La guerra de Rusia contra Ucrania en lugar de aplacarse, después de 400 días de ataques consecutivos, tiende a recrudecerse. Si bien, distintas voces como la del canciller alemán, Olaf Scholz, incentivan a China a utilizar su influencia en Moscú para presionar a favor del retiro de las tropas o auspiciar una mesa de negociaciones como pide el presidente francés, Emmanuel Macron, los planes de Pekín son otros: su ministro de defensa, Li Shangfu, está “decidido” a reforzar la cooperación con el ejército ruso.
El alto funcionario del régimen chino declaró que su visita a Moscú —donde estará hasta este miércoles 19 de abril— tiene como finalidad “demostrar al mundo exterior” la “firme determinación de fortalecer la cooperación estratégica entre las fuerzas armadas chinas y rusas”. La promesa del gigante asiático es promover la cooperación militar y técnica, así como el comercio militar entre Rusia y China para llevarla a un nuevo nivel.
¿Dónde queda la neutralidad de China en el conflicto? ¿Qué implicará la nueva cooperación? Shangfu no lo precisa, pero está claro que ambas naciones comparten su rechazo hacia Estados Unidos y, por tanto, conciben a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como adversaria.
Una cooperación en tiempo cumbre
Si la promesa de China implica armas esto no sería nada nuevo, de hecho reafirma en un momento cuando la reciente filtración de documentos secretos del Pentágono dejó en evidencia el probable suministro del dictador Xi Jinping a su homólogo ruso, Vladímir Putin.
Ahora, si China está “decidida” a apoyar a Rusia, la cooperación llegaría en un momento cumbre. Es que la embestida militar le ha costado 183.130 soldados a Moscú desde el comienzo de su invasión el 24 de febrero del año pasado. Sumado a ello está la pérdida de 3661 tanques, 7098 vehículos blindados de combate, 5676 vehículos y tanques de combustible, 2810 sistemas de artillería, 538 sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple, 285 sistemas de defensa aérea, 308 aviones, 293 helicópteros, 2353 drones y 18 barcos.
Sin embargo, la aparente determinación de Pekín a favor del Kemlin ya tiene advertencias encima. Los países del G7 suscribieron nuevamente el compromiso con Ucrania, al finalizar la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores del grupo en Karuizawa, Japón.
En la declaración final, el ministro de Exteriores de Japón, Yoshimasa Hayashi, reconoció que mantendrán la cooperación para enfrentar no sólo la evasión de Rusia a las sanciones, sino el suministro de armas por parte de terceros países.
Buscando alianzas del otro lado
La estrategia geopolítica rusa que pretender reforzar los apoyos a su embestida resalta aún más con la búsqueda de aliados en occidente. Brasil es el blanco más reciente de Putin, quien intenta mostrar interés con la propuesta de paz en Ucrania que propone el gobierno izquierdista de Luiz Inácio Lula da Silva.
Putin parece atraído con la creación de un “G-20 por la paz” en Ucrania con la participación de países de Latinoamérica.
Las declaraciones del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien admite que “cualquier idea que tenga en cuenta los intereses de Rusia, las preocupaciones de Rusia, merecen la atención” apuntan en esa dirección.
Además, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, está en la nación de la samba rastreando los detalles de la iniciativa que probablemente excluiría a Estados Unidos y la Unión Europea por estar, según Lula, “contribuyendo” a la continuidad de la contienda. La cercanía con Brasil en manos de Lula le conviene a Putin porque el mandatario rechaza las sanciones impuestas a Moscú por la Casa Blanca y la comunidad de los veintisiete.