable en materia eficiencia fue el trueque. Uno se especializaba en una cosa, por ejemplo cazar, e intercambiaba el excedente de su producción con un especialista de otro rubro. Por ejemplo, recolectar. Claro que, aunque esto fue un avance considerable a la etapa previa, todavía había un paso más para evolucionar en materia de intercambio. Es que, el trueque, tenía el problema de la mutua coincidencia de necesidades. Si yo tengo un pescado y quiero fruta, pero el interlocutor interesado en mi producto tiene cuero, no hay intercambio posible. Así apareció el uso del dinero, que representa para los distintos agentes una reserva de valor. De esta manera, todos pueden comerciar y buscar sus productos de interés en el mercado sin el problema de la coincidencia de necesidades.

Al valorar el mercado (las personas) diversos bienes con características particulares como la escasez, la durabilidad en el tiempo y la divisibilidad, el oro se convirtió en uno de los bienes aptos para su utilización en materia de intercambios. Para no tener que transportar el metal precioso y evitar la problemática de tener que dividir el material para cada intercambio, los hombres comenzaron a usar los billetes convertibles. Mientras el oro se guardaba, se emitían papeles que equivalían a un gramaje determinado. De esta manera, el metal estaba a salvo y en la economía circulaban los billetes convertibles, que siempre podían ser cambiados por el metal si su tenedor así lo deseaba.

A esto le siguió la creación de los bancos centrales, donde los Estados se hicieron cargo de la guarda de las reservas en metal y la emisión de los billetes, que en un momento equivalían a una porción de los verdaderos valores. Luego del fenómeno de acumulación de capital que significó la revolución industrial, y cuando todavía había «moneda dura» y convertible, la humanidad alcanzó su mejor época en términos de superación económica. De allí, por ejemplo, el término libra esterlina, que de «libra» le quedó nada más que el nombre.

Sin embargo, ya en el siglo XX, con las «necesidades» bélicas y los intereses de las burocracias de turno, los gobiernos rompieron las convertibilidades con el oro de sus monedas, dejando sin ningún ancla de valor los billetes que tenía la ciudadanía. A partir de ese momento, los bancos centrales han mostrado un desempeño pésimo, malo o mediocre, pero como dijimos, nunca bueno. La emisión monetaria y la inflación, desde entonces se han convertido en una herramienta de empobrecimiento y corrupción. En algún momento se tendría que analizar la posibilidad de penar la depreciación monetaria, ya que significa una violación al derecho de propiedad, garantizado en casi todos los países del mundo.

Este alza del oro, más allá de ser una de las noticias del día, debería invitar a una reflexión muy necesaria. A la vuelta del dinero real y verdadero. Claro que los encargados de enfrentar semejante reforma serían los principales perjudicados, ya que perderían su fuente espuria de financiamiento.

Fuente: Panam Post

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