ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ,
La imagen de los emisarios de los dos partidos mayoritarios de España, el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, y el vicesecretario de Institucional del PP, Esteban González Pons, reuniéndose en un despachito de Bruselas bajo la tutela del comisario de Justicia, Didier Reynders, da muchísima pena. Yo cuento a bote pronto nueve razones por las que nunca se tenía que haber producido ese encuentro. Las enumero y ya está.
Primero, el Poder Judicial es uno de los tres a través de los que se articula la soberanía nacional. Irse a negociar su órgano rector fuera del Parlamento español a Bruselas, al amparo de un señor que parece un mediador conyugal, es una ofensa gratuita —aunque nos saldrá cara— a la dignidad de España.
En segundo lugar, supone un explícito reconocimiento de incompetencia. La foto dice muchas cosas, como veremos, pero, sin duda, es una prueba de la falta de capacidad de nuestros políticos para arreglar los problemas internos de España (que han creado ellos). Quizá por deformación profesional en esa foto veo a un concienzudo jefe de estudios de un instituto de enseñanza secundaria tratando de mediar en un problema de convivencia entre dos alumnos disruptivos.
En tercer lugar, la torpeza político-mediática del PP. Con la foto, Pons quita presión a un PSOE que acaba de recibir un varapalo muy serio en el Congreso. Quita Pons presión, porque blanquea al mismo Gobierno que toda Europa ha visto estrellarse al no poder dar a los delincuentes toda la impunidad que éstos les exigían, sino sólo tres cuartos. El mensaje al mundo era poderosísimo, hasta que aparece la quita de Pons dando bola a Bolaños. También hace una quita a la declaración del Parlamento Europeo contra las amnistías de delitos de corrupción.
La cuarta razón parece recochineo. El plan de la amnistía ha fracasado de momento porque hay unos jueces que están haciendo heroicamente su trabajo. Contra esos jueces y, en general, contra la independencia judicial se vertieron acusaciones en la sesión del congreso. Y el control del Consejo General del Poder Judicial es lo que negocian Bolaños y Pons en esa reunión, precisamente. O sea, que la foto nos hace ver cómo los que necesitan controlarlo a toda costa y lo insultan a la mínima oportunidad meten mano en el órgano que rige la organización de los jueces. No se antoja el momento de hablar del CGPJ con el Gobierno que pretende librarse del incómodo trámite de la separación de poderes y que persigue la exención del control judicial.
La quinta razón es psicológica. La mera reunión —en Bruselas, mano a mano los dos partidos que se han repartido el poder judicial en estos años de democracia— parece diseñada para amedrentar a los jueces que tengan la intención de llevar su independencia más allá de lo apetecido por el poder partitocrático. Les costará someterse al imperio de la ley si los que hacen las leyes les están diciendo que el imperio son ellos.
Volvamos al PP para la sexta razón. Aceptar con todo lo precedente la reunión con el PSOE y en Bruselas —y al amparo ridiculizante de Reynders— demuestra lo vulnerables que son los populares al mantra socialista de que ellos bloquean las instituciones del Estado. Ellos bloquean para evitar el desembarco del PSOE que las está volando —las instituciones— una tras otra. Tendrían que hacerse fuertes en esa respuesta y resistir, no por ellos, sino por el Estado de Derecho. Yendo a Bruselas, reconocen como mínimo un sentimiento de culpa.
Séptimo. También hay un tic. El PP piensa sistemáticamente que la Unión Europea es su primo de Zumosol que va a solucionar los problemas de España. Acuden porque no conciben que la UE no vaya a espantarse con las intenciones del PSOE. Les ciega un prejuicio positivista y otro europeísta, pero hasta la fecha la UE sólo ha demostrado su incompetencia.
Octavo. El PSOE lo gana todo pase lo que pase. El blanqueamiento ya lo tiene, la advertencia a los jueces cae por su propio peso, el debilitamiento del Poder Judicial es obvio, la nueva quita a la soberanía nacional, que es el obstáculo sustantivo a sus pactos con Bildu, ERC y Junts, la pone Pons prestándose a la reunión y dando las riendas a Reynders… Todo eso lo gana el PSOE aunque no salga un pacto, y ese fracaso le permitirá revitalizar la cantinela de que el PP bloquea las instituciones.
Por último, si se firma un pacto, será para mayor gloria del control socialista, como en el del Tribunal Constitucional, que aquí nos tiene.