“Nos estamos moviendo en la dirección correcta”, dijo Biden en un discurso el lunes desde la Casa Blanca. “Nuestro plan económico está funcionando. Nunca dije, y ningún analista serio lo sugirió, que salir del profundo, profundo agujero en el que se encontraba nuestra economía sería simple, fácil, inmediato o perfectamente estable”.
Pero, una cosa es el discurso de Biden y otra es la realidad. El desempleo subió al 6,1% la semana pasada, los precios de las materias primas y de consumo se han disparado desde enero, entre ellos la gasolina, los cereales, el estaño (utilizado en circuitos electrónicos y baterías de vehículos) la carne de cerdo (+51%), los metales (doble del precio). La deuda asciende a 30 billones de dólares y la inflación en abril se ubicó en 2,6%, cuando esa no se esperaba a principios de año.
El mandatario demócrata está impulsando un gasto gubernamental aún más ambicioso, proponiendo un total de más de 5 billones de dólares de inversión en infraestructura, familias y educación que se financiarán con impuestos más altos para las corporaciones y los ricos, otro gran descalabro -según economistas- de aprobarse en el Congreso.
Fuente: Diario las Américas