Jerusalén, 28 jul (EFE).- Israel bombardeó siete regiones en el interior y sur de Líbano, en una primera respuesta al ataque de ayer atribuido al grupo chií libanés Hizbulá, el más grave en esa frontera desde octubre, que mató a 12 menores en la ciudad drusa de Majdal Shams, en los Altos del Golán ocupados, enterrados este domingo con la presencia de miles de personas.
Ante la gravedad de la situación, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que estaba de visita en EEUU, adelantó su regresó y aterrizó en el aeropuerto de Tel Aviv alrededor del mediodía, desde donde se desplazó a la base de Kirya para una “evaluación de la situación” y luego convocó al gabinete político y de seguridad para “decidir los próximos pasos”.
“Hizbulá pagará un alto precio que no ha pagado hasta ahora”, advirtió anoche Netanyahu horas después del impacto de un cohete la tarde del sábado sobre un campo de fútbol en Majdal Shams, donde murieron doce niños y adolescentes drusos, de entre 10 y 16 años.
Como respuesta, Israel bombardeó simultáneamente siete regiones del interior y sur de Líbano: contra las zonas de Sabrinha, Borj El Chmali, Beka’a, Kfar Kila, Rab a-Taltin, al Khyam y Tir Hafa, aunque la jerarquía militar israelí ha advertido de que la represalia no se quedará ahí.
“Estamos aumentando en gran medida nuestra preparación para la próxima etapa en la lucha en el norte”, aseguró el jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzi Halevi, en una visita esta mañana al campo de fútbol, para después reunirse con la cúpula militar y de inteligencia para “evaluar la situación y aprobar “planes operativos para la arena norte”.
El cohete era un Falaq 1, un misil iraní con 53 kilos de carga explosiva, que es propiedad exclusiva del arsenal de Hizbulá, asegura Israel. El grupo chií libanés reivindicó ayer varios ataques contra el Golán, pero negó responsabilidad en el impacto mortal en Majdal Shams.
“Hizbulá, satélite de Irán, estuvo detrás del ataque. No puede ocultarlo pese a sus desmentidos ridículos”, aseveró el ministro de Defensa, Yoav Gallant, tras una reunión en el Comando Norte del Ejército, en Safed.
“Atacaremos duramente al enemigo”, enfatizó antes Gallant, en una conversación con el líder espiritual de la comunidad drusa, Sheikh Mowafaq Tarif, antes de los multitudinarios funerales en Majdal Shams, en los Altos del Golán, que pertenecían a Siria pero fueron ocupados por Israel en 1967 y anexionados unilateralmente en 1981.
Funerales de los niños
En una plaza en el corazón de la ciudad drusa miles de ciudadanos, la mayoría drusos con vestimentas negras, se agolparon a pie de calle, tejados y balcones al paso de los féretros blancos con los menores fallecidos, de entre 10 y 16 años.
“Las imágenes del horror jamás se borrarán. Ese sábado negro quedará grabado en nuestra memoria como un punto bajo de la humanidad”, leyó en la ceremonia Tarif.
Algunos de los ministros del Gobierno presentes en el funeral, como el de Finanzas, Bezalel Smotrich, o de Economía, Nir Barkat, fueron abucheados e increpados por algunos de los asistentes. “¡Sáquenlos de aquí! ¡No los queremos!”, gritó un hombre. “¿Nos abandonaron durante nueve meses y ahora vienen aquí?”, clamó otro asistente.
También acudió el líder de la oposición, el centrista Yair Lapid, quien acusó al Gobierno de fracasar en su obligación de brindar seguridad a los ciudadanos, “especialmente a los niños”.
Ese ataque dejó además una treintena de heridos, la mayoría también menores, que fueron atendidos en el hospital Ziv de Safed, donde quince permanecen hospitalizados, tres de ellos en estado crítico, sedados e intubados. Además, otros cinco niños permanecen en el hospital Rambam de Haifa, el mayor del norte de Israel, donde fueron sometidos a cirugías durante la noche, y cuatro de ellos siguen en la unidad de cuidados intensivos.
En paralelo continúan los trabajos de búsqueda de Guevara Ibrahim, de 11 años, desaparecido tras el ataque en el campo de fútbol donde se le vio por última vez.
La frontera entre Israel y Líbano vive su mayor pico de tensión desde 2006 con un intenso intercambio de fuego desde el 8 de octubre, que se ha cobrado la vida de unas 565 personas, la mayoría en el lado libanés y en las filas de Hizbulá, que ha confirmado unas 350 bajas de milicianos y comandantes, algunas en Siria; además de un centenar de civiles.
En Israel murieron 46 personas en el norte, 22 militares y 24 civiles, incluidos los 12 menores y adolescentes en el ataque de ayer, el más mortífero en Israel desde el inicio de las hostilidades, lo que hace temer una guerra abierta que se viene anunciando desde hace diez meses.