Muchedumbre de colombianos marchamos pacíficamente porque tenemos el sentimiento de patria, de democracia y de libertad. La elección de Gustavo Petro, visto por algunos medios como un mesías, despertó las esperanzas de algún sector de la sociedad que votó por él bajo la promesa de “cambio”. Sin embargo, subsisten muchas dudas sobre esta elección que “mágicamente” hizo aparecer votos sin que tuviera auditoría internacional, pese a que el gobierno de Iván Duque trasladó los recursos para ella. Una primera motivación para que sin cumplir aún los cien días de esta administración, el malestar, el descontento y el rechazo se multipliquen por doquier.
En la historia de Colombia no hay antecedente de un rechazo tan temprano y generalizado como este. Ni en Semana Santa se consigue semejante acto de contrición. Desde luego el rechazo del pueblo es por completo de recibo y esto es así por el desorden, el caos, la improvisación que han caracterizado al ejecutivo. Este gobierno arrancó como caballo desbocado. Ninguna o poca planeación previa pero sí reformas por todas partes. No hay escenario estatal en el que no se crea que se requiere de modificaciones. Tantas iniciativas laboral, energética, ambiental, política, de salud, tributaria, electoral y algunas más, sin un jinete que lleve las riendas como corresponde, sólo llevan al despeñadero. Por esto el porrazo no se hará esperar. La devaluación es aterradora, no se diga de la inflación. El termómetro de estos indicadores está que se revienta ante tamaña subida. El indicativo del dólar pisando los 5000 pesos tiene a más de uno pensando y tratando de entender el porqué del alza tan acelerada.
Es lógico que así ocurra pues los ciudadanos ven y siguen en los medios y redes las actuaciones de los ministros y directores de departamentos administrativos y de otras dependencias claves del gobierno. Son un completo desastre. Lo peor es que quien buscó hacerse cargo de llevar las riendas está agotado ya y eso que apenas está empezando. Será el primer damnificado y es bien probable que, surtido el trámite de las reformas, entre ellas la tributaria, la fuerza de las reclamaciones ciudadanas deje de lado algunas de ellas y otras las transforme en una mini reforma. Pues tratando de usar un freno se ha visto enfrentado a la gasolina con la que, entre otros, la mininistra de Minas insiste en apagar la industria petrolera.
Y no para allí. En materia de justicia el ministro, desde el arranque, está por completo embolatado. Cree que premiando a los bandidos conseguirá la “paz total”. Craso error, es un desastre por donde se mire.
La cartera de Salud está empeñada en acabar con el eficiente sistema de las EPS, como lo había manifestado en marzo de este año la hoy ministra Carolina Corcho. Hasta ahora ella no ha podido hacer frente al incremento asustador del COVID-19 ni a la viruela del mono. No se sabe si ha tenido éxito en conseguir vacunas y tendrá que ver como maneja el escándalo de las farmacéuticas acerca de que no son eficaces, mientras tanto fracaso.
Y no se diga nada de la ministra de Agricultura, Cecilia López. Luego de entusiasmar a un sector del pueblo con la compra de tierras ha dicho que no serán tres millones de hectáreas las que el gobierno va a adquirir sino, a lo sumo, un millón y medio. Y quizás entre tanto trámite burocrático y suspicacias se acabe embolatando a los ganaderos. De todas formas, con las tierras confiscadas que están en la SAE (Sociedad de Activos Especiales) se cumpliría con una parte de la entrega a los campesinos con verdadera vocación agrícola. Siempre el campo termina por llevar la peor partida.
El ministro de Defensa ya ni marcha ni asiste a las revistas de las FFMM y de Policía. Vino, desbarató la organización y estructuras militares y policiales y ahora no se le ve por parte alguna. Será, por ventura, que considera que con la baja del alto mando militar y policial ya cumplió con su función, o anticipando sus alcances nos sorprenderá con más salidas en contra de las instituciones a su cargo. Su maltrato a la oficialidad se pudo ver en la forma cómo despidió a los generales con más de 35 años de servicio, a través de radiogramas a altas horas de la noche (10:00 pm). Así lo reveló recientemente a IFM y al periodista Daniel Coronel el General (RA) Juvenal Díaz Mateus, Comandante de la Séptima División con sede en Antioquia.
La filósofa elegida para la cartera de Minas sólo ha dejado conocer su ignorancia en la materia, de especial trascendencia en la economía del país, por lo que puede llegar a ser la primera ministra censurada. No ha tenido sino desaciertos. Su terquedad, su imprudencia y su ignorancia en los temas energéticos y mineros han llevado a que nuestra economía “decrezca” y con ello al empobrecimiento de todos, en particular, de las clases menos favorecidas. La minería extractiva del oro y del carbón se encuentra al borde del cierre. Ella, causante de pánico económico, debe sin duda evaluar su pronto retiro.
La ministra de Cultura, Patricia Ariza, parece una estatua dirigiendo el ministerio, todo se lo hacen. Extrañísimo que en un acto sin precedente, posesionó a su amiga personal la historiadora y profesora Ivonne Suárez como directora del Archivo Nacional con este extraño juramento: «Jura usted por Dios, por todas las diosas del Olimpo, por la patria y por la matria ….». A lo que Ivonne Suárez respondió que juraba especialmente por la matria, que estaba en lo más profundo de su corazón. Será, quizás, para abandonar la carga pesada del concepto de patria?
La cartera de Gobierno que tiene al frente al experimentado Alfonso Prada volcó sus esfuerzos en conseguir la aprobación del proyecto de «Paz Total». La paz recurrentemente invocada por años nada que se consigue y cada intento nos sale más caro que el anterior. La experiencia de La Habana así lo corrobora. Ahora este gobierno trae el mensaje de premiar al hampón e incurrirá posiblemente en el absurdo del regreso del terrorista alias Iván Márquez para participar en la futura mesa de negociación. Este criminal perdió todos los beneficios que tenía al incumplir el proceso de paz y alzarse de nuevo no solo en armas contra el Estado.
Por las actuaciones de los actuales gobernantes que sólo pueden ser el producto de la incapacidad humana para conducir por el destino más conveniente al pueblo colombiano, por su completa locura, por sus decisiones descabelladas, sólo nos queda pedir que se les perdone porque no saben lo que hacen, pues, nos están crucificando. Dios nos escuche.