El expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, –el mismo que recién llegó al poder calificó a Hugo Chávez como su “nuevo mejor amigo”– hoy critica la “política blanda” de Estados Unidos hacia Venezuela y la “complicidad” del actual gobierno de su país. En una entrevista en el foro Wolrd in Progress de Barcelona, España, el exmandatario colombiano cargó contra Joe Biden y Gustavo Petro por ayudar a mantener a Nicolás Maduro en el poder.
“El mundo entero y la democracia, sobre todo, están tan preocupadas por todo este auge autocrático. Deberíamos, entonces, reaccionar con más vehemencia, con más determinación, con más perseverancia. Y creo que eso es lo que necesita Venezuela”, dijo Santos durante el evento en el que también intervino Edmundo González, a quien pidió reconocer como el presidente electo de Venezuela.
La política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela la cuestionó por considerarla “prácticamente inexistente”, lo que, a su vez, estima ha sido contraproducente. “A mí me sorprende, por ejemplo, cómo un país, que ha defendido tradicionalmente las democracias, sobre todo en la región, como Estados Unidos, ha mantenido una política frente a Venezuela muy blanda”.
Y en cuanto al gobierno de su país, dijo que “no está haciendo nada” y es momento de abandonar las posiciones ambiguas. “Ha dicho que se está prestando para poder mediar, pero hay un momento donde la mediación se vuelve complicidad”, manifestó sobre la postura de Gustavo Petro, agregando además que “eso es lo que ha permitido, infortunadamente, que el régimen se consolide, se atornille”.
Juan Manuel Santos insistió en que “es por el interés de Colombia, de Venezuela y de toda la región” que es necesario que la transición se concrete lo más pronto posible de manera “pacífica y efectiva”.
¿Qué ha hecho Santos por la libertad de Venezuela?
Además de calificar a Hugo Chávez como su “nuevo mejor amigo” en 2010, Juan Manuel Santos entregó en 2014 al régimen de Nicolás Maduro al líder estudiantil Lorent Saleh, quien luego relató las torturas que sufrió en los calabozos de la dictadura y en una entrevista con PanAm Post aseguró que Santos lo entregó “para obtener la firma de Maduro en los acuerdos de paz”, dos años después. Tampoco se puede olvidar el escaso talante democrático del exmandatario colombiano que desacató la voluntad del pueblo cuando ganó el “No” en el plebiscito sobre dichos acuerdos y, en contra de lo votado, siguió adelante con su propósito en busca de su cuestionado premio Nobel de la Paz.
Su relación con Maduro durante su paso por la Casa de Nariño fue espinosa. Atrás quedó la amistad que celebró tener con Chávez. Sin embargo, tampoco fue tan firme como la que hoy pide a Biden y Petro. Santos y Maduro se reunieron en agosto de 2016 en Puerto Ordaz, Venezuela, para acordar la reapertura de la frontera tras permanecer cerrada durante un año hasta ese momento. Un mes después, Santos llamó a uno de los tantos diálogos estériles entre el chavismo y la oposición –en ese entonces con la mediación del Vaticano– que solo han servido al régimen para ganar tiempo y mantenerse atornillado al poder, que es lo que hoy reclama el expresidente colombiano.
Tampoco se puede olvidar que Santos salió mencionado en el informe de la Asamblea Nacional ecuatoriana de enero de 2022, donde junto con la fallecida senadora Piedad Córdoba, al expresidente colombiano se le vinculaba con el empresario Álex Saab, considerado por EE. UU. como testaferro de Maduro. “Es sospechoso que el gobierno de Santos enviara a Álex Saab como delegado del Estado colombiano como representante de un contrato con el gobierno de Venezuela para la exportación de casas prefabricadas”, dijo el entonces presidente de la comisión de fiscalización del parlamento ecuatoriano, Fernando Villavicencio, asesinado en agosto del año pasado.
En la reciente entrevista en el foro Wolrd in Progress de Barcelona, Santos reveló parte de sus conversaciones con el entonces presidente estadounidense Donald Trump sobre Venezuela. “Él (Trump), medio en chiste, dijo: ‘Por qué no invadimos’. Yo dije: ‘No se le ocurra ni siquiera mencionar eso, y discutimos ahí tres minutos sobre esa estupidez”. A su juicio, Venezuela es como un avión sin gasolina. “Y a todos nos conviene un aterrizaje suave”, concluyó.