jueves, noviembre 7, 2024
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Trump consolida su liderazgo y levanta a republicanos

WASHINGTON — Tras meses de comicios primarios, eventos de campaña y recaudación de fondos, finalmente llegan las elecciones de mitad de período en Estados Unidos, donde se decide el control del Congreso y los gobiernos de varios estados.

Los republicanos vaticinan una victoria abrumadora mientras los desesperados demócratas tratarán de defender sus estrechas mayorías en el Congreso, ante el visible descontento general en torno a la economía, la delincuencia y la desastrosa gestión del presidente Joe Biden, unido al debate sobre su capacidad real en la Casa Blanca.

La única esperanza que albergan la izquierda y la extrema izquierda es una supuesta reacción contra la decisión de la Corte Suprema de entregar las decisiones sobre el aborto a los poderes en cada estado, un tema que no aperece en ninguno de los sondeos como prioridad para los estadounidenses y que la prensa liberal siempre ha tergiversado como que el Supremo anuló el derecho al aborto. Esto es totalmente falso y una manipulación del gobierno de Joe Biden que tampoco ha cuajado ni entre los jóvenes demócratas.

En un contexto de crisis desperdigadas y fomentadas por la Casa Blanca, el bando azul se quedó sin argumentos válidos para puntear una elección tan importante; incluso, dentro de su propio Partido han surgido en los últimos dos años innumerables voces de oposición a las políticas nefastas de la actual administración.

Biden estuvo más de un año intentando pasar su proyecto de ley de inversiones sociales que quedó engavetado, sin el apoyo de varios demócratas moderados y, por supuesto, la oposición republicana.

Biden solo pudo lograr la Ley de Infraestructura de 1,2 billones de dólares y la llamada Ley de Reducción de Inflación, que hará todo lo contrario a lo que indica su nombre y que fue denominado así para estar a tono con la cruda realidad que sufren los estadounidenses, pero no como una solución a sus problemas reales en la actualidad.

La ley destina cuantiosos fondos para impulsar la industria de vehículos eléctricos mediante grandes subsidios que pagan los contribuyentes: 350,000 millones de dólares. Esas subvenciones son ahora la gran disputa entre la Unión Europea y EEUU.

Europa acusa a Biden de atentar contra las normas del comercio internacional al ofrecer una [extraordinaria ayuda financiera] que pone en gran desventaja la fabricación en Europa de vehículos eléctricos. Entre las razones del diferendo está la de otorgar un crédito fiscal de hasta 7.500 dólares a quienes compran un vehículo eléctrico fabricado en EEUU.

En el centro del actual ambiente político, los republicanos incursionan ahora en baluartes demócratas como Nueva York, California, Nuevo México y el estado de Washington. Aun así, las contiendas más llamativas son las de Arizona, Georgia, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin, que podrían también decidir la elección presidencial del 2024.

Con muchas dudas e incertidumbre, los medios de izquierda y el gobierno emprendieron desde hace varias semanas una campaña que realza el voto demócrata y anuncia como reñidas pugnas electorales que se saben favorables al bando republicano, según casi todas las encuestas en el país.

Tambien afirman que los conteos de votos prolongados podrían tardar días o semanas antes de que se conozcan los resultados definitivos, algo que no ocurrió durante el gobierno de Barack Husseim Obama, con mucha menos tecnología que ahora. Esto vuelve a sembrar serias dudas sobre la transparencia electoral en el país.

La ola republicana se levanta

Todo apunta a una victoria abrumadora de los republicanos en los comicios de este martes 8 de noviembre. Queda por ver si será una ola o un tsunami.

Los votantes en su gran mayoría muestran un enorme pesimismo respecto al rumbo que lleva el país, en medio de la mayor inflación en cinco décadas y una severa polarización política, agudizada por Biden y la extrema izquierda. Sin ningún plan para levantar lo que han destruido, los asesores de Biden apelan al populismo y la demagogía para cautivar a determinados sectores poblacionales. Hasta el momento, no lo han logrado.

El pretexto para no reconocer la victoria republicana frente al desastre económico y político del actual gobierno es decir que tradicionalmente la tendencia histórica se dirige a que los votantes castigan al Partido en el poder.

Sin embargo, ha habido excepciones: en 1934 durante la Gran Depresión; en 1998 durante el esfuerzo por destituir al presidente Bill Clinton; y en el 2002 tras los ataques terroristas del 11 de septiembre. Ahora, EEUU se encuentra bajo una recesión que incluso el gobierno no quiere reconocer tampoco. Lo mismo hizo con la inflación durante 11 meses.

En cierto momento los demócratas llegaron a pensar que la decisión sobre el aborto revertiría la tendencia histórica —o al menos limitaría sus derrotas— pero sus propios dirigentes se muestran escépticos a pocas horas de la votación.

Funcionarios de ambos partidos vaticinan que los republicanos tomarán el control de la Cámara de Representantes, para lo cual necesitan solo una ganancia neta de cinco escaños. Pero si ocurre una oleada republicana, el Partido rojo podría llevarse hasta 25 o más. Percibiendo la oportunidad, grupos republicanos han invertido millones de dólares en distritos de tendencia demócrata en California, Nueva York, Illinois y Pennsylvania.

La contienda por el Senado es, según repiten los demócratas y la prensa de izquierda, más reñida. Sin embargo, los republicanos necesitan ganar solo un escaño para controlar esa Cámara. Algo que es sumamente difícil que no puedan lograr con casi todos los vientos a favor.

Los demócratas luchan cuesta arriba para defender a sus legisladores en Arizona, Georgia, Nevada y Nueva Hampshire, y los republicanos consideran que, además, podrían ganar en Colorado y en el estado de Washington.

Las probabilidades de los republicanos se han incrementado con el respaldo del liderazgo del expresidente Trump, quien ha demostrado una vez más su gran poder de convocatoria y fortaleza política, no sólo entre los republicanos, sino entre los independientes e, incluso, hasta entre miembros del Partido Demócrata.

Más de dos millones de demócratas se pasaron al Partido Republicano para estas elecciones, otra noticia que los grandes medios de izquierda apenas han mencionado. Así ha ocurrido en Arizona, Georgia, Nueva Hampshire y otros estados del país.

Pennsylvania, Carolina del Norte y Wisconsin son algunos de los estados decisivos.

Las elecciones para cargos estatales como gobernadores o los secretarios de estado esta vez han cobrado una importancia inusitada. El actual ambiente político tiene a los republicanos confiados de ganar las gobernaciones en estados tradicionalmente demócratas como Oregon y Nuevo México. Si se concreta una ola republicana, los demócratas podrían estar en aprietos por todas partes.

Sin resultados, la izquierda se encasilla en el aborto

Luego de que la Corte Suprema anuló en junio el fallo Roe vs. Wade de 1973 sobre la despenalización del aborto y algunas protestas reducidas en Washington, el cierto efecto político que expresaron los demócratas parece haberse esfumado.

En semanas recientes, candidatos demócratas abandonaron el tema del aborto y se centraron en los graves problemas económicos y en la necesidad de proteger los beneficios sociales. El propio senador socialista por Vermont, Bernie Sanders, advirtió que los demócratas han dependido demasiado del tema del aborto para animar a sus partidarios.

El tema se refleja especialmente entre las mujeres suburbanas, un grupo que se volvió en contra de Trump y los republicanos en el 2020, pero parece haber dado vuelta otra vez ahora que los republicanos concentran sus prerrogativas la economía y en las restricciones e imposiciones del gobierno cuando la crisis iba cuesta abajo. Por estos mandatos miles de empresas quebraron y decenas de miles de empleados perdieron sus puestos al negarse a ser vacunados. Muchos en el sector estatal, federal y en la salud. No pocos que fueron honrados y aplaudidos como héroes en el gran pico de la pandemia, cuando no existían vacunas ni tratamientos, luego fueron expulsados sin contemplaciones.

