sábado, septiembre 7, 2024
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Trump y el basurero mediático

JAUME VIVES,

Los medios, lo mismo que el Gran Wyoming, son el estorbo que se coloca en el Intermedio, entre la verdad y la audiencia, dificultando casi siempre que esta pueda conocer la realidad de las cosas.

La última obscenidad mediática ha tenido lugar a raíz del salvaje atentado sufrido por el expresidente americano Donald Trump. Su ángel de la guarda lo salvó de morir tiroteado. Una ligera inclinación de cabeza hacia el lado equivocado y ya no podría ganar las elecciones americanas.

No tardaron en salir los lacayos del poder, más repugnantes que la diarrea de un perro, a comentar que el asesino era un buen tipo, que la gente lo quería y que lo sucedido era un misterio. Seguramente la culpa —¡cómo no!— la tuvo la agresividad verbal del político americano. En una mañana convirtieron a la víctima en verdugo y al difunto trastornado en la pobre víctima.

Alguno incluso se permitió aleccionar al expresidente americano diciendo que la polarización no lleva a nada bueno, y que, ya se sabe, si uno defiende ciertas ideas, se arriesga a que le vuelen la cabeza. Que, después de esto, a ver si aprende.

Escuchando la radio al día siguiente del atentado a uno le entraban ganas de hacer saltar por los aires a toda la mafia mediática. Pero, buscando algo positivo en todo ello, es genial que sigan con su miserable labor.

El número de radicalizados aumenta a cada noticia que publican los medios, y gracias a ello, luego pasan cosas como las que hemos podido vivir estos días con la selección española que, ya harta de encorsetamientos y tonterías woke, ha disfrutado de su victoria, pese a las cámaras y a la publicidad, como tantos españoles lo hacen, sin cámaras que los molesten, en la intimidad.

Es tan poco el respeto que infunde la podredumbre mediática y tan poca la autoridad que tiene que cada vez a menos personas les preocupa salir en Lo País tildados de ultras, de chimpancés o de peligrosos antidemócratas.

Se saluda con una sonrisa al que se lo ha ganado, la fe es transferible, Dios tiene algo que decir también en el mundo del fútbol y ¡Gibraltar español!, pues claro que sí.

Que sigan los lamebotas del poder haciendo el ridículo, la gente buena poco a poco irá perdiendo el miedo, aunque le disparen un tiro en la oreja. Llegados a este punto, sólo nos queda ponernos en pie y gritar: ¡Fight, Fight, Fight! hasta la victoria final.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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