NINOSKA PÉREZ CASTELLÓN,
«Las fotografías que convirtieron a Trump en la encarnación del desafío». – Titular del New York Times
No voy a repetir lo que ya todos hemos estado viendo desde el sábado 13 de julio sobre el intento de asesinato al expresidente Donald Trump en Pensilvania. Milagrosamente, la bala de un rifle de alto calibre apenas lo rozó a unos milímetros del cerebro. Un hombre al que tuvieron que reconocer desafió la muerte con extraordinaria valentía.
Pero sí vale resaltar algunos detalles importantes. En un mundo donde cada vez más quieren que prevalezca el ateísmo y sacan a Dios de más lugares, incluyendo las escuelas, el hombre que aspira al cargo más importante del mundo dijo estar vivo por la gracia de Dios. Es cierto, solo la voluntad de Dios pudo haber evitado su muerte instantánea.
Lo que aconteció después, en apenas segundos, dio muestra de liderazgo, fortaleza, valentía y coraje. Todo lo que le ha faltado al presidente actual de los Estados Unidos de América, Joe Biden.
Esa tarde y con las fotografías captadas para la posteridad, todos fuimos testigos de la historia. Las imágenes de lo vivido colectivamente como nación no serán borradas. Como tampoco lo que aconteció antes y después. «El incidente», repetían una y otra vez algunos medios de prensa; a pesar de que escuchamos los disparos, vimos a Trump caer y levantarse ensangrentado. Otros, como CNN, reportaron que el expresidente se cayó ante el pódium y fue ayudado por el Servicio Secreto.
No faltaron los que cuestionaron si era real o no. Era como si de alguna manera les molestara que sucediera lo que era evidente, el deseo de deshacerse de él de una manera u otra. Pero cuánto molestaron esas imágenes, que el liberal New York Times tuvo que ceder (eran sus imágenes) y sugerir que un «bot» de inteligencia artificial bien podía compararlas con la majestuosa obra de Delacroix en 1830 de la mujer-patria con bandera en mano en plena batalla representando a Francia, la de Singleton del victorioso Mayor Pierson herido y ensangrentado con la bandera británica a sus espaldas o como la formación triangular de un hombre desafiando la historia que puede hacer recordar la icónica foto de la Segunda Guerra Mundial que hoy sirve para honrar a los Marines quienes bajo las balas subieron la colina y plantaron la bandera americana en Iwo Jima. La excepcionalidad americana que llevan años tratando de aplastar, para desmayo de los liberales, terminó siendo evocada y fortalecida en la figura de Donald Trump.
No falta la memoria para recordar lo que ha sido la más vil de las campanas. No por el simple hecho que el nivel de pasión ha sido alto, sino porque una cosa es la crítica, inclusive la burla, pero otra son declaraciones que no solo pretenden descalificar al contrincante, sino eliminarlos inclusive físicamente de la contienda. El presidente Biden no se ha cansado de repetir la frase que «Trump es una amenaza a la democracia». La prensa liberal lo ha satanizado al máximo, comparándolo con Hitler. «Hay que ponerlo en el blanco», dijo Biden, por lo que ahora pide disculpas. Una improvisada analista en una importante cadena noticiosa dijo que hasta en el momento que se lo llevaban sangrando, evocó la violencia levantando el puno y diciendo a sus seguidores que lucharan. El resto de los disparatados comentarios no vale la pena ni mencionar. Ahora quieren que todo el mundo baje el tono.
Que mal les salió la fiesta. Lejos de destruir la figura de Trump, los demócratas viven uno de sus peores momentos. No pudieron eliminarlo con casos legales frívolos y fabricados con inescrupulosos fiscales nombrados ilegalmente. No pudieron hacerlo moralmente a pesar de habérselo jugado todo para poderle llamar a Trump un criminal convicto. No pudieron destruirlo con el barraje incesante de una prensa liberal y parcializada que repite consignas partidistas y pretende aferrarse a un prestigio que perdieron merecidamente.
Para el Partido Demócrata, «the party is over» y no me refiero a la fiesta. Se lo buscaron, se lo merecen. Ahora no saben cómo salir del atribulado Biden que les estorba porque se cayó el telón y los actores quedaron al descubierto en este drama contemporáneo que los ha dejado al desnudo.
Para colmo, un intento de asesinato que se demoraron en reconocer elevó la figura de Trump, convirtiéndolo no solo en una leyenda de coraje y desafío, sino de unidad y voluntad. Un hombre ensangrentado, pidiéndole a un pueblo que se mantuviera en pie de lucha en lo que podían haber sido sus últimos minutos de vida, irrepetibles.
La vida puede resultar tan frágil en un momento como monumentalmente fuerte en otro. El destino puede ser severo o magnánimo y todo en fracción de segundos. Como los tres segundos del sábado 13 de julio en un campo abierto en Butler Pensilvania, que sin proponérselos cambiaron el curso de la historia. Como el estribillo de la popular canción; «Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas».