miércoles, diciembre 25, 2024
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Ríete del oro

Enrique García-Máiquez,

Fíjense si la cosa será obvia que hasta yo, tan desnortado y tan en el sur, me he percatado. Madrid acoge cada vez a más hispanoamericanos con posibles que se vienen a España huyendo de las situaciones políticamente inflamables de sus países. Suena un poco a eslogan, pero, cursilería aparte, Madrid es Nueva Miami, capital latinoamericana —como dicen— de ida y vuelta.

Lejos de mí minusvalorar a los que venían a hacer trabajos más corrientes. Hicieron y hacen muchísimo bien en tres o cuatro campos, desde el puramente laboral, pasando por buen gusto por nuestro idioma, hasta el fortalecimiento civilizatorio. Lo de ahora es distinto e igualmente de agradecer. Vienen personas con dinero o con estudios o con gran experiencia profesional o todo junto a instalarse aquí, especialmente, como digo, en Madrid, aunque también en otras ciudades y pueblos de España.

Es una ironía que esos mismos políticos que tanto despotrican de la colonización de América estén empujando a los suyos a venirse aquí

Me comentan que ya se nota en los precios de la vivienda. Yo lo había notado en el empuje empresarial y también, ojo, en un inédito afán cultural. Las últimas veces que he asistido a conferencias sobre literatura o política o incluso las he dado encontré a personas de Hispanoamérica entre el público asistente y en primera fila, con vivísimo interés.

Esto es una maravilla para España. Por el empuje, por el talento, por las inversiones y también por su bagaje de experiencias políticas, que nos van a terminar viniendo de lujo, ya verán. Nada, ni el oro, vale más que el capital humano, y estamos recibiendo una lluvia de millares de los mejores. Como lector y escritor, como para la literatura no hay más fronteras que las del idioma, yo ya disfrutaba de la riqueza de la Hispanidad, pero este trasvase de ahora permite el mismo enriquecimiento que en las letras en otras áreas más contantes y sonantes. Es una ironía que esos mismos políticos que tanto despotrican de la colonización de América estén empujando a los suyos a venirse aquí.

Los recibimos con los brazos abiertos, esperanzados, seguros de que estamos teniendo una suerte de dimensiones oceánicas y continentales

Para sus países de origen, me temo, no es una buena noticia, aunque imaginamos que los vínculos más estrechos no se pierden nunca, y que tendrán un pie allí y el ojo puesto en su tierra de origen. Con todo, esos regímenes políticos capaces de espantar a los mejores, deberían tentarse la ropa, esto es, el chándal. T. S. Eliot explicaba que el peor daño que Inglaterra ocasionó a Irlanda a lo largo de toda una historia de guerras, ocupaciones y persecuciones fue el conocido como The Flight of the Wild Gees, esto es, cuando las clases altas irlandeses, aburridas ya de tanto abuso, cogieron el portante y se vinieron, precisamente, a España y a Francia. Aquella fuga de las elites nacionales, descapitalizó –en todos los sentidos– a Irlanda, que tardó mucho en levantar cabeza.

Como estimamos como algo nuestro a Hispanoamérica, advertimos de este peligro, porque nos da apuro quedarnos nosotros con tanto bueno de nuestros países hermanos. Pero conste que, por lo que a España respecta, los recibimos con los brazos abiertos, esperanzados, seguros de que estamos teniendo una suerte de dimensiones oceánicas y continentales. ¡Bienvenidos!

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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