lunes, diciembre 23, 2024
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¿Seguirá el Chile capitalista a Venezuela hasta la ruina?

Chile fue considerado durante mucho tiempo como un país capitalista modelo en América del Sur. En el Índice de Desarrollo Humano 2022, Chile ocupa el primer lugar entre todos los países de América Latina. Y en el Índice de Libertad Económica 2022 de la Heritage Foundation, ocupa el vigésimo lugar, por delante de EE. UU. y del Reino Unido. En 2018, la tasa de pobreza en el Chile capitalista era del 6,4 %, en gran contraste con el 76,6 % de la Venezuela socialista.
A pesar de la increíble historia de éxito de Chile —sobre la cual escribo con más detalle en mi libro The Power of Capitalism— los chilenos votaron por el candidato socialista Gabriel Boric en las elecciones del año pasado y votarán por una nueva constitución el 4 de septiembre de 2022. ¿Cómo pudo suceder esto? En Santiago de Chile hablé con Axel Kaiser, titular de la Cátedra Friedrich Hayek de la Universidad Adolfo Ibáñez, una de las principales universidades de Chile. También es el fundador del think tank liberal Fundación para el Progreso en Chile.
Rainer Zitelmann: El 4 de septiembre los chilenos votarán una nueva constitución. Usted advierte de los peligros —¿cuáles son sus principales críticas?
Axel Kaiser: En esencia, la nueva constitución está moldeada por una profunda desconfianza en el mercado y una confianza casi ilimitada en el Estado. Con 499 artículos, es la constitución más larga del mundo, pero en lugar de tomar por ejemplo buenas constituciones como la Ley Fundamental Alemana, han copiado mucho de constituciones como las de Venezuela y Bolivia. Un gran problema es que los derechos de propiedad se están erosionando. Hasta ahora, cuando el Estado expropiaba empresas, estaba obligado a pagar el precio total de mercado al contado. Según el borrador de la nueva constitución, el Estado solo deberá pagar un “precio justo” indefinido, y no al contado. Además, garantiza todo tipo de “derechos sociales”, como el derecho al trabajo —esto es familiar a la constitución de la República Democrática Alemana, donde el artículo 15 establece: “El derecho al trabajo está garantizado”.
Zitelmann: El borrador de constitución también consagra los derechos de los pueblos indígenas en Chile. Eso suena bien al principio. Pero te opones.
Kaiser: Sí, porque este cambio terminaría con la aplicación uniforme de la ley en Chile. Existirían zonas autónomas, por así decirlo, donde se limitaría la aplicación de la ley chilena. Ya hoy, el Estado de Chile solo puede hacer cumplir sus leyes a través de normas de emergencia, porque la anarquía y la violencia prevalecen en muchas de estas zonas en el sur. Incluso nuestro nuevo presidente, Gabriel Boric, que criticó duramente estas normas de emergencia en el período previo a las elecciones, ahora ha tenido que usarlas él mismo porque la violencia está aumentando cada vez más. Los perpetradores de la violencia son grupos extremistas de izquierda, pero están muy vinculados al crimen organizado, especialmente al narcotráfico.
Zitelmann: El hecho de que Boric haya cambiado su enfoque desde las elecciones no es nada inusual para los políticos —y en este caso también debe ser bienvenido. ¿Se cumplirán las esperanzas de quienes creen que Boric seguirá una política comparativamente moderada?
Kaiser: En comparación con los comunistas, que se están volviendo cada vez más influyentes a pesar de su modesta parte de los votos, Boric es, por supuesto, moderado. Por otro lado, él es sin duda un socialista acérrimo. Antes de su discurso de inauguración el 11 de marzo de este año, besó ostensiblemente la estatua de Salvador Allende. Para los socialistas, este es sin duda un símbolo importante, pero para muchos otros alimenta el temor de que, después de todo, se embarque en un camino radical.
Zitelmann: ¿Ganarán Boric y sus partidarios el referéndum sobre la nueva constitución el 4 de septiembre?
Kaiser: La aprobación de Boric está cayendo. El año pasado, cuando los chilenos votaron sobre si debiese haber una nueva constitución o no, ¡el 78 por ciento estaba a favor! En otras palabras, una abrumadora mayoría. De forma más reciente, varias encuestas han informado que la mayoría de los chilenos está en contra de la nueva constitución. Pero muchas cosas pueden pasar entre hoy y el 4 de septiembre, el resultado aún está en el aire.
Zitelmann: Pareciera que Boric y su gobierno se están conteniendo hasta después de la votación, cuando podrían implementar medidas más radicales.
Kaiser: Boric ya ha mostrado dos caras durante la campaña electoral. En la primera vuelta difundió consignas radicales, en la segunda vuelta fue moderado. Esto le permitió ganarse a muchos votantes de centro.
Zitelmann: Sí, mi novia, que viene de Chile, ciertamente no es de izquierda, pero también votó por Boric porque percibía al candidato de la oposición, José Antonio Kast, como de extrema derecha. ¿Qué piensas de él?
Kaiser: Kast es un conservador nacionalista y, por lo tanto, está a mi derecha porque soy liberal. Pero, por otro lado, los medios de comunicación de izquierda han exagerado, retratándolo como un nazi. También utilizaron argumentos injustos, por ejemplo, al señalar que su padre fue miembro del NSDAP. Pero sin duda muchos chilenos votaron de la misma manera que tu novia, en realidad no estaban a favor de Boric, sino en contra de Kast.
Zitelmann: En Venezuela, Hugo Chavéz también declaró antes de las elecciones que bajo ninguna circunstancia planeaba nacionalizar empresas e incluso se describió a sí mismo como el “Tony Blair del Caribe”, es decir, como un socialdemócrata orientado al libre mercado. De hecho, sus políticas rápidamente se radicalizaron cada vez más hasta que terminaron en dictadura y caos. ¿Se convertirá Chile en una segunda Venezuela?
Kaiser: Sigo creyendo en el sentido común del pueblo chileno y que no se va a llegar a eso. Pero sea como sea, nos enfrentamos a años difíciles y amargos. Lo que más me preocupa es el aumento de la violencia en el país. Y un regreso a las políticas de libre mercado generalmente exitosas, que, por cierto, también fueron apoyadas por los socialistas en las últimas décadas —aunque con algunas reservas— me parece poco probable. ¿Por qué los socialistas facilitarían las nacionalizaciones con la nueva constitución si no tuviesen planes acordes bajo la manga? Y, lógicamente, los planes de introducir un impuesto sobre el patrimonio también ahuyentarán a los inversionistas.
Fuente: Panampost

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