viernes, noviembre 15, 2024
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Represión, lo único que es capaz de perfeccionar el castrismo

 Mientras miles de afganos intentan huir del regreso al poder de los talibanes, en Cuba, la dictadura 2.0, con los servicios sanitarios colapsados, la economía hundida y sin ningún proyecto viable que ofrecer al pueblo, apuesta por más represión física y virtual, desplegando una intensa propaganda con tintes norcoreanos y vendiendo humo a los cubanos de a pie. Arribar en estos momentos a La Habana es como llegar al nuevo Kabul tropical.

Los nuevos autócratas caribeños no visten casacas verde olivo. Exhiben camisas de cuadros, pulcras guayaberas y buenos relojes. Alardean del desarrollo de la biotecnología en la Isla y sus cincos candidatos vacunales para combatir el COVID-19, pero ningún apparatchik comunista ha salido en la televisión estatal inoculándose la vacuna nacional.
En sus aburridas y extensas reuniones proponen que el sistema empresarial utilice computadoras, tabletas y ordenadores chinos ensamblados en Cuba con un sistema operativo local de pésimo rendimiento. Pero a la crema y nata de la actual dirigencia le gusta la tecnología Apple, vestirse con ropa deportiva Puma y acompañar sus cenas con vinos españoles. Mientras, el socialismo marxista, improductivo y en crisis terminal, es la única opción que le ofrecen al pueblo.
El debate no existe. El modelo político está blindado y refrendado por la Constitución para toda la vida. Ni siquiera proponiéndoselo un gobierno puede ser más inepto. Al marcharse, la dictadura de Pinochet dejó una estructura financiera funcional y no penalizaba el progreso de las empresas privadas. Incluso el sistema comunista de China, en el plano económico y arquitectónico, ha fundado decenas de ciudades con rascacielos, viaductos, aeropuertos de primer nivel, trenes de alta velocidad y tecnología de punta.
Ciudades en ruina
La Cuba de Fidel Castro apenas tiene aportes arquitectónicos que exhibir. Su desidia ha provocado que La Habana y otras ciudades del país se encuentren en la ruina. El único éxito del castrismo ha sido el arte de reprimir la disidencia y socializar la miseria. Son expertos en desplegar un enjambre de agentes para vigilar a opositores y periodistas libres, pero incapaces de lograr que los campos produzcan suficientes boniatos.
El recurso para mantenerse en el poder es una policía política que cuenta con numerosos recursos y prerrogativas. Una guardia pretoriana que sostiene a una claque que ha convertido el ejercicio de la política en una cofradía de compadres. No los une la prosperidad de la nación. Los ata el privilegio del poder. Dicho esto, se puede entender que el régimen cubano se blinde por todos lados en su intento de perdurar en el tiempo. El sueño de la autocracia 2.0 es celebrar el centenario de la revolución en la antigua Plaza Cívica, con el pueblo desplegando banderitas cubanas de papel mientras en la tribuna la casta neocastrista aplaude el baño de masas.
Régimen vs. vida decente
Bajo ese régimen, los cubanos jamás tendrán una calidad de vida decente, ni podrán adquirir bienes o una propiedad con el esfuerzo de su trabajo. Emigrar será el único proyecto razonable. En el esquema social diseñado por el partido comunista no existen espacios para la libertad de expresión, proponer otro modelo de país, crear un partido político y fundar legalmente un medio de prensa.
La Cuba real es asfixiante. El disenso político solo se puede expresar en la sala de tu casa o un taxi colectivo. No puedes comprar periódicos, revistas y libros extranjeros, alquilar un canal por cable occidental o pedir permiso a las autoridades para manifestarte pacíficamente en las calles. Llevaba razón el escritor holguinero Reinaldo Arenas cuando dijo que en el capitalismo te dan una patada en el trasero, pero puedes gritar. En Cuba te dan una patada por el mismo lugar y tienes que aplaudir.
Al no existir espacios autónomos en la Isla, la opción es emigrar, acudir a la típica fórmula de sobrevivencia nacional: huelgas de brazos caídos, robar todo lo que se puede en el puesto de trabajo y fingir lealtad al sistema. Todo era oscuridad hasta que llegó internet. Se podía disentir y escribir un artículo de opinión criticando al gobierno a pesar de que en 1999 pusieron en vigor la tenebrosa Ley 88, más conocida como Ley Mordaza, que permitía sancionar a 20 años de cárcel solo por oponerte públicamente al régimen.
País subsidiado
La dictadura conocía del poder de convocatoria de internet. Por eso regularon su entrada mientras pudieron. La estrategia, cuenta un ex funcionario de ETECSA, fue comercializar sus servicios con altos precios para frenar el acceso masivo a la red. “Pero el entramado económico en Cuba tiene un problema de génesis: no es sustentable. Al no ser autosuficiente en ningún reglón productivo, hay que recurrir a que un país te subsidie. Funcionó mientras la antigua URSS nos enviaba barcos de petróleo y millones de rublos. Luego el gobierno colonizó ideológicamente a Venezuela. Pero al cerrarse el grifo, se vuelve a la realidad. No pueden mantener el modelo. Entonces se recurre a los negocios que ha montado el ejército para captar las remesas vendiendo bienes a precios estratosféricos para con las posteriores ganancias construir cadenas de hoteles, centros turísticos y añadir un valor agregado”, argumenta.
“Es ese encadenamiento el que ha permitido a GAESA ser un emporio con tantas habitaciones de hoteles y negocios como un holding capitalista de primer nivel. Ese dinero no se trasvasó a la economía local. Precisamente porque no era productiva y no generaba divisas. El país se dividió en dos: el socialismo para quienes no reciben dólares y le trabajan al Estado, y un capitalismo atrasado para quienes pueden obtener divisas [en gran parte recibida por concepto de remesas familiares] y vivir con cierto decoro. ETECSA es un instrumento más de las empresas militares para recaudar dólares. Se pensó que, con los altos precios de navegación a internet, la cifra de internautas fluctuaría entre un millón y dos millones de personas. Pero la apertura de internet en teléfonos móviles superó cualquier expectativa, al extremo de que en un principio colapsó el servicio diseñado. Ahora casi cinco de millones de personas se conectan desde sus teléfonos. Y otros dos millones se conectan en sus casas, zonas wifi o en sus centros de trabajo. Un 60 por ciento de esos ingresos llegan del exterior, sobre todo de Estados Unidos, donde nuestros compatriotas costean los gastos de internet de sus parientes en la isla. Los cubanos aprovecharon la libertad virtual para utilizarla como tribuna y amplificar sus quejas contra el mal desempeño del gobierno. Pero, a su vez, las autoridades no podían prescindir de internet, pues es una vía por la cual ingresan dólares frescos. La solución ha sido reprimir, censurar, amenazar a las personas que utilizan las redes sociales para criticar al sistema”.
El Decreto-Ley 35, recién aprobado, no es novedoso. Le antecede la Ley 370 y otras normativas para intentar contener la libertad de expresión y las opiniones de los cubanos de a pie y que sancionan con multas de hasta 3.000 pesos a los que suben videos sobre la brutalidad policial, una bronca callejera o una cola para comprar pollo. Pero esta nueva estrategia no está enfocada en el activismo disidente ni el periodismo independiente, porque el régimen sabe que no los va a callar con multas y amenazas.
Más terror aún
Las medidas recién aprobadas están dirigidas a amedrentar al pueblo. Entre las disipaciones del Decreto-Ley 35, además de elevadas multas y sanciones penales, se encuentra la confiscación del equipamiento. El 11J ha desatado los temores de la dictadura. La omnipresente policía política ni siquiera la vio venir. De manera espontánea y sin la participación de la oposición local, miles de cubanos, utilizando las redes sociales, multiplicaron las protestas ciudadanas por todo el país.
El Decreto-Ley 35 está diseñado para cortocircuitar y frenar los comentarios de los cubanos en Facebook y otras redes sociales condenando al gobierno y sus dirigentes. Está por ver si funciona. Joe Louis, aquel legendario boxeador estadounidense con nula capacidad para la oratoria, tuvo un momento de lucidez dialéctica cuando le espetó a un contrincante: “Puede que sepa correr, pero no puede esconderse”. A la dictadura cubana le ocurre algo parecido.
Fuente: Diario las Américas
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