Provocar el naufragio de las embarcaciones que zarpan con inmigrantes desde Cuba hacia Estados Unidos es una orden del régimen castrista. No importa si están a escasas millas de Florida o si entre los pasajeros hay niños, jóvenes, mujeres o ancianos. Con ninguno existe ni existirá contemplación por parte de la tropa Guardafronteras en alta mar a la hora de hundirlos, porque la dictadura ocultará la represión. Simplemente, argumentarán que fue un “choque accidental”.
Hay carta blanca para actuar. Los efectivos de seguridad estatal pueden amenazar, sacar sus armas y disparar sin mirar. También están autorizados para atacar por cualquier costado a las balsas o navíos que sean divisados, rescatar a los sobrevivientes más próximos y dejar en el fondo del mar a quienes cayeron tras las embestidas. No habrá sanciones para los Guardafronteras por abandonar o dejar a la deriva a los cuerpos de las víctimas que anhelaban huir del régimen cubano. De todo ello hay evidencia y testimonios.
Según Cubanet, la arremetida de un escuadrón Guardafronteras de Cuba en contra de una lancha cargada con 23 vecinos del sector Bahía Honda que dejó cinco muertos, entre los que se incluye una niña de dos años, no es casualidad, sino parte un perverso protocolo que data desde hace seis décadas para detener las migraciones.
Una masacre que marcó un hito
El primer «choque accidental» falso contra balseros del cual se conoce información es “La Masacre de los chinos en Barlovento” ocurrido en Marina Hemingway —antes llamada Marina de Barlovento— en enero de 1962, cuando el Servicio de Guardacostas persiguió a un grupo de 29 civiles que intentaba salir de Cuba. En aquel momento también viajaban allí ocho cubanos de origen chino.
Según la información documentada por el medio cubano, el castrismo se enteró del plan de escape y cuando la embarcación llamada “Pretexto” intentó navegar quedó atrapada por una cadena de acero pesado colocada en la vía. Ahí el buque de la armada disparó contra los civiles desarmados, causando la muerte de cinco personas, entre ellos tres de los cubanos de origen chino. Los sobrevivientes fueron condenados a 20 años de prisión. Desde entonces, a este caso se suman seis embocadas más.
Un remolcador sin rumbo
Posterriomente, hubo otro capítulo que sumar a este libro negro de la persecución del régimen castrista a civiles que intentan escapar del comunismo. En esta oportunidad se trató del naufragio del remolcador “13 de Marzo” tras recibir agua a presión disparada desde por la Guardafronteras. Este suceso dejó 41 cubanos fallecidos —entre ellos, 11 niños— de los 72 a bordo.
Este supuesto «choque accidental» contra balseros representa un abuso de poder del cual la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dejó por escrito en un comunicado, donde precisó que “apenas zarpó el remolcador “13 de Marzo” del Puerto de La Habana fueron perseguidos por dos barcos durante 45 minutos aproximadamente.
En la misiva, la instancia señala que a siete millas de distancia de las costas cubanas, otras dos embarcaciones mayores, equipadas con tanques y mangueras de agua, aparecieron y embistieron al viejo remolcador. «Una bloqueó por delante mientras la otra la chocó por atrás, partiéndole la popa. A la vez, los barcos que lo siguieron desde el inicio lanzaban chorros de agua a presión contra las personas en cubierta”.
Nadie pudo mantenerse a flote cuando además se instaló un «cerco alrededor de los sobrevivientes creando remolinos de agua” contó Sergio Perodín, una de las víctimas, a BBC Mundo.
Dos en cuatro años
Entre las falsas «colisiones» registradas por Cubanet hay dos separadas sólo por cuatro años de diferencia. Una ocurrió a horas de lo que se denominó como el «deshielo» entre Estados Unidos y Cuba, en diciembre de 2014, cuando una embarcación que salió de Bacunayagua con destino a Florida presentó una falla en uno de sus motores. Mientras efectuaban las reparaciones apareció “la Griffin 546” de Guardafronteras para interceptarlos.
Las mujeres tomaron a sus niños en brazos, uno de ellos de tres años, para pedir que no los atacaran y los dejaran seguir porque ya estaban muy cerca de aguas internacionales. Fracasaron. Fueron embestidos por el lateral de la lancha y un pasajero jamás fue localizado.
La historia se repitió con una lancha que zarpó de Punta Alegre, en Ciego de Ávila, el 17 de marzo de 2018. Aunque fue divisada a una milla de Florida también resultó atacada. “Con el ancla rompieron el palo que sostenía la vela y los impactos hicieron que tres de los 15 jóvenes de la balsa cayeran al agua».
Golpes en el medio
Grendi Marte, un balsero cubano, relató a Cubanet que en 2017 salió del puerto del Mosquito en Artemisa cuando a las siete u ocho millas aparecieron barcos de las autoridades cubanas. “Éramos 22 personas que pagamos 10 000 pesos (400 dólares, en un país con un salario de 45 dólares mensuales) cada una para construir la embarcación y largarnos. Nosotros pensábamos que ellos no nos iban a atacar, que no podían asesinarnos y nos golpearon la lancha en la mitad”.
Su historia de un «choque accidental» con balseros la vivieron 37 años antes, tres cubanos luego de secuestrar la nave “XX Aniversario” durante un recorrido turístico por el río Canímar, en Matanzas, para abandonar la isla.
“La primera decisión fue enviar dos lanchas torpederas para hacerlos desistir pero no funcionó. Entonces la estrategia se volvió mucho más agresiva y comenzaron a disparar a la embarcación, provocando la muerte de varios pasajeros”, indicó Cubanet.
Sin embargo, “como la embarcación era resistente y no podían hundirla, la patrulla se retiró y en su lugar los ataques fueron retomados por un avión de la Fuerza Aérea. Los pasajeros desesperados alzaban en brazos a sus hijos para que no les dispararan desde el aire, pero nada los disuadió. Casi llegando a aguas internacionales los alcanzó una embarcación mucho más grande que los embistió y al segundo golpe los partió a la mitad”.
Es un golpe similar al que causó la muerte por un traumatismo en la cabeza de uno de los cubanos que viajaba en la embarcación Ciego de Ávila el pasado 1 de marzo pero que el castrismo intenta ocultar argumentando que “las tropas guardafronteras actúan bajo el principio de preservación de la vida humana”.