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Religión de hombres honrados

El comienzo del año 2009 dejó la noticia de un sensible aumento de solicitudes -un 82% respecto a 2007- de alistamiento en el Ejército. Los devastadores de la crisis económica hicieron a muchos jóvenes volver la vista sobre una institución profesionalizada el 31 de diciembre de 2001 por José María Aznar. De la mano del político popular se culminó un proceso inducido por cantidades ingentes de propaganda destinadas a erosionar la imagen del ejército. La medida llegó a poner en riesgo el reemplazo de soldados. Fue a partir de 2005 cuando la tendencia se invirtió, con un aumento de efectivos y solicitudes que ha vuelto a repuntar recientemente en esta cíclica crisis en la que nos hallamos inmersos.

El partido antes liderado por Pablo Iglesias Turrión no romperá su acuerdo gubernamental con el tardofranquista PSOE que (…) pasó del «OTAN, de entrada no», al «Vota sí en interés de España»

Integrada en la OTAN, España aumentará su gasto en Defensa en un 25%, dato que ha hecho poner el grito en el cielo a Unidas Podemos. Un grito, en todo caso, audible tan solo para sus seguidores, duchos en la escucha de aplausos sordos desde los lejanos días del 15M, pues el partido antes liderado por Pablo Iglesias Turrión no romperá su acuerdo gubernamental con el tardofranquista PSOE que, apremiado por su dependencia atlántica, pasó del «OTAN, de entrada no», al «Vota sí en interés de España».

La medida, que servirá para revitalizar la industria armamentística española, de tan larga tradición, inquieta a parte de la autodenominada izquierda, atrapada en su caricaturizada visión del mundo militar al que se suman, además de nuevos reclutas, un gran número tanto de reservistas como de gentes que juran bandera sin haber prestado el servicio militar en su día. Todas estas circunstancias han hecho saltar las alarmas de los aquejados de un Síndrome de Pacifismo Fundamentalista selectivo, aquel que conduciría a España a la desaparición del antaño llamado Ministerio de la Guerra, idea que ya abonó en su día el tornadizo Pedro Sánchez cuando, en el curso de una entrevista, dijo que sobraba el mentado ministerio.

Ocho años después de pronunciar esas palabras, el doctor no ha tenido reparo alguno en incrementar, según se ha dicho, ocultándoselo a la grey podemita, el gasto militar, medida que se ha anunciado al tiempo que Grande-Marlaska rebajaba los requisitos, por aquello de fomentar una artificiosa presencia de mujeres, de acceso al GEO. Las encuestas parecen esquivas y si las maniobras económicas encaminadas a contentar a ciertos sectores electorales fallan, Sánchez trata de mantener un perfil internacional acorde con unos nuevos tiempos en los que, tal y como adelantó en su día Trump, Europa tendrá que invertir más en su propia defensa, pues el hermano mayor norteamericano no está dispuesto a seguir protegiendo el bienestar, hoy seriamente amenazado, del Viejo Continente.

Saltan las alarmas de los aquejados de un Síndrome de Pacifismo Fundamentalista selectivo, aquel que conduciría a España a la desaparición del antaño llamado Ministerio de la Guerra

Preparémonos, pues, de hecho ya ha comenzado, para asistir a una campaña de publicidad favorable al ejército, no así a los cuerpos policiales, marginados con respecto a sus pares autonómicos. Una campaña que, en todo caso, responde al baño de realidad ocasionado por la certidumbre de que la guerra, sobre aquella que aparece en las telepantallas, existe y requiere de aquellos que, según dijo en su día Calderón, profesan la religión de los hombres honrados.

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