domingo, noviembre 24, 2024
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Reglas éticas para la inteligencia artificial

MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ,

En estos últimos meses la Inteligencia Artificial (IA) dejó de ser un tema esotérico solo manejado por especialistas en informática y por futurólogos para convertirse en una realidad a nuestro alcance.

La aparición de ChatGPT puso la IA al alcance de todos de manera que nos sorprendió incluso a quienes en estos años habíamos leído las especulaciones y los análisis que se han venido publicando.

Uno de estos días Lorena me comentó que deseaba traducir al español una de las reflexiones diarias que comparte en las redes el Padre Franciscano Richard Rohr. Le sugerí que le pidiera la traducción a ChatGPT. Bajó a su teléfono celular el App gratuito y no me podía creer que simplemente le debería dar la instrucción de traducir al español y copiar el texto. Cuando lo hizo la admiración en su rostro era inmensa al ver de inmediato aparecer escrita la traducción, en bastante buen español. Cuando le dije que si no le gustaba el estilo simplemente le pidiera a ChatGPT una nueva versión y se la dio su admiración fue aún mayor. Y cuando le sugerí que le pidiera una versión alternativa incluyendo otros elementos y de nuevo se la generó de inmediato tuve que aceptar con ella que parecía cosa de magia.

Pero claro, como ocurre con todo instrumento las posibilidades de hacer mal uso de la IA son muchas. Cómo es tan poderosa, el daño que podría generarse con la IA sería también muy grande.

Por eso el pasado 15 de este mes 29 expresidentes del grupo IDEA, Iniciativa Democrática de España y las Américas, enviamos una carta al Secretario General de Naciones Unidas con “algunas consideraciones acerca del desafío existencial que le plantea a la Humanidad el incontenible desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA).”

En esa carta señalamos: “La IA incide sobre todos los procesos sociales, económicos, políticos, las prácticas científicas y de ingeniería, el medio ambiente y los ecosistemas; en fin, en todo lo que es y puede entenderse como la realidad primaria de las personas e incluso de su intimidad.” Y por ello solicitamos “un Diálogo Global (D-IA), como mecanismo permanente y armonizador de las perspectivas ética y jurídica que reclaman urgentemente los desafíos planteados a la Humanidad por la IA”.

En nuestra carta hacemos referencia al Call por AI Ethics (Llamado a la ética de la IA) accesible en https://www.romecall.org/. Este “Llamado” se originó en Roma en 2020 por iniciativa de la Academia Pontificia por la Vida, y los otros firmantes originarios fueron Microsoft, IBM, FAO y el Ministerio de Innovación del Gobierno de Italia.

El “Llamado” “promueve un sentido de responsabilidad compartida entre organizaciones internacionales, gobiernos, instituciones y el sector privado en un esfuerzo por crear un futuro en el que la innovación digital y el progreso tecnológico otorguen a la humanidad su centralidad. Con el fin de establecer una nueva «algorética» los firmantes se comprometieron a solicitar el desarrollo de una inteligencia artificial que sirva a cada persona y a la humanidad en su conjunto; que respete la dignidad de la persona humana, de manera que cada individuo pueda beneficiarse de los avances de la tecnología; y que no tenga como único objetivo obtener mayores beneficios o la gradual sustitución de las personas en el lugar de trabajo”.

Con esa finalidad el “Llamado” indica tres áreas de impacto:

El área ética en la que todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.
La educativa centrada en que la IA y la innovación deben transformar el mundo para construir un futuro para y con las generaciones jóvenes.
Y la de derechos tal que el desarrollo de la inteligencia artificial al servicio de la humanidad y el planeta se refleje en regulaciones y principios que protejan a las personas, especialmente a las débiles y desfavorecidas, así como al entorno natural.
Y 6 principios:

Transparencia: Los sistemas de IA deben poder ser entendido por todos y se debe saber cuándo están en uso.
Inclusión: No deben discriminar contra nadie porque todos los seres humanos tenemos igual dignidad.
Rendición de cuentas: Siempre debe haber una persona que sea responsable de las acciones de una máquina.
Imparcialidad: Ningún sistema de IA debe seguir ni crear sesgos.
Confiabilidad: Todos deben ser confiables.
Privacidad y seguridad: Los sistemas de IA deben ser seguros y respetar la privacidad de los usuarios.
En enero de este año se reunieron en Roma bajo los auspicios de la Comisión Pontificia por la Vida representantes de las tres religiones abrahámicas, judíos, cristianos y musulmanes, y endosaron el “Llamado”.

En esta ocasión el Papa Francisco manifestó: “Me alegra saber que queréis involucrar también a las grandes religiones mundiales y a los hombres y mujeres de buena voluntad para que la «algorética», es decir, la reflexión ética sobre el uso de los algoritmos, esté cada vez más presente en el debate público y también en el desarrollo de las soluciones técnicas. Cada persona, de hecho, debe poder disfrutar de un desarrollo humano y solidario, sin que nadie sea excluido. Se trata, pues, de vigilar y trabajar para que el uso discriminatorio de estas herramientas no se arraigue a costa de los más frágiles y excluidos. Recordemos siempre que la forma en que tratamos al último y menos considerado entre nuestros hermanos y hermanas revela el valor que reconocemos al ser humano.”

Consolidad en ética, educación y derechos un sistema que promueva estos principios es necesario además para impedir que la virtualidad reduzca la realidad y para evitar que la IA sea utilizada por algunos para avasallar a otros.

Fuente: Diario Las Américas

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