domingo, diciembre 22, 2024
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Salir a tiempo de la puerta de al lado

Comentan que se agotó el modelo de izquierdas o derechas liberales [Dixit Padre Ugalde]. Es cierto. Pero vamos un poco más allá. El mundo moderno se juega el rescate de la democracia [presente sólo en un 25% del planeta/Freedom House] y la derrota del autoritarismo. Ello supone un talante superior. Aunque las tiranías no se agotan, la historia evidencia que [los tiranos] caen irremisiblemente. Y en tiempos de comunicación global una imagen vale más que un misil, por lo que quien enarbole seriamente la bandera de la justicia, la paz y la libertad, ganará.

Los tres elementos de valoración para lograr objetivos evolutivos de cambio favorable: i-Capacidad de consenso; ii.-Organización y iii.-Unidad de propósitos […] Un tema sensible para alcanzar consenso es la condición de Juan Guaidó como presidente encargado y precandidato presidencial. Una credencial política que en el contexto internacional, habiendo recibido el apoyo de las democracias más solventes del planeta como UK, EEUU, Brasil o Canadá, pasa por una aprobación y comprensión compleja. ¿Puede atenderse y obtener rédito político, asumiendo un doble rol?

La oposición tiene el gran reto de redimir estratégica, noble e inteligentemente la unidad política. Elecciones primarias o consenso. Pensamos que el consenso, es el mejor camino. Removilizar una disidencia aletargada y desanimada, demanda juicios certeros. A pesar de que el interés de participación ciudadana en primarias registra un 51%, validar y mejorar esas cifras requiere un entendimiento idóneo de la coalición opositora. Recuperar la confianza de ciudadanos decepcionados es demostrar acuerdos sensatos que dejen una impronta de concordia, superación de rencillas y desprendimiento.

Reglas claras en el proceso de elecciones primarias y sólido acatamiento de los resultados, también elevaría el termómetro de la credibilidad y movilización. Pero la sola sospecha que dicha elección culmine en otra suerte de nuevo alacranato o “derecho de nacer y ser presidente”, desalentará un nada despreciable índice de voluntad de salir a votar y elegir [80%]. Unas primarias desaliñadas por paralelismos y personalismos, serían debut y despedida de una aspiración presidencial.

La ansiedad a ser candidato a troche y moche [saltándose a la torera el evento primario], no necesita gafas para concluir, comporta una derrota anticipada y una irreparable pérdida de los aliados internacionales.

El consenso ideal. Cuidado con los autointitulados

El consenso político sería lo ideal. Conduciría a un reencuentro de las toldas partidistas y facilita el entendimiento con la sociedad civil y otros grupos de interés [Stakeholder]. El compromiso unitario, organización militante y factibilidad electoral [elecciones transparentes, justas, verificables y vigilables] eleva las posibilidades opositoras. Fue un hecho crucial en la victoria de 2015. Actitud grupal que derrota trampas y ventajismos.

La otra variable es el tiempo. No bastan primarias [que deberían ser a dos vueltas] o pacto político. Tal concreción debe canalizarse en lo que queda de año. Al primer trimestre del 2023 ya debemos tener un candidato único. Estamos tarde. El régimen también juega y podría llamar a elecciones anticipadas en 2023, agarrando fuera de base a la plataforma opositora. Guerra avisada…

El consenso es lo ideal porque evita desgaste. Soslaya poner en remojo-muy anticipadamente-asuntos complejos como el voto de venezolanos en el exterior, uso de las máquinas del CNE, riesgos de saboteo, desobediencia y más disputa, elevando la incertidumbre. Vacilación y dilema es abstención, y abstención es fracaso. No son especulaciones. Han sido actitudes recurrentes. El presidencialismo en Venezuela es una enfermedad. A estas alturas del partido, se respira [o transpira] poca voluntad de pacto político. Por el contrario, no hay tregua en la competencia disidente. Y la gente lo huele fatigosamente.

El consenso envía un mensaje de unidad renovada a lo interno y a lo externo. Remotiva y reivindica el espíritu de liderazgo favoreciendo los procesos de articulación partidista, militante y vigilante, dentro y fuera de Venezuela. El consenso al decir de Betancourt destrona la auto proclamada universalidad y elevancia. “No profeso ese universalismo de quienes se autotitulan ‘ciudadanos del mundo’. Antes que todo y primero que todo, soy venezolano. Siento y pienso como ciudadano. El interés por mi país lo antepongo, resueltamente al de otra nación [El País. 11 enero 1944]… Diría Martha Stout, evitar los psicópatas de la puerta de entrada, los inconscientes. Aquellos que, sin remordimiento reinciden en un mismo error, querer ser presidente obsesivamente o si acaso, cooperar para dividir. Un flaquito político hace rato anda en eso.

EEUU, Canadá, Brasil y Europa

La correlación de fuerzas internacionales ha cambiado. Guaidó aún cuenta con aliados con gran solvencia como EEUU, Canadá, Brasil, UK, Paraguay; Costa Rica; Francia, Alemania y ahora Italia. La voz de estos actores sigue teniendo gran peso político. La protección de los DDHH, la ayuda humanitaria, el derecho de refugio, a la identidad y a la justicia penal internacional más sanciones, están sobre la mesa. Y seguirán amén de canjes utilitarios en términos de realpolitik. Guaidó está llamado a atender esa agenda, prioritariamente. Puede ser candidato, si, pero sin sacrificar alianzas.

El mundo democrático apuesta a una solución política para Venezuela. En este terreno, María Corina, Manuel Rosales, Henrique Capriles, Leopoldo López, Andrés Velásquez, Antonio Ledezma, Juan Guaidó y otros aspirantes, deben reabrir y reescribir los méritos de transiciones políticas ejemplares como la Chilena, la Española; la Brasileña, Uruguaya o la Venezolana de 1958 [Pacto de Punto Fijo], evitando el síndrome de la República fracasada como lo fue la caída de la moderna y avanzada república de Weimar […] Los venezolanos en el exterior debemos calcar el ejemplo de la diáspora judía, pulmón de nacimiento, auge y permanencia del Estado de Israel, y dejar de lado seducciones separatistas, fragmentarias y ponzoñosas. Es consagrar el frente unido […] Nuestro gran bastión de apoyo y representatividad es la comunidad internacional. Perder esa prenda es un peligroso salto con los ojos vendados.

La política favorece lo genuino, la gran moral nicomáquea, la voluntad de sacrificio, spoude y détachement [desprendimiento]. El gran líder debe reconocerse a sí mismo, descifrar sus miedos más profundos que, al decir de Williamson, “es el de ser poderosos más allá de toda medida, sin cuestionarse por ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso”. Pero también es luz, al decir de San Agustín, ser capaz de interpretar correctamente en el tiempo, habiendo transcurrido mucho tiempo, su mejor tiempo…que es salir a tiempo de la puerta de al lado… por la puerta del frente, por la puerta grande.

No es izquierda o derecha. Es conciencia, es libertad.

Fuente: Diario Las Américas

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