lunes, diciembre 23, 2024
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Ucrania, Rusia y la escalada sucia

El pasado domingo, el ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, telefoneó a sus homólogos de Estados Unidos, Francia y Turquía para prevenirles de que Kiev estaba preparando el uso de una “bomba sucia”. El mismo mensaje se lo trasladó a indios y chinos este miércoles. Para aclararnos, por “bomba sucia” se entiende un artefacto compuesto de un explosivo convencional,m desde dinamita a C4 o similar, recubierto de material radioactivo, no necesariamente uranio o plutonio, puede ser perfectamente Cesio, entre otros muchos. El objetivo de esta bomba no es iniciar una cadena nuclear por fusión, sino esparcir el material y contaminar un gran área, volviéndola inutilizable para las actividades humanas.

Que yo sepa, sólo ha habido dos intentos de detonar una bomba sucia: el primero, en 1995, en plena guerra de Chechenia, la policía moscovita encontró enterrada en el parque de Ismailovsky, una bomba compuesta de dinamita y Cesio-137, altamente radioactivo. Las autoridades rusas no dudaron en culpar a los rebeldes chechenos y justificar una mayor dureza en sus ataques sobre el terreno. pero aunque la bomba era real, por lo que se pudo ver en su momento, las dudas sobre su paternidad resultaron enormes. La policía rusa nunca facilitó el origen del Cesio, cosa fácilmente deducible, por lo que el acontecimiento se acabó considerando algo orquestado por Moscú y no un acto terrorista; el segundo fue el intento del militante de Al Qaeda, José Padilla, en 2002, de construir y detonar un artefacto radiológico en Manhattan. Sorprendentemente, Padilla fue juzgado y condenado por pertenecer a la banda terrorista Islamista, pero la fiscalía nunca hizo mención en el juicio a sus planes sobre la “bomba sucia”, bien por no azuzar el miedo en la población, bien porque las pruebas no eran concluyentes. No lo podemos saber.

¿Tendría algún sentido que Kiev hiciera explotar un artefacto de esta naturaleza? La respuesta es no

¿Es técnicamente viable que Ucrania pueda construir una bomba radiológica? la respuesta clara es si. Conviene recordar que en Ucrania se desplegaron hasta 1994 casi un tercio de las cabezas nucleares soviéticas, cerca de dos mil. Y también sabemos que algunos de los componentes de aquellos misiles atómicos acabaron desperdigándose misteriosamente. Parte del material radioactivo podría haber quedado convenientemente a salvo en algún lugar de Ucrania. Dicho lo cual, ¿tendría algún sentido que Kiev hiciera explotar un artefacto de esta naturaleza? Y la respuesta es no. Y menos ahora que la suerte le acompaña en el campo de batalla convencional.

Por lo tanto, la pregunta que deberíamos hacernos es ¿qué quiere decirnos el ministro ruso en verdad? La interpretación de los aliados de la OTAN ha sido unánime: Moscú estaría justificando recurrir al uso de armamento nuclear táctico en suelo ucraniano. Puede ser aunque parece algo infantil la estratagema del ministro ruso. Es cierto que en estos momentos, las bajas por la guerra siguen aumentando y aunque posiblemente no sean las 60.000 que vende Kiev, si parecen superar las 15.000 que sufrieron en Afganistán en diez largos años de guerra; también es verdad que el reclutamiento forzoso en las provincias periféricas ha logrado sus objetivos numéricos, los nuevos soldados han llegado al frente sin instrucción ni equipamiento. De hecho se ha podido constatar que muchos reservistas no habían cumplido con su instrucción previa mediante un pago a los mandos encargados de ella; también el Kremlin ha descubierto que muchos de los fondos teóricamente destinados a la modernización de los sistemas convencionales, se dedicaron, en realidad, a compensar los sueldos bajos de suboficiales y oficiales superiores; por último, la rigidez de los mandos y la poca voluntad de combate de la tropa ha llevado a las derrotas que estamos viendo.

No nos gustará, pero es que la guerra es lo que tiene, sangre y destrucción

Que Putin acabe autorizando el uso de un arma nuclear táctica no se puede descartar, sobre todo, si se siente acorralado ante la pérdida de sus nuevas provincias anexionadas, por no hablar de Crimea. Pero por muy táctica que sea el arma, no deja de ser nuclear. Y una explosión atómica es otra cosa. Aunque, no podemos olvidar, que para el Ejército Rojo y ahora ruso, el arma atómica se integraba en la cadena de mando hasta niveles tácticos, porque sí se contemplaba su uso, a diferencia de la OTAN. Sería un trauma, pero un trauma para el que se han preparado durante décadas. ¿Pero no le queda ya otra alternativa al Kremlin? Yo creo que si y lo estamos viendo estos últimos días. Poner en marcha una campaña de bombardeos destinados a arrasar con las infraestructuras civiles y cuanto haga falta con tal de doblegar la voluntad de los ucranianos. Para quienes se lleven las manos a la cabeza hay que decirles que la guerra no es algo aséptico como en los juegos de Call of Duty, es el infierno que dijo Sherman mientras quemaba los campos de Georgia en su camino hacia el mar. Tampoco atacar “objetivos civiles” es algo prohibido por las leyes de la guerra, como suele afirmarse, Si tienen un valor estratégico en la conducción de las operaciones, se les puede machacar con todas las de la ley. Y quén se atreve a negar que la red eléctrica no tiene valor estratégico. No nos gustará, pero es que la guerra es lo que tiene, sangre y destrucción.

Por lo tanto, Moscú todavía tiene un largo recorrido antes que tener que llegar a usar un arma nuclear. Eso sí, la guerra se volverá más brutal y sangrienta y la sufrirán los pobres ucranianos.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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