El voto hispano se inclina hacia los republicanos

Los demócratas han tratado de recuperar a los hispanos luego de su pobre desempeño con ese segmento de la población en 2020. Pero hay razones para creer que este año les irá aún peor.

Ambos Partidos se han enfocado en el Valle del Río Grande en el sur de Texas, una zona de mayoría hispana donde el caos humanitario, de gastos económicos y de inseguridad provocados por la administración Biden son temas centrales.

Los republicanos calculan que sólo en esa zona, hasta ahora un baluarte demócrata, ganarán al menos tres escaños de la Cámara de Representantes.

El optimismo también reina en el bando rojo sobre sus posibilidades en el condado Miami-Dade, Florida, hogar de 1,5 millones de hispanos en edad de votar y un baluarte demócrata en los últimos 20 años. Los republicanos lograron importantes avances allí en las elecciones presidenciales pasadas. La ventaja demócrata se redujo a apenas 7 puntos frente a 29 puntos en las generales del 2016.

Si los demócratas pierden Miami-Dade, quedarían excluidos automáticamente de ganar en Florida; incluso, en las elecciones presidenciales. Florida, hasta hace unos años, estado indeciso, se perfila para consolidarse como republicano por excelencia.

El voto hispano será importante en otros estados, pero en ninguno más que en Arizona y Nevada, donde la demócrata Catherine Cortez Masto, la primera senadora hispana de Estados Unidos, está enfrascada en una reñida contienda.

Liderazgo de Trump cobra más fuerza

Trump sigue siendo la fuerza dominante en el Partido Republicano y las elecciones del martes pondrán a prueba su influencia en el electorado general.

El expresidente dijo que hará un importante anuncio el 15 de noviembre. Todo indica que será el día que anuncie su candidatura presidencial, que pudiera incluir hasta su compañero de fórmula.

Su constante hostigamiento por parte de los radicales de izquierda y las intenciones directas de eliminarlo de la escena política, mediante cualquier método, ha surtido un efecto boomerang para la izquierda. Trump no sólo se ha fortalecido, sino que se ha convertido en el añorado líder de los conservadores e independientes, luego de la funesta gestión de Biden con su agenda de extrema izquierda y los golpes bajos contra el expresidente.

El allanamiento a su residencia en Mar-a-Lago fue la gota que rebozó la copa para decenas de millones de estadounidenses. «No les bastó la censura en las redes sociales ni la cacería política constante contra el Presidente Trump. Siguieron y fueron por más», comentaron miles de seguidores en su red «Truth Social», después de que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) irrumpiera en la propiedad privada de un expresidente.

Obviamente, Trump no es candidato ahora, pero sí lo son muchos políticos que él apoya. Y entre ellos hay varias figuras que derrotaron a otros que contaban con el respaldo de la base del partido.

Se espera que a casi todos los candidatos respaldados por Trump, les vaya bien y la sombra que intentan vender la izquierda y los grandes medios, quedaría en una quimera al igual que todos los intentos de los radicales demócratas por sacarlo del panorama político en EEUU y a nivel mundial. Hasta ahora, el efecto ha sido el opuesto: la popularidad de a Trump se ha convertido en un muro de concreto contra demócratas y en una puerta abierta para su candidatura en 2024, mientras aflora cada vez más la impotencia de la izquierda.

En Pennsylvania, Doug Mastriano es el candidato republicano para gobernador y cuenta con el respaldo de Trump ante el demócrata Josh Shapiro. El ungido por Trump para el Senado, el doctor Mehmet Oz, es casi seguro que gane al demócrata John Fetterman.

En Arizona, la candidata a gobernadora Kari Lake y el candidato senatorial Blake Masters, ambos republicanos y seguidores de Trump están posicionados para ganar.

Otros fieles de Trump en competencia: el candidato senatorial por Ohio, JD Vance, el candidato senatorial por Carolina del Norte Ted Budd, el candidato a gobernador de Michigan Tudor Dixon y el candidato a gobernador de Nueva York, Lee Zeldin.

El camino hacia el 2024

De muchas maneras —algunas mayores, otras menores— las elecciones de 2022 incidirán en las del 2024.

Peor al desempeño de ahora en los dos primeros años de los demócratas en Washington, sería bien difícil de superar; así que las probabilidades reeleccionistas de Biden están tan lejos como su capacidad real para dirigir la nación. Y Trump -con toda seguridad- se encamina a un cúmulo de victorias republicanas como prueba de su fuerza política de cara a una tercera campaña hacia la Casa Blanca.

En Nevada, el republicano Jim Marchant se ha postulado para secretario de Estado, el principal funcionario electoral estatal. Marchant es jefe de la America First Secretary of State Coalition, una agrupación conservadora que ha demostrado evidencias de fraude en las elecciones de 2020.

Lo mismo ocurre en Arizona y Michigan, donde se han postulado para secretario de estado dos miembros de esa misma coalición: Mark Finchem y Kristina Karamo. Y en Pennsylvania, el candidato republicano a gobernador Doug Mastriano, también considera con evidencias que hubo un fraude general.

Aparte del tema de la administración electoral, los candidatos ganadores podrían aprovechar su buen desempeño para posicionarse de cara a las elecciones de 2024.

Lake, la candidata republicana a gobernadora de Arizona, ya es mencionada como posible candidata vicepresidencial de Trump. Y en Florida, el gobernador Ron DeSantis, quien se encamina a un triunfo abrumador el 8 de noviembre en su reelección podría figurar también en la fórmula de Trump.

Los anuncios que siembran más dudas

Es posible —quizás hasta probable— que los resultados en varios lugares no estén disponibles hasta varios días o semanas. Esto es lo que viene repitiendo la prensa de izquierda desde hace varias semanas. Sin embargo, eso no ocurrió cuando el gobierno de Barack Obama.

Y más que confianza en el sistema electoral vuelve a crear serias dudas sobre la legitimidad y transparencia de las elecciones. Así ocurrió en las presidenciales de 2020.

En Georgia, un candidato debe tener por lo menos el 50% de los votos para ganar. De lo contrario, se realiza una segunda vuelta que sería el 6 de diciembre. Los estrategas de ambos partidos creen que eso ocurrirá, particularmente en la contienda senatorial.

En otros estados, el conteo de votos puede ser largo y complicado, especialmente ahora que se ha vuelto popular votar por correo, otra de las campañas que ha impulsado la izquierda: el voto por correo.

En 2020, en varios estados como Georgia, Pennsylvania, Arizona, Wisconsin, Ohio, se encontraron graves irregularidades en el proceso electoral.

Bajo las leyes de Arizona, por ejemplo, todas las papeletas tienen que haber sido depositadas para las 7 p.m. pero los funcionarios tienen hasta 20 días para concluir el conteo.

Las autoridades de Maricopa, en Arizona, reforzaron las medidas de seguridad para las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, y prometieron «tolerancia cero» frente a los infractores de las leyes electorales.

«Si decides venir y romper la ley, tengo varias celdas esperando por ti», dijo el sheriff Paul Penzone en una rueda de prensa junto a las autoridades electorales de Maricopa. A esa misma posición se sumaron las autoridades en diversos estados.

En Nevada, los condados tienen cuatro días para corregir las boletas tardías entregadas por correo y le pueden dar a los votantes dos días más para corregir boletas que hayan llegado en sobres con errores o con información incompleta.

En algunos estados políticamente sensibles, como Pennsylvania y Wisconsin, las autoridades no pueden empezar a validar las boletas hasta el día de las elecciones.

Diecinueve estados otorgan un período de gracia para recibir las boletas, siempre y cuando hayan sido enviadas antes de la jornada electoral. En California el período es de siete días.

lmorales@diariolasamericas.com

FUENTE: Diaro las Américas

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