Como es sabido, mientras más dramática es la situación económica argentina, más posibilidades existen de tomar medidas radicales. Lamentablemente, a pesar de que las crisis son tolerables, nadie en la clase política propone reformas de fondo. Claro que llega un momento cuando la situación no se aguanta más y se abren las ventanas de las posibilidades de los cambios profundos. Con el peso cada vez más devaluado, la propuesta de la dolarización ya se hizo un lugar en la campaña. Javier Milei, uno de los preferidos en las encuestas, asegura que si es elegido presidente se terminará el curso forzoso del papel emitido por el banco central.
Aunque el dólar libre sigue trepando sin techo, la iniciativa tiene sus fuertes detractores. Todo parece indicar que algunos la cuestionan por ignorancia o prejuicios ideológicos, mientras que otros se niegan porque es evidente que la dolarización atenta contra sus propios intereses. En este sentido, por estas horas el kirchnerismo y la izquierda repiten como un mantra una falacia: que si los argentinos comienzan a utilizar el dólar, los salarios serán miserables. El legislador del Partido Obrero Gabriel Solano hasta se animó a decir cuanto ganará el argentino promedio si se cierra el banco central: 20 dólares por mes. ¿De dónde sale el cálculo? Él sabrá…
Sin embargo, reemplazar al malogrado peso por los deseados dólares norteamericanos, no es garantía de salarios bajos. Claro que tampoco lo es de sueldos altos. Como repetimos en tantas oportunidades, lo único que determina el valor de los salarios son las tasas de capitalización que tenga cada economía. Como no ayuda subir artificialmente el salario mínimo por ley, tampoco la utilización del dólar tendrá que ver directamente con el poder de compra de los trabajadores. Sin embargo, si se elimina el peso, sí estaremos ante un aspecto positivo: la imposibilidad del robo inflacionario por parte de la política, que saquea mes a mes el poder de compra de los sufridos argentinos de ingresos fijos.
Creer que porque exista una máquina que imprima billetes pueda ser garantía de más ingresos para las personas es permanecer en el error que, al fin de cuentas, termina creando el drama inflacionario. Aunque la historia ya lo dejó muy en claro, y la mayoría de los países ya lo entendieron, en Argentina se sigue con esta cuestión, que ya tiene índole psicológica.
Los argentinos ya eligieron la moneda que desean y es el dólar (que aunque no es gran cosa, sigue siendo una posibilidad muy superadora al peso del BCRA). Aplicar una dolarización no sería más que blanquear la preferencia del público y quitarle la fuente de financiamiento espuria a los políticos de turno.
Pero, como la aplicación del dólar no significará necesariamente ingresos bajos, tampoco es garantía de buenos salarios. Es el primer paso y una condición necesaria, pero no es suficiente. Una vez que el banco central se convierta en un museo y los argentinos tengan en sus bolsillos la moneda que eligieron, el próximo gobierno deberá aplicar las medidas necesarias para la capitalización de la economía, que indefectiblemente se convertirá sí en mejores salarios (en dólares) para todos los argentinos.
Esto es garantizar la propiedad privada, abrir el país al librecambio, desregular la economía para fomentar el comercio y reducir los impuestos para hacer rentables las inversiones. Con este camino, a pesar de no contar con un monopolio monetario, Argentina puede tener salarios más altos en dólares que incluso Estados Unidos. Recordemos que cuando este era el programa de gobierno, en 1895 el ingreso per cápita en el país era más alto que en la potencia del norte.
Si Argentina se convierte en un faro para la inversión (y potencialidad le sobra), al contar con una moneda medianamente estable, las posibilidades existentes y reales podrían convertir al país en uno de los más ricos del mundo nuevamente.