jueves, diciembre 26, 2024
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Rojava, la democracia ignorada por Estados Unidos en un Oriente Medio en crisis

Mookie Tenembaum,

Estados Unidos enfrenta una oportunidad histórica en Oriente Medio que cambiará la dinámica regional y castigará a un aliado que viró hacia posiciones autocráticas y antioccidentales.

Mientras Hezbolá se encuentra en un momento de debilidad, Washington tiene la posibilidad de apoyar un modelo alternativo en Rojava, un enclave autónomo en el noreste de Siria. Allí, se construyó un sistema de gobernanza inclusivo y democrático. Pero, en lugar de respaldar esta iniciativa, Washington se mantiene al margen, dejando la puerta abierta para que Rojava quede vulnerable ante las ofensivas de Turquía y pierda la capacidad de consolidarse como un ejemplo de pluralismo y tolerancia en una región que necesita alternativas desesperadamente.

El gobierno de Rojava, conocido formalmente como la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), se organiza bajo un modelo único en la región: el confederalismo democrático. Esta estructura de gobierno se caracteriza por la participación directa de las comunidades locales, y promueve una administración igualitaria y descentralizada. En lugar de un poder concentrado en la capital, Rojava se basa en la organización desde las bases, lo que permite a las minorías como cristianos, yazidíes y árabes, así como a las mujeres, participar plenamente en la vida política. Un claro ejemplo de esta política es el sistema de copresidencia, donde todos los cargos se comparten entre un hombre y una mujer, garantizando así la equidad de género.

Este experimento democrático en una región históricamente marcada por la represión y la violencia sectaria podría haberse convertido en la prueba de que es posible una convivencia pacífica y próspera entre diferentes etnias y religiones en Oriente Medio. Sin embargo, la postura de la administración del gobierno de Recep Erdogan en Turquía, cada vez más alineada con Rusia y abierta a alianzas con Hamás, dejó a Rojava en una situación de aislamiento y constante amenaza militar.

Por su parte, Turquía considera a Rojava un “bastión terrorista” en su frontera. Así, intensificó sus ataques aéreos y las incursiones terrestres, desestabilizando cualquier intento de consolidación política en la región.

La deriva de Erdogan hacia Moscú y su acercamiento a Hamás deberían ser motivo suficiente para que Estados Unidos reevalúe su postura. El líder turco dejó claro que su política exterior se mueve más por sus intereses expansionistas y por el fortalecimiento de su base nacionalista e islámica, que por la estabilidad y la paz regional. Apoyar a Rojava, entonces, es una forma de consolidar un modelo democrático y de autogobierno en Siria, así como una oportunidad de contrarrestar la influencia de Erdogan y sus aliados.

Si Estados Unidos realmente busca promover la democracia en Oriente Medio, Rojava representa la única oportunidad tangible y presente para hacerlo. Ignorar esta realidad es un error estratégico que aleja a un potencial aliado y fortalece las manos de aquellos que buscan imponer regímenes autocráticos y autoritarios en la región. Al no castigar a Erdogan por su alianza con Rusia y Hamas, y no reconocer a Rojava como un verdadero interlocutor democrático, Estados Unidos arriesga perder la credibilidad de sus principios y, más importante aún, la oportunidad de mostrar un Oriente Medio donde la democracia no sea solo un sueño, sino una realidad concreta.

Las cosas como son

Fuente: Diario Las Américas

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