La complejidad del entorno internacional, en medio de las presiones inflacionarias globales persistentes y el pronunciado aumento de las tasas de interés resultado de políticas monetarias que buscan reducirlas, reducen aún más las expectativas de crecimiento, por lo que la economía podría recuperarse hasta 2024, advirtió el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), que dirige Carlos Hurtado López.
A lo anterior, se suman los elevados niveles de inseguridad, un estado de derecho débil y una regulación onerosa que, entre otros elementos, elevan diversos costos en la economía, lo que implica fuertes limitantes de la actividad económica.
El Centro de análisis explicó que los especialistas nacionales e internacionales consideran que los efectos de dichos factores podrían ser más drásticos en los meses siguientes, propiciando que el próximo año la economía mexicana se debilite aún más de lo antes previsto, retrasando su recuperación hacia 2024, un año más.
Tanto en la encuesta de expectativas del Banco de México como en la realizada por Citibanamex, el pronóstico promedio de crecimiento del PIB se redujo a 1.2% para 2023. Si bien la última corrección fue de menor dimensión, la percepción de los especialistas se ha debilitado gradualmente desde hace meses. En la encuesta del Banco de México se acumulan diez ajustes a la baja de manera consecutiva”, detalló.
En tanto, las estimaciones de organismos internacionales reflejan un mayor pesimismo, pues el pronóstico de la OCDE para el crecimiento de México en 2023 bajó recientemente en seis décimas de punto porcentual y la del del Banco Mundial en cuatro, para coincidir ambas en 1.5 por ciento, al cierre de 2023.
Para el CEESP, de cumplirse los pronósticos mencionados, el valor del PIB de 2023 aún estaría por debajo de su valor en 2018, lo que indica que podría ser hasta finales del sexenio cuando se logrará este objetivo.
Finalmente, comentó que sigue preocupando que la inversión no muestra signos de reactivación y más bien parece que se estanca una vez más. Y es que durante julio el indicador de la inversión fija bruta volvió a terreno negativo al disminuir 1.4% respecto al mes anterior. Con ello se vuelve a ubicar por debajo de su nivel previo a la pandemia.