La foto muestra a una Kamala Harris de espaldas, dirigiéndose a una gigantesca multitud que ondea numerosas banderas rojas, bajo una inmensa en la que campea la hoz y el martillo. Naturalmente es un producto más de la Inteligencia Artificial de la que se ha servido el candidato republicano Donald Trump para denunciar sin palabras en X la deriva abiertamente socialista del mensaje de su rival.
¿Comunista? Un poco fuerte, ¿no? ¿Comunismo gobernando el país que fue durante más de medio siglo el principal baluarte contra el comunismo? Bueno, podríamos llamarlo, a la manera de Pekín, «socialismo con características norteamericanas».
En cualquier caso, hay serios indicios para concluir que la campaña de Harris y Walz —criaturas de la ciénaga denunciada por Trump— es la más extrema hacia la izquierda que ha conocido Estados Unidos. Con una agenda radical que abarca desde fronteras abiertas y locura trans hasta su postura a favor de los disturbios, si la pareja demócrata llega a la Casa Blanca es de esperar que el país cambie considerablemente en esa dirección.
Por no hablar de las formas, tan propias de una toma de poder más que cuestionable. Harris fue elegida candidata demócrata arbitrariamente, sin haber recibido ningún delegado ni ganado unas primarias, y después de usurpar el poder mediante un golpe palaciego dentro del partido ha continuado como su candidata durante casi un mes sin dar una conferencia de prensa improvisada ni responder preguntas.
Pero son sus ideas lo que da verdadero miedo. Su primera propuesta concreta, el control de precios en la alimentación, va por ese camino «bolivariano», como han denunciado incluso desde medios demócratas, asustados por una medida que siempre ha desembocado en la miseria. Además, Kamala quiere construir bloques de apartamentos al estilo soviético en todo el país para alojar a todos los «recién llegados».
La candidata presidencial demócrata reveló el pasado viernes los primeros detalles de su nueva agenda económica, que espera implementar durante sus primeros 100 días en el cargo. Una parte clave de su propuesta implica construir tres millones de nuevas viviendas en un período de cuatro años.
Harris dijo el pasado viernes que su administración planea construir tres millones de unidades trabajando en «asociación» con el sector privado para superar los obstáculos en el camino.
Kamala vende humo, en cualquier caso, y por eso su campaña se basa menos en medidas concretas o incluso entrevistas personales que en un esfuerzo publicitario colosal para transmitir «buenas vibes«. Y por eso, para dar la absurda impresión de que Harris acaba de bajar de un platillo volante para convertir Estados Unidos en Jauja, es fundamental eliminar de la conciencia pública que ha sido un pilar esencial de la administración que lleva casi cuatro años gobernando Estados Unidos.
«Todos sabemos que los precios subieron durante la pandemia cuando las cadenas de suministro cerraron y fallaron, pero nuestras cadenas de suministro ahora han mejorado y los precios siguen siendo demasiado altos», dijo el viernes. «Una barra de pan cuesta un 50% más hoy que antes de la pandemia. La carne picada ha subido casi un 50%». ¿Y con qué gobierno pasó todo eso? ¿Quién era la vicepresidente?