Era predecible que los envíos de petróleo venezolano a Cuba disminuyeran. Primero, porque el dictador Nicolás Maduro prefiere vender los barriles en el mercado internacional, aprovechando el pasado levantamiento de sanciones estadounidenses; y segundo, porque ahora que estas fueron restablecidas, a la estatal PDVSA se le complicó el panorama comercial.
Es decir, el castrismo salió perjudicado en ambos escenarios. Y es que la relación entre estas dos tiranías cambió en los últimos años. Mantener al régimen cubano ya no parece tener la misma prioridad para Miraflores, concentrado en no hundirse en otra profunda crisis por la falta de acceso a divisas. En números, de 34000 barriles por día (bdp) enviados a la isla en marzo, la cantidad bajó a 28000 bpd en abril, según estimaciones de Jorge Piñón, investigador del Instituto de Energía de la Universidad de Texas.
Eso significa que Miguel Díaz-Canel se vuelve cada vez más dependiente de Rusia y México, que han enviado cargamentos de crudo recientemente a Cuba para, de alguna manera, sustituir los barriles de petróleo venezolano que han dejado de llegar a la isla. Pero nada parece suficiente para un régimen que a diario informa sobre apagones masivos por la incapacidad del sistema eléctrico nacional debido a varias razones: la falta de combustible para generar energía, daños a las plantas y el nulo mantenimiento tras más de seis décadas de corrupción castrista. Por ejemplo, el 2 de abril la estatal Unión Eléctrica (UNE) informó sobre apagones en más de 21 % del territorio.
Caen exportaciones venezolanas
La estimación del investigador del Instituto de Energía de la Universidad de Texas dada a conocer en entrevista con 14 y Medio, guarda relación con la situación generalizada de PDVSA, limitada por la reimposición de sanciones. De exportar 873.500 bpd en marzo, la cifra cayó a 545.000 en abril, según rastreos de movimientos petroleros citados por Reuters. En términos porcentuales es una disminución de casi 38 %.
Eso demuestra que la dictadura de Maduro no está tan “preparada comercialmente” como dijo a mediados de abril el ministro de Petróleo venezolano, Pedro Tellechea, cuando Estados Unidos suspendió la licencia general 44 sobre el petróleo y el gas. En las últimas semanas, unos seis superpetroleros han salido de las costas de Venezuela vacíos “después de esperar meses para cargar crudo”. Mientras que al menos dos de los camiones cisterna que partieron sin carga “habían sido fletados por la refinería estatal polaca Orlen”, completa la agencia de noticias.
Es una situación apremiante para Maduro, que ha tenido el compromiso de financiar a la dictadura amiga de Cuba, pero debiendo ahora poner como prioridad sus propios intereses. Por el momento, sigue contando con los envíos de petróleo a EE. UU. gracias a licencias especiales que tiene Chevron. De hecho, hubo un crecimiento de 34 % de esos cargamentos, ubicándose en 238.000 bpd abril.
¿Nuevo levantamiento de sanciones?
Ahora bien, en Washington quizás estén dispuestos a abrir el grifo otra vez, otorgando un nuevo alivio de sanciones. Brian Nichols, subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental de la Administración Biden, declaró que esperan “ver otros pasos positivos continuos” —haciendo referencia a que Edmundo González Urrutia se inscribió como candidato presidencial por la opositora Plataforma Unitaria sin ser víctima, por ahora, de obstáculos o inhabilitaciones por parte del régimen— y que desde la Casa Blanca “siguen abiertos a corresponder esos pasos positivos en el futuro”.
¿Asoma el funcionario de Biden un nuevo levantamiento de sanciones? Por los momentos lo único certero es que la licencia general 44A sigue vigente para dar un período de 45 días a petroleras para que dejen de comercializar con Venezuela.
En paralelo, Cuba podría recibir buques rusos fantasmas, ya que estos evaden sanciones occidentales, cuya flota total podría rozar los 1000 barcos, según estimaciones de Piñón. Se desconoce si alguno atracaría en la isla.