Pensilvania. Agosto de 2019. En medio de una noche apacible, como tantas en el Lower Merion Township, un sonido fuerte, seco, rompió la calma y alteró a los habitantes que merodeaban en las cercanías, quienes se acercaron para ver una dura postal: un vehículo se había estrellado de frente contra un árbol. Dentro, una joven rubia, hermosa, permanecía aturdida. Y si bien la imagen, por sí sola, rebosaba en dramatismo, lo que pocos sabían es que se trataba de Caroline Biden, sobrina de Joe Biden.
Pero la historia se complicaría —para Caroline—, cuando el oficial de la policía, Jeffrey Seamans, bajó de su patrulla y se acercó al vehículo de Caroline, quien se mostraba confundida y casi no podía emitir palabras. Al menos no entendibles.
Seamans le solicitó su licencia de conducir. Ella no tenía. Lo que sí tenía justo a un lado eran dos botellas de fármacos. Una del relajante Carosiprodol y otra de la benzodiacepina, Lorazepam, usada para el tratamiento de ansiedad y altamente adictiva.
Ambas son sustancias controladas y solo vendidas con prescripción que… tal vez Caroline olvidó en casa durante esa noche. Pero no fueron las únicas que Caroline había consumido. Un examen posterior mostraría otra cantidad de fármacos dentro de su sistema. Sin duda, una pésima noche para la sobrina del hoy presidente electo de los EE.UU.
Justicia electoral
El caso tomó más de un año, saltando entre las diversas cortes de Pensilvania. Finalmente, el 4 de noviembre (un día después de las elecciones presidenciales), su caso fue abierto y el 3 de diciembre, se declaró culpable de los cargos. La sentencia fue automática: “De 20 días a 6 seis meses de confinamiento”, según los archivos de la corte.
Aunque nada de esto se cumplirá. Sus abogados negociaron un acuerdo con el fiscal del condado Montgomery, para cambiar celdas por libertad condicional durante 5 meses. 20 días en rehabilitación desde enero y 12 horas de servicio comunitario. “Lo cual no es inusual en estos casos”, declaró a The New York Post el abogado Mike Gottlieb, refiriéndose a una primera ofensa. “La verdad es que no creo que haya sido tratada de una manera diferente a cualquier otro cliente que yo haya representado”, puntualizó.
Y la verdad es que Gottlieb tiene razón. Fue su primera ofensa… en Pennsylvania.
En 2017, Caroline fue arrestada luego de usar durante casi un año una tarjeta de crédito robada, con la que gastó más de 100.000 dólares (en su mayoría en productos cosméticos –vale recalcar que algunas de estas cremas y lociones suelen ser muy costosas-). La sobrina de Biden tuvo que presentarse ante una corte y debió reembolsar los 110.810 dólares que consumió en su mayoría en la prestigiosa farmacia Bigelow.
Fue sentenciada a dos años de libertad condicional. Y sus declaraciones, al salir de la corte, fueron —con el corazón adolorido—: “No solo reconozco lo que hice sino que tomo responsabilidad de los hechos. Me arrepiento profundamente por los daños causados. Les puedo asegurar que nada similar a esto volverá a ocurrir”, dijo la hermosa rubia… claro, no se refería a estrellarse contra un árbol en el futuro.