Un enemigo silencioso se está apoderando del mundo, y se llama comunismo.
Ese marxismo que creíamos erradicado de la sociedad occidental, pero que escondido en el caldo de cultivo de las universidades públicas, ha vuelto a renacer, y amenaza acabar con todas nuestras libertades públicas.
Y lo mismo sucede en Hispanoamérica, donde vemos que van cayendo los estados en manos de comunistas, genocidas y corruptos en general.
Las sociedades se van empobreciendo, y la clase media amenaza con desaparecer.
España alumbró la hispanidad, basada en la fe católica, y el amor a la madre patria, que se hermanó con esos países sin fe, donde había numerosos sacrificios humanos y se adoraba al sol y otras veleidades falsas.
Los españoles conquistaron América del Sur con la cruz y la espada, pero también casándose con las nativas, alumbrando hijos, etc., en definitiva, integrándonos con ellos en un crisol común.
Este 12 de octubre, Día de la Hispanidad, fue un honor y un orgullo para los españoles bien nacidos saber que en numerosas naciones hispanoamericanas se celebró la festividad, con tanto o más fervor que en la madre patria.
Desgraciadamente, España está sumida en el caos y la ruina, en las zarpas de un gobierno filocomunista, lleno de traidores, haraganes y corruptos, que solo piensan en llenar sus bolsillos, y no en el bien común.
Los españoles de bien debemos luchar, hasta el límite de nuestras fuerzas, y más, por emprender una reconquista de nuestros valores tradicionales, la fe católica, el patriotismo, la defensa de la familia y la persona humana, incluidos los no nacidos, en contra de la eutanasia y el asesinato “selectivo” de las personas “no útiles” para el Estado, típico de los regímenes totalitarios.
Y emprender una batalla cultural para defender la hegemonía de nuestros valores y principios, muy superior a los que defienden esta troupe, y que solo son el egoísmo, el hedonismo, la búsqueda de la “felicidad”, etc., son darse cuenta de que solo en el cumplimiento de nuestro deber encontraremos la felicidad.
Gastemos nuestra vida, o lo que queda de ella, en la defensa de Dios y de la Patria, como hicieron nuestros antepasados.
¡Viva la Virgen del Pilar, patrona de la hispanidad!