«Otro dato revelador es que a lo largo del periodo observado, y a pesar de la crítica situación económica y social, la cantidad de demostraciones por motivos políticos y civiles (26, 55, 91 y 96) ha sido mayor cada mes que la de las impulsadas por motivaciones económicas y sociales (16, 33, 19 y 26)», señala el informe.
Asimismo, el 46% de las manifestaciones de protesta en el mes de diciembre (56) estuvieron relacionadas con el abuso policial o la represión, mientras que 72 del total fueron generadas por el Movimiento San Isidro (MIS) y por la plataforma 27N, esta última organizada de forma espontánea el 27 de noviembre tras la sentada de cientos de personas ante el Ministerio de Cultura cubano para exigir el cese de la represión por razones políticas y el respeto a la libertad de expresión.
En lo económico y social, el OCC subrayó que las 26 manifestaciones de diciembre fueron sobre todo en reacción a la llamada Tarea Ordenamiento anunciada por el régimen el 10 de diciembre y puesta en práctica desde el 1 de enero último.
«La medida ha conducido a un aumento generalizado de precios, entre ellos uno desmesurado de la tarifa eléctrica, de nueve centavos a 40 el kilovatio hora (KWh). La magnitud de la reacción popular obligó al Gobierno a replegarse y dejarla en 33 centavos», señala el reporte.
«Antes, de manera arrogante, ignoraba los reclamos de algún sector de la población o simplemente los aplastaba. Ahora el Gobierno maniobra, se repliega, retorna con promesas de solución o contrapropuestas insatisfactorias en diferentes temas. Rebaja tarifas eléctricas y precios de helados sin que la rebaja llegue a ser satisfactoria en la esperanza de aplacar las protestas y dar una imagen constructiva. Es así como promete ceder en algunas áreas legales, como la promesa de Ley de Protección Animal, pero se repliega en la aprobación del amparo constitucional», advierte.
«El Gobierno de Díaz-Canel, incapaz de soluciones abiertas y creativas, trata infructuosamente de controlar la situación con estrategias que ya no funcionan, como la represión y campañas de descrédito. (…) Demuestra así que no está preparado para enfrentar los tuitazos, cartelazos, videos, memes, grafitis, poemas, canciones, y muchas otras formas de manifestación de una nueva generación que no tiene compromiso con el Partido Comunista de Cuba, y no teme ni respeta a sus dirigentes», resume el OCC.
Solidaridad entre cubanos ante la represión
El informe señala que tanto personalidades como influencers nacionales, incluyendo a varios que hasta el momento han coexistido con el Gobierno cubano, se han sumado a las voces que rechazan la violencia y piden diálogo, mientras que incluso vecinos de los activistas del Movimiento San Isidro «se negaron a participar en los infames actos de repudio y resistieron con valor los ilegales interrogatorios de la Seguridad del Estado».
También diversas figuras del mundo, así como «algunos sectores de la izquierda internacional», han tomado distancia del régimen cubano, algo «que no ocurrían desde que escritores famosos de esa tendencia ideológica como Saramago o Galeano criticaran al Gobierno cubano por la muerte en prisión de Orlando Zapata Tamayo».
«La mayor parte de la población no se siente tratada de manera justa y comienza a identificar al sistema imperante –no solo al Gobierno– como los culpables de su situación. Cada vez más cubanos identifican al bloqueo interno como el responsable de la crisis económica. Sin embargo, un sostén importante del actual sistema continúa siendo la creencia que aún tienen muchos ciudadanos de que el cambio en su tiempo de vida no es posible», asegura el OCC.
El reporte advierte que la etiqueta #CubaDeTodos fue la que más se movió en las redes durante diciembre, después que el diácono católico salesiano Maykel Gómez Hernández expresara: «Nuestras calles son de todos» en su homilía por la Navidad.
El nuevo rostro de la sociedad civil cubana
«La desproporcionada respuesta represiva del régimen al Movimiento San Isidro y a la plataforma 27N hace evidente que los métodos represivos del Gobierno no están preparados para un nuevo tipo de movimiento social alejado de la clásica estructura piramidal de las organizaciones opositoras cubanas. (…) El Gobierno cubano no está preparado para los métodos de lucha no violenta con demandas concretas», agrega el informe.
El análisis del panorama de la protesta hoy en Cuba muestra que ha emergido «un mosaico infinito de movimientos sociales temáticos con demandas puntuales: LGTBI, animalistas, artistas y escritores, feministas, contra el racismo, periodistas independientes, cuentapropistas, campesinos y muchos otros. Quieren tener el derecho a reclamar y expresarse sin represión ni coacciones de ningún tipo. Son activistas autónomos y públicos», precisa el OCC.
En ese panorama, el régimen recurrió al asesinato de la reputación como táctica de aislamiento de la protesta, y dirigió su ofensiva en los días finales del año sobre los periodistas independientes.
A pesar de ello, hay datos que demuestran que el Gobierno cede ante las presiones: «la protesta de campesinos por el tope de precios de la carne de puerco ganó su demanda en la provincial de Sancti Spíritus; Oscar Manuel Silvera, ministro cubano de Justicia, informó durante un encuentro de la Asamblea Nacional del Poder Popular que el decreto de Bienestar Animal será sometido a aprobación en la reunión del Consejo de Estado correspondiente a febrero de 2021″, indica el OCC.
También «el precio del kilovatio fue bajado unos centavos ante la presión popular en las redes», mientras que el activista preso Silverio Portal Contreras fue liberado después de una intensa campaña nacional e internacional de reclamos.
«Hasta fines de 2020 no hay indicio de que la élite de poder tenga la intención de abordar una reforma estructural económica y mucho menos una política. Pero eso puede cambiar si se ven obligados a enfrentar una crisis de gobernabilidad de gran envergadura en los próximos meses, ya sea ocasionada por el insoportable costo de la vida o una hambruna que parece inevitable», advierte el informe.
Y subraya: «Si el Gobierno insiste en recrudecer la represión y violencia es muy posible que, lejos de amedrentar a los inconformes, muchos de los que hoy piden un diálogo se radicalicen y cambien de estrategias».
Fuente: Diario las Américas