Brasil va en camino a las elecciones presidenciales y Lula da Silva pretende retornar con el Partido de los Trabajadores al poder. Como ocurre en estas instancias, los medios periodísticos consultan a los candidatos sobre los principales ejes de un eventual gobierno. En un encuentro con la prensa en San Pablo, le preguntaron al candidato izquierdista sobre su postura acerca del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. El referente del PT respondió como si fuera Alberto Fernández.
Luego de remarcar que el acuerdo “no es válido porque no fue concretado por los países que lo firmaron”, y de manifestar las palabras protocolares sobre la importancia de la relación entre Europa y América Latina, Lula dejó en evidencia que no tiene intenciones de avanzar. ¿Sus argumentos? Absolutamente proteccionistas y kirchneristas.
«Quiero establecer un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Estuvimos muy cerca y necesitamos tomar en cuenta lo importante para Sudamérica. Brasil no puede abdicar de su derecho de reindustrializarse. Argentina no puede abdicar de ser un país con una fuerte industria. Un acuerdo es para que todos ganen», señaló.
Ante estas declaraciones, el electorado brasilero debería tomar nota que, el pensamiento que subyace al candidato del PT, es el mismo que llevó a la Argentina al fracasado sistema de “sustitución de importaciones”. Con la excusa de la teoría de la “industria incipiente”, que debe ser protegida de la competencia hasta que esté en condiciones de participar de un mercado libre y abierto, se fortaleció una clase empresaria prebendaria, beneficiada con un público cautivo al que le ofrece bienes de mala calidad a un mayor precio.
El deseo de Lula de la eventual “reindustrialización”, lo único que logró es el fortalecimiento de un empresariado parasitario, que vive a costa de sus privilegios en un mercado cautivo. La historia argentina demostró, en sintonía con toda la teoría económica seria, que cuando se compite en el mercado, en los países más libres afloran las ventajas comparativas. Por lo tanto, le venden al mundo lo que mejor producen, e importan lo que consiguen más barato y a un mejor precio. El modelo argentino que el PT propone para el Brasil es ahogar con impuestos a los sectores productivos y obligar a las personas a consumir productos que no elegirían libremente.
Otra cuestión para tener en cuenta es que, además de tener que comprar bienes de mala calidad a un mayor precio, luego que se consolida la clase industrial prebendaria, ésta se convierte en un sólido grupo de presión. Un lobby fuerte, que le garantiza en cada elección una gran cantidad de recursos a los candidatos populistas que propongan mantener sus privilegios.
Fuente: Panam Post.