SAN SALVADOR.- Amparado en su lucha contra las pandillas, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, buscará la reelección el 4 de febrero con una holgada ventaja, que le da una previsible victoria frente a una oposición “desgastada” y con gran rechazo social.
En este proceso electoral, que se presenta como “histórico” y en el que están llamados a votar 6.2 millones de electores, se renovará el Legislativo con 60 diputados y Bukele se perfila como el primer gobernante en ser reelecto desde 1992.
La reelección será probable, gracias a una resolución de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, “aceptada y avalada” por el Tribunal Supremo Electoral, el Congreso -de mayoría oficialista- y la oposición que, pese a las críticas, ha decidido aceptar las “reglas del juego” y legitimar las elecciones con su participación.
Nada ni nadie coloca en duda el segundo período presidencial de Bukele, al gozar de una intención del voto de 81,9%, según una reciente encuesta realizada por la Universidad Centroamericana (UCA).
“Hoy por hoy, el principal adversario del presidente puede ser él mismo. Está compitiendo contra su propio primer gobierno, con su propio antecedente, y eso es lo que va a marcar la naturaleza de esta elección”, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS el periodista y especialista en Comunicación Estratégica, Gabriel Trillos.
Ante este “panorama bastante favorable” para Bukele, Trillos considera que la principal interrogante que se plantea es cuántos “votantes logra movilizar” y cuál va a ser el “margen por el que va a lograr la victoria”.
Oposición desgastada
Los aspirantes opositores no alcanzan el 10% de la intención del voto, de acuerdo con el sondeo de la UCA, lo que, a juicio del sociólogo y analista político René Martínez, hace que en “la práctica sólo haya un candidato”.
“En las últimas encuestas se les ha preguntado a las personas si conocen a los candidatos de la oposición, y son prácticamente desconocidos. No ha habido ningún tipo de propaganda por parte de ellos y no han presentado ni siquiera un plan quinquenal de gobierno. Estamos viendo una campaña electoral presidencial donde lo único que figura es un candidato (Bukele)”, señala Martínez.
Los presidenciales que más se le aproximan al mandatario, son el exdiputado Manuel Flores, por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) -izquierda-, con 4,2% de respaldo; y el empresario Joel Sánchez, de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) -derecha-, con 3,4%. Los tres contrincantes restantes figuran en las encuestas con menos de 2,5% de apoyo ciudadano.
“Es bueno que exista oposición siempre, es importante para cualquier democracia. Hay cinco candidatos que están compitiendo, también los dos principales partidos que gobernaron el país ARENA y el FMLN llevan candidatos, pero tienen un desgaste bastante grande”, explica a DIARIO LAS AMÉRICAS el vicepresidente del Congreso salvadoreño, Guillermo Gallegos.
Este “desgaste” de los partidos tradicionales, que gobernaron tras los Acuerdos de Paz de Chapultepec firmados en 1992 hasta 2019, también lo reconocen Martínez y Trillos.
“Estamos viendo una lógica política distinta, en la cual los liderazgos pesan más que los propios partidos. Vemos prácticamente la desaparición de los partidos tradicionales, cuyos líderes hicieron de la gestión pública un Estado patrimonialista, ocupando cargos sin tener los méritos suficientes para ello”, asevera Martínez.
En opinión de Trillos, que las organizaciones opositoras estén “luchando” para lograr el mínimo de 3% de los votos que exige la ley electoral para sobrevivir como partido político, es producto del “desgaste” y rechazo social.
“Dependiendo de los números, se puede terminar de consolidar ese rechazo al partido tradicional, que se viene expresando en las elecciones de 2019 y 2021. Podrá verse si se concreta o si se le da la oportunidad de sobrevivir como representante de minorías”, apunta.
Lucha contra las pandillas
En El Salvador tampoco existen dudas en cuanto a qué le ha concedido el nivel de aprobación que acumula el presidente Bukele: su lucha contra “el cáncer de las pandillas”, que durante años mantuvieron sometida a la población salvadoreña.
“Éramos conocidos como la capital de la muerte. Los gobiernos anteriores no resolvieron el problema de la delincuencia y casi nos convencen de que no se podía resolver, pero con la llegada de Bukele y la implementación de su Plan Control Territorial, se resuelve casi a su totalidad”, resalta.
El ambiente de seguridad y tranquilidad, que le devolvió a los salvadoreños un territorio que estaba en manos de las organizaciones criminales y un estilo de vida normal, le dan la ventaja al mandatario.
“El principal tema que valoran y agradecen para reelegirlo es el haber logrado la seguridad y haber, prácticamente, terminado con el cáncer que eran las pandillas. Eso es lo que motiva a los salvadoreños a votar por el presidente, el tener paz y tranquilidad”, asevera el diputado oficialista, Guillermo Gallegos.
Bajo un régimen de estado de excepción, extendido por vigésima segunda vez a principios de enero y fuertemente cuestionado por opositores y defensores de derechos humanos, Bukele logró una reducción considerable de la tasa de homicidios, que cerró el 2023 en 2,4 por cada 100.000 habitantes, según cifras oficiales.
Para Trillos, el hecho de que alrededor del 91% de los ciudadanos manifiesten sentirse seguros en sus barrios evidencia la percepción de seguridad que tienen. “Cuando hablan de DDHH recuerdan sus DDHH, que fueron vulnerados muchísimos años por las pandillas. Ahora la percepción y la realidad sobre seguridad ha configurado una nueva imagen país”, indica.
Aunque reconoce que pudieran haber ocurrido detenciones “por un mal procedimiento”, Gallegos considera que las críticas forman parte de una “estrategia” opositora para “desmeritar” el trabajo realizado en materia de seguridad.
“No ha habido violaciones sistemáticas de DDHH, sino que han sido hechos aislados, donde se han capturado a personas que quizás no tenían nada que ver con las pandillas, pero se han solventado poniéndolas en libertad”, apunta.
Retos
Para los analistas, el mantener la seguridad, mejorar la economía y consolidar el desarrollo social, mediante educación, salud y convivencia, serían los retos que tendría que enfrentar Bukele en una nueva gestión, para evitar el resurgir de las pandillas.
En este sentido, las relaciones con Estados Unidos juegan un papel fundamental, al ser un “socio estratégico” y “la segunda casa” de más de tres millones de salvadoreños. “Estamos reconstruyendo nuestro país, tanto desde la Asamblea como desde la Presidencia. Mejorar la economía, generar empleo, fortalecer la salud y la educación, son los temas principales en los cuales el presidente va a enfocar su próximo mandato”, enfatiza Gallegos